Secrets [VK]

♥17♥

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Habían pasado 2 semanas desde que "terminé" con Taehyung.

Y en esas dos semanas no había salido de mi maldita casa, no quería ver a nadie.

Ignorando las mil amenazas de Hoseok por mensaje, las disculpas de Taehyung, los consejos de Jimin. Ignorando todo, básicamente todo.

Me dedicaba a estar tumbado en mi cama, llena de pañuelos usados.

Y cabe destacar que no me había duchado en una semana. ¡Una semana!

A pesar de que sentía como mi cuerpo desprendía mal olor, me daba igual, solo quería dormir y dejar que todo pasara.

Cuando tocaron la puerta de mi cuarto, haciéndome el dormido, intenté adivinar quién sería.

-¿Jungkookie?- Preguntó esa voz que tanto conocía.

-Pasa...- Respondi con cansancio.

Vi como el de cabellos negros entró a mi habitación, hacía una mueca de desagrado y se tapaba la nariz.

-Dios... Jungkook...- Sollocé ante la impotencia.

-Kookie...- Se acercó y empezó a acariciar mi pelo, aún sin importarle lo sucio o desordenado que estaba.

Saqué más lágrimas a la luz, a pesar de que pensaba que ya estaba seco de llorar.

-Vamos, dúchate, vamos a salir.- Abrí los ojos sorprendido.

-Pero Jin Hyung...- Negó con su cabeza.

-Pero nada, vamos deprisa, dúchate, yo te elijo la ropa mientras.- Con una débil sonrisa me levanté, fui hacia el baño, me miré al espejo y nunca me había visto tan mal.

Había bajado de peso, mis pómulos estaban muy perfilados, las ojeras estaban presentes también, mi nariz roja, al igual que mis ojos.

Suspiré, me empecé a quitar la ropa y me metí a la ducha.

Después de estar 10 minutos bajo el agua caliente, salí con buen olor impregnado en mí.

Fui a mi cuarto y me encontré con toda una vestimenta elegida para mí.

Algo... ¿Sugerible?

Pantalones negros de cuero, totalmente pegados a mis piernas, una camisa blanca de manga corta, que marcaba mi trabajado abdomen.

Me miré al espejo, aquella ropa me hacía destacar mi bonita figura.

Peiné mi pelo con las manos fugazmente.

Jin sonrió cuando me vió.

-Jungkook, eres precioso- Agaché mi cabeza con una débil sonrisa.

-Bueno, vamos... Quiero llevarte a un sitio- Lo miré de nuevo confundido.

-¿Dónde es?- Alzó sus hombros.

-Es sorpresa- Respondió seguro.

Nos subimos al coche y tras conducir unos minutos llegamos a un bar.