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"—No des las cosas por sentado, Jennie."

Eso me había dicho mi madre el día que me dijo que nos mudaríamos a Tailandia y yo hacía una pataleta porque dejaría a mis amigos y pensaba que de seguro no podría hacer amigos en Tailandia porque era muy tímida. En ese momento estaba en un abismo de dolor, atormentada por mis propios sentimientos, sentimientos que parecían tener voz y hablaban en mi mente. Tantas voces hablado al mismo tiempo, no me fue capaz de prestarle real atención a aquellas palabras, y para ser franca, ni una pizca de importancia le di hasta este momento.

Porque, mi madre tenía tanta razón, como siempre. Sabía lo que hablaba y no decía nada solo por decirlo. Y yo de tonta no le hice caso, no analicé sus palabras y en lo mas profundo de mi mente se quedo aquella frase, envueltas en telarañas y polvo.

Pero que tonta he de verme para mi madre si esta de pronto llegase de su trabajo y me viese frente a Lisa en un mar de llanto mientras que las palabras de Lisa resuenan una y otra vez en mi mente y me doy cuenta que he sido tan tonta, y todo por no prestarle atención a mi sabia madre.

Pero es que se me hacia tan imposible de creerlo, tan inalcanzable como una estrella fugaz, El que Lisa me amase estaba mas allá de la realidad y yo lo sabía, o eso creí saber.

Porque después de que de mis labios revivieran algunas de las palabras que había dejado morir tantas veces. La rubia solo me miró sin decir nada, su agarre aflojandose hasta dejar caer su mano, retrocediendo un paso hacia atrás y yo sintiendo en mi mano de pronto la frialdad de aquella mañana.

Claro, era algo que yo ya había predicho que sucedería, es por ello que nunca quise decirle nada sobre mis sentimientos, por miedo a que se alejase de mi por mis estupidos sentimientos prohibidos. Casi me daban ganas de reír de lo patética que era, pero el amargo sabor de la realidad solo hacia que mis ojos picasen con la insistencia de querer derramar lágrimas hasta no poder más, hasta que derramase cada gota de dolor que albergaba mi corazón ya destrozado por el silencioso rechazo de Lisa.

Sin embargo, ya no podía echarme hacia atrás ¿que más daba terminar de enterrar el cuchillo en mi corazón? De todos modos ya estaba bastante herido. Así que no me contuve, y con una sonrisa lánguida la miré y el nudo de mi garganta creció al pronunciar lo que mi corazón gritaba en cada latido que daba cuando veía a la menor.

—Te amo, Lisa. Siempre lo he hecho, pero no como tu lo crees. Yo... Estoy enamorada de ti.

Vi que apretó sus puños a sus costados y su mirada era ilegible, sus ojos fijos en los míos y sus labios cerrados en una linea recta. No había modo alguno de que supiese que estaba pasando por su cabeza, que estaba sintiendo. Pero imaginé que solo estaba tratando de asimilar aquel horror y luego encontrando las palabras adecuadas para rechazarme con delicadeza, porque así es Lisa conmigo, tan delicada, tan precavida de no lastimarme de alguna forma. Lo odiaba, odiaba que me tratase tan bellamente, que me hiciera caer en sus encantos, que hiciera de ella mi mundo entero mientras yo me sentía como una hormiga en su mundo. No era justo.

Quise correr, quise ser tan cobarde como lo había sido todos estos años, quería correr y encerrarme en mi habitación, quería deshidratarme derramando todo mi dolor en mi almohada. Pero estaba tan cansada, ya no quería seguir corriendo, ya no quería ocultarle nada, ni las lágrimas quise retener mas frente a ella, no quería ocultar mis sentimientos, yo quería ser sincera con ella y acabar con aquello de una vez por todas.

Quería terminar de apagar aquella pequeñísima llama de esperanza, ya no quería seguir soñando, imaginando que algún día ella me correspondería. Porque dolía tanto, dolía el golpe de la realidad que me hacia despertar de mis ilusiones, y yo ya estaba tan cansada de las de las heridas que yo misma y Lisa me causaba.

Aʟʟ I ᴡᴀɴᴛ | 𝐽𝑒𝑛𝑙𝑖𝑠𝑎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora