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Aquí tienen los horarios. Detrás tienen las
vacaciones y las semanas de exámenes. Como pueden ver,
nuestra tutoría son los jueves por la tarde, y me tendran
también como profesora de historia del arte.
Llegó a mi mesa y dejó el papel. Se quedó parada un segundo delante
de mí. Miré hacia arriba y me crucé directamente con su mirada. Me
volvieron a dar los calambres en el estómago. Miré rápidamente por la
ventana al cielo negro intentando disimular mis mejillas al rojo vivo. ¡Ni
en verano pasaba tanta calor!. De reojo pude ver como sonreía
disimuladamente y seguía repartiendo. Cuando acabó volvió a su escritorio.
- Y esto es todo. Ah, por cierto, ya saben que
cualquier teléfono móvil que yo tenga la mala suerte de
escuchar será confiscado hasta final de la clase. Son reglas del
centro, así que asegurensen de ponerlo en silencio antes de
entrar. Yo intentaré que las clases sean divertidas para ustedes, pero por
favor les pido que estén más atentos. Todos pasaremos bien si
están atentos en mis clases. Y no quiero parecer dura,pero
para estar distraídos y distraer a los demás, mejor quédense
en casa.
De repente un trueno rompió el hechizo de la voz de Soledad. haciendo
que todo el mundo se sobresaltara. La luz se apagó unos instantes, pero
volvió a encenderse.
Y sepan que esto lo tenía planeado -dijo
refiriéndose al rayo, haciendo que la clase riera. -Así que si
no hay ninguna pregunta nos vemos mañana para empezar
con nuestra primera clase de historia del arte.
Justo en aquel momento sonó el timbre. Todo el mundo se levantó y
fue saliendo de clase. Agarre mis cosas y también salí, pero antes pude ver
como Lara y su grupito de lameculos se habían acercado a Soledad y le
hacían alguna pregunta que no llegué a escuchar. Ver a Lara cerca de Soledad me hacía hervir la
sangre. Mientras me dirigía a la salida apreté los dientes tan fuerte que los
podía oír rechinar. ¿Cómo era posible que Soledad provocara ese efecto en
mí? Me ponía a recordar su mirada, su voz, su olor... y me parecía perder
la cabeza. No podía parar de pensar en ella.
Tenía que concentrarme, no podía dejarme llevar por la locura o los estúpidos sentimientos que de seguro serían pasajeros.

Enamorada De Mi Profesora Donde viven las historias. Descúbrelo ahora