Una mano remueve mi cabello, despeinándome. Hago una mueca y trato de arreglar mis mechones rubios alborotados. Mis ojos encuentran unos verdes y alegres.-¡Buenos días, mejor amigo! ¿te fue bien la madrugada?-Él sonríe abiertamente al tiempo que pasa un brazo sobre mis hombros.
Detrás de él encuentro a Billy, que mira a Luck con una ceja alzada.
-¿Mejor amigo? Ayer me dijiste que yo lo era.-Se toca el pecho con su dedo índice.
Luck hace una mueca y se encoje de hombros.
-Bueno, lo dije ¿verdad?-Niega con la cabeza.-Lo siento Billy, pero no me gusta negar mi amistad a nadie.
Billy rueda sus ojos y camina dentro de la clase, dejándonos a Luck y a mi en el pasillo. Antes de que pueda permitirme decir una sola palabra, él me aleja unos pasos de los demás, que se apresuran a entrar a clase.
Frunzo el ceño.
-¿Qué pasa?
Luck hace una mueca y agarra mis hombros con sus manos nerviosamente.
-Necesito pedirte un favor.-Sus ojos suplicantes.
Me cruzo de brazos y miro su rostro masculino con detenimiento, analizándolo.
-¿Favor? ¿Qué tipo de favor?
Él sonríe y abre la boca para decir algo, pero se detiene, mirando algo por encima de mi hombro.
-¡Joder! ¿Por qué tiene que mirarnos de esa forma? Me pone nervioso...-Bufa.
Confundida, giro mi rostro para ver lo que ha captado la atención de Luck.
Mis ojos encuentran unos color hielo al otro lado del pasillo, justo delante de una puerta abierta que ilumina su rostro como si de una obra maestra se tratase.
Sus compañeros pasan delante de él para entrar a clase, pero él se queda inquietantemente quieto, sin apartar sus ojos de mi.
Su forma de mirar roza lo provocador.
Trago saliva y aparto la mirada, sintiendo de nuevo ese extraño malestar en el estómago.
Ésta mañana no he tenido ningún problema con él. Para mi mayor alivio, cuando yo desperté, él ya no estaba. Así que me permitió tener la libertad de ducharme y preparar mis cosas cómodamente, sin tener que preocuparme por que él pudiera sospechar cualquier cosa.
Aún así, contradiciéndome a mi misma, he de admitir que me había sentido un poco decepcionada de que él no estuviera allí.
Durante la noche, al escuchar su extraña llamada, y notar su timbre tembloroso en su voz de por sí dura y fria, me había hecho pensar en que él, después de todo, no era el bloque de hielo sin sentimientos que yo conocí ayer. A noche, había sonado como una persona normal, con miedos e inseguridades. Y me había sentido un poco culpable por mis pensamientos acusatorios sobre él.
Al despertar, había pensado que tal vez podría empezar ese día con buen pie e iniciar algún tipo de acercamiento con él.
Un saludo o algo.
Después de todo, íbamos a tener que convivir todo un año juntos, así que bien podríamos tener un buen ambiente entre nosotros.
Pero mi impuso de ser un alma social y amigable había sido arrojado por la borda cuando descubrí que estaba sola, haciéndome ver por su parte su falta de ganas por arreglar las cosas conmigo.
Muevo mi cara disimuladamente y vuelvo a mirarlo con el ceño fruncido.
Él todavía me mira como si quisiera matarme.