Perdiendome a mi mismo, La primera Noche

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Mierda, es tan complicado vivir con tantas versiones merodeando en mi cerebro, tantas voces y pensamientos que me recuerdan que ya no estoy tan cuerdo. Me refugié en alcohol una noche después de que moriste, tome hasta perder la consciencia esperando que me detuvieras, pero esta vez no apareciste. Diste el último paso del juego en el que entendía, que las manecillas no siempre ayudan al tiempo a ir más rápido y fingí estar impresionado aunque eso ya lo sabía
Conocía lo que pasaría si lo hacía y esa noche marcó un antes y después en mi presente. Frecuentemente pensaba en lo que pasaría si me llegara la muerte; aquella noche entendí que estaba destruido, desde mi organismo hasta el interior de mi mente. Inconscientemente acepté consejos que nunca debí escuchar, serví un trago amargo para poder dejar de pensar y con un poco de orgullo mezclado en mi paladar, pude darle ese toque perfecto en el que mi cabeza vueltas empezaba a dar.

Mi corazón empezó mil veces a sonar y recordé aquel tic toc que anteriores ocasiones en mis sueños me venía a visitar. Por fin podía entender que es lo que podría significar, pues el fin del comienzo por algún momento estaba a punto de llegar.

A mitad de la noche corrí para llamarte y decirte que las cosas andaban mal, pero me detuvo el recuerdo que era imposible que fueras a contestar, pues ya ni podías hablar. Antes de perder la compostura y ponerme a llorar, encontré una "medicina" que con miedo me atreví a probar.

La ansiedad poco a poco fue desapareciendo, las preocupaciones con mi vista se iban desvaneciendo. Me encontraba de espectador en mi cuerpo mientras todo iba sucediendo vomité 3 veces mientras que sentía que la conciencia la iba perdiendo. Me senté en el pasto al finalizar aquella noche y me puse a pensar, que mi vida en cualquier momento por mis malas decisiones se podría acabar. En algún instante apareció alguien que me vino a encontrar, a cargarme a casa pues no había forma de que me pudiese levantar.

Aquella noche en otro sueño una respuesta se apareció, una señal de que la muerte nunca fue la que me buscó, que conmigo nunca se afanó y que siempre fui yo el que con insistencia por años la llamó.

Amaneció al día siguiente y solo recordaba por momentos, perdí la noción de mis actos y también las de mi tiempo, por suerte no cometí nada de lo que hoy me arrepintiera, más el hecho de seguir destruyéndome sin pensar en quien, en algún lugar, si me quisiera.

Dejé de soñar y de creer en un futuro, me resigné en que oculto en mis pensamientos podría estar seguro, me di cuenta que no era así y frustré toda mi vida en un solo instante y te juro,  que no recuerdo el momento en qué pasó y dudo que alguien venga a salvarme de mi propia perdición.

Hoy estoy caminando por las calles, un cigarro me acompaña en esta noche y sin ningún reproche he vuelto a pensar que es normal que mi respiración no la pueda controlar.

Nota de suicidioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora