Una pausa antes de morir, La primera vez

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Recuerdo el día que la conocí y maldito aquel día que por primera vez la vi. Era distinta a todo lo que ya había visto y su sola presencia me hacía muy feliz. Sus ojos negros devoraban almas por completo y dejaban sin letras las casillas del alfabeto.

Tenía esa mirada que cautivaba, mataba e hipnotizaba. Sus pupilas eran la perdición antes de encontrar en su silueta la perfección. Así era ella, bonita, correcta, malditamente perfecta.

No había manera que de mirarla me canse, era preciosa como lo inimaginable y tan fuera de mi alcance. Sin chance alguna aquel día me acerqué le estiré mi mano y me presenté. Sólo en aquel momento pensé, que era un ángel caído del cielo y, a la vida le rogué, una sola oportunidad pues toda ella cumplía mis anhelos.

Ese día nos conocimos, su cabello rosa combinaba con el dulce de sus palabras y mi alma encajaba con el oscuro de su mirada.

Todavía recuerdo sus manos, eran hermosas por ambos lados, recordar sus brazos delgados me hacían volar al pasado y sentir el calor de sus abrazos.

Entre recuerdos me senté en mi habitación, con el arma en mano a pensar, si tal vez había otra decisión más por tomar o alguien más a quien culpar

Nota de suicidioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora