Flashback
Caminaron a paso ligero fuera de aquel bosque.
–Llamen a sus caballos –exigió el mago, dándole una imperceptible mirada al elfo. Sin embargo, Legolas podía notarla sobre él, y Gimli había entendido perfectamente la indirecta. Se alejaron del par, en búsqueda de los majestuosos ejemplares que les habían sido otorgados.
–Gandalf-
–No. No han pasado mas de ocho meses desde la última vez que nos vimos, y puedo ver el dolor y sufrimiento que escondes: tus pisadas ya no son ligeras, no caminas con la agilidad de un elfo joven, tus ojos están apagados, no aguantas mucho sin dormir...
–¿Cómo...?
–Legolas, vengo velando su camino desde que dejaron Lothlórien. Lo he visto todo –se mordió el labio. ¿Realmente había visto todo? ¿Incluso su charla con Gimli? ¿Sus decaídas...?
–No le digas a nadie –rogó. Gandalf asintió.
Llegaron a Rohan, pasaron por las puertas, Gandalf discutía con Théoden, bajo el control de Saruman. Un mareo lo sacudió, había recibido un fuerte golpe en el costado de la cabeza por uno de los guardias que se interpuso en su avance hacia el gobernante.
Fieles, pensó al principio, pero recordó que bajo el manto de Saruman, Théoden era tan peligroso como Lengua de Serpiente, otro lacayo aprovechado, un espía, bajo el manto de un monarca.
De un momento a otro, el Rey de Rohan perseguía al desgraciado con la espada en sus manos, la compañía del anillo detrás de él, intentando impedir una muerte justa. "Solo le daría misericordia", pensó. La muerte era un regalo para aquellos que mal habían hecho en la tierra. Dejaba su alma libre, impune. Pero, oh, ¿qué precios habrían de pagar al dejarlo libre?
El hombre corrió, de vuelta a las manos del malvado mago blanco, y Legolas suspiró. La guerra acababa de comenzar. Se quedó atras, observando al grupo mientras bajaba lentamente las escaleras. El Rey llamó a uno de sus guardias.
–Busca a Éomer –declaró. El hombre asintió, y corrió escaleras abajo, empujando con el hombro accidentalmente al elfo, que caminaba hacia los demás, haciendo que perdiese el equilibrio abruptamente y cayera (inesperadamente) rodando por los escalones. En cuestión de segundos, tanto Aragorn como Gandalf estaban junto a él, ayudándolo a levantarse
Fin del Flashback
–Legolas -murmura el hombre desde la puerta, sonriendo levemente, y toda la compañía voltea hacia él. Al parecer, la enfermera le había dado permiso para entrar, por lo que en cuestión de segundos se hallaba junto a él, arrodillado a un lado de la cama–. Te ves mal... –murmuró, con sinceridad, aunque su tono demostraba que intentaba bromear.
El elfo soltó una suave risa, algo ronca, que acabó en una pequeña tos algo afectada.
–Bueno, acabamos de volver de una batalla, ¿No es así? –murmuró el príncipe, con una sonrisa de suficiencia. Aragorn rió suavemente, casi sin gracia, como sabiendo que Legolas intentaba desviar el tema de si mismo y sus problemas.
–Pero a ti no te han tocado ni un pelo, ¿A que no? –murmura, con sorna, verdadera preocupación surcando sus ojos, visible solo para los más cercanos. Hojaverde sacudió su cabeza, derrotado, sin embargo, dando a entender que prefería no hablar sobre el tema.
Sabiendo que nada más saldría de su boca, Estel bajó la mirada, asintiendo ligeramente, como si las palabras se rehusaran a salir de su boca, pero tan solo un gesto pudiese expresarlo. No le presionaría.
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Goodbye, my King
FanfictionLegolas dejó crecer en su pecho (a pesar de su resistencia) aquel sentimiento que los humanos, y muchos otros seres llamaban "amor". Un sentimiento casi desconocido para él, un amor por alguien que no le correspondía. La pena de los elfos, la única...