Link le preparaba un desayuno delicioso todos los días. A veces coincidía con él, pero la mayor parte de las veces desayunaba sola, él se marchaba a sus quehaceres.
Los quehaceres de Link tenían que ver con el reino de Hyrule y los sheikah, y por eso nunca hablaban del tema.
Esa mañana Link le había preparado una tortilla con champiñones, zumo, y frutas de varios tipos peladas y cortadas en pequeños trozos. Ella decidió hervirse un té y se sentó a la mesa. Dio cuenta de toda la comida mientras hojeaba un libro. Le gustaba leer mientras desayunaba, aunque las veces que coincidía con Link dejaba los libros a un lado para conversar. O más bien conversaba ella, él solía asentir y hacer alguna que otra puntualización. Link era tan reservado... esa era otras de las muchas cosas de él que la hacían sentirse inquieta e intrigada.
Cuando acabó de desayunar y ordenar todo, salió a la calle. Topó con un par de aldeanos que le dieron los buenos días, todos le hacían una pequeña reverencia inclinando la cabeza. Costaba acostumbrarse a algo así, pero poco a poco empezó a parecerle algo normal. No guardaba recuerdos de nadie en la aldea, pero había creado otros nuevos y ya conocía a casi todo el mundo. A Prunia sí había logrado recordarla. Tenía muchas escenas inconexas de ella en su cabeza, aunque la Prunia que recordaba no se parecía en nada a la Prunia que vivía en lo alto de colina. Estar con ella le hacía sentirse extraña, era un recordatorio viviente de las muchas cosas que habían pasado y que no eran más que un enorme vacío dentro de su cabeza.
—¡Zelda, eh, Zelda!
—Buenos días, Cecille.
La joven de pelo corto y castaño dio una pequeña carrera hasta alcanzarla. A Zelda le caía muy bien. No era estúpida y sabía de sobra que debieron ser amigas en el pasado. Ahora también la consideraba su amiga, aunque Cecille nunca hablaba de nada que no estuviera ubicado en el presente, cosa que ella agradecía.
—¿A dónde vas? ¿Vas a dar un paseo?
—Voy al molino de Prunia. Tengo que devolverle unos pocos libros que cogí prestados de su biblioteca.
—¿Puedo acompañarte? Voy a por pan, así que podemos hacer un tramo de camino juntas.
Ella asintió con una sonrisa y echaron a andar colina arriba.
—Y dime... ¿qué tal va todo? —preguntó Cecille, con el tacto que todos empleaban para preguntar por su memoria de forma indirecta.
—No consigo recordar nada, así que...
—Oye, mañana es el festival de la cosecha, imagino que piensas ir, ¿no? —dijo Cecille, cambiando de tema. Zelda sonrió para sí misma, su amiga sabía entenderla muy bien al no insistir en lo de su memoria.
—Link habló un par de veces de ese festival. Le han pedido que ayude a montar puestos de madera o algo así, Karad vino a buscarle a casa.
—¿En serio no te ha contado nada del festival? ¿No te ha hablado de lo divertido que es ni de los fuegos artificiales?
Zelda se encogió de hombros y sintió un pellizco de malestar en el estómago.
—Le pediré a Link que te lleve al festival —dijo Cecille, con indignación.
—No, por favor, no hagas eso, Cecille.
—¿Por qué no? A veces Link me saca de mis casillas...
—No quiero que él se sienta obligado.
—Vamos, Zelda. No se sentirá obligado, en el festival de la cosecha habrá tanta comida como para alimentar a un ejército, seguro de que Link estará encantado de ir contigo.
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El trono perdido
FanfictionZelda ha renunciado a la idea de gobernar el reino y recorre junto a Link un Hyrule plagado de cicatrices del Cataclismo. Pronto descubrirá que cien años también han dejado huella en ella y tendrá que aprender a redescubrir su relación con Link, mie...