¡isabella! –me llamó desde mis espaldas al final de
pasillo.
La ignoré, como si no lo hubiese oído, e intenté acelerar el paso. Si
había alguien que no quería que me viese llorar ese era Soledad. Oí como ella aceleraba el paso también y corrió hacia mí.
- ¡isabella, espera, por favor! –me suplicó ya casi a mi lado.
Me paré frustrada por el hecho de que me era imposible ignorarla.
Estaba demasiado cerca. Me sequé las lágrimas rápidamente deseando que
no se diese cuenta.
- isabella, ¿estás bien? –me preguntó ya a mi lado.
- Sí –dije un poco seca sin girarme.
- ¿Qué ha pasado allí a fuera? He salido justo cuando
ya se iban, y te he visto recoger unos papeles del suelo –dijo
preocupada.
- No ha pasado nada –contesté intentando camuflar
mi tono cada vez más enfadado.
El nudo en la garganta se hacía cada vez más grande y me costaba
incluso respirar con normalidad. Soledad se quedó allí parada, sin saber qué decir. Hice un movimiento como para seguir hacia el baño. Ella se adelantó y me agarro por el brazo con suavidad y me giró hacia ella.
- ¡Escúchame Isabella, no tienes porque dejar que te humillen!. Si tú quieres, nosotros podemos hacer que las suspendan y que te dejen en paz –dijo con una voz
suave pero a la vez con desesperación y preocupación.
La miré, y no pude contener las lágrimas.
- Siempre ha sido así y ahora no va a cambiar. Sabes
tan bien como yo que un expediente no les hará parar. Sólo
quiero pasar el año y que me dejen tranquila en mi rincón.
Si consigo que piensen que no existo, será un buen año para
mí –y de un gesto duro me solté de su brazo y seguí caminando.
Oí como volvía a pedirme que esperase, pero no me detuve. Me
encerré en el baño y lloré en silencio hasta que toda la rabia se me había
agotado, y entonces me sentí mal por haberle hablado mal a Soledad.
Las siguientes clases las pasé como siempre, intentando que nadie se
fijase en mí, hasta que llegó la clase Soledad.
Las ganas que tenía por la mañana ya no las tenía entonces. Me había visto
llorar, y si había algo que de verdad me daba vergüenza era que me vieran llorar. Mi madre siempre me había dicho que llorar no era malo, pero a mí siempre me había parecido un signo de debilidad.
La clase fue muy interesante, pero me sentía mal al recordar el tono que había empleado con ella. Intenté no
cruzarme con su mirada y me concentré en su voz que me calmaba.
Los chicos seguían intentando todo tipo de trucos para seducirla.
o por lo menos para llamar la atención, pero a Soledad no parecía
interesarle. Las demás chicas de la clase, nerviosas, las miraban deseando ser ellas las que recibieran tanta atención.
De vez en cuando miraba a Soledad cuando estaba segura que ella no me
veía, y recordaba aquel sueño, y cada vez me volvía a entrar aquel calor
repentino y desconocido. No paraba de repetirme que tenía que dejar de
pensar en ella. Hacía veinticuatro horas que lo único que había en mi cabeza era ella. ¿Cómo iba a quererme a mí? Simplemente había sido amable,preocupándose como cualquier otro profesor lo haría por su alumna.
Liliana podía creer lo que quisiese, pero yo sabía que él no sentía nada
por mí.
(Ella es un personaje el cual pieso desarrollar más adelante)
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Enamorada De Mi Profesora
Teen Fiction"Y encontré a alguien que me sacudió el alma,que era imposible y a la vez lo más posible que e tenido jamás. Agarre su mano,me abracé de sus besos,me empape de su tiempo ... Y quiero quedarme ahí aunque sea un rato,que sea de esos ratos que duran to...