El camino que conducía al paso de Gerudo fue una auténtica tortura. Zelda quería parecer entera, una líder que no titubea cuando ha de dirigir a su grupo a un lugar seguro. Pero lo único que albergaba en su interior, eran ganas de llorar.
Dio instrucciones precisas, levantaron y pusieron el campamento allá donde ella lo ordenó y cuando lo ordenó. Nadie hacía preguntas porque el pesimismo se había apoderado un poco de todos. Por eso ella tenía que ser la más fuerte.
La segunda noche después de la marcha de Link estaban a las puertas del paso del desierto. Había unos destartalados establos regentados por un viejo goron. El lugar era la tibia sombra de lo que fue una vez, Zelda recordaba las veces que viajó al desierto en el pasado, cada vez que iba junto a Urbosa. Los establos a la puerta del desierto eran los únicos en Hyrule casi comparables a las caballerizas reales. Los caballos no solían adentrarse en el desierto, por eso los viajeros los dejaban en las caballerizas del paso, donde por un precio más o menos asequible serían atendidos y estarían a salvo. En las caballerizas solía haber comerciantes de todos los rincones de Hyrule, viajeros, investigadores... no quedaba ya nada de eso. En el paso no había más que silencio y soledad. Era otro montón de ruinas, tablas viejas y comidas por las termitas como otros muchos lugares.
—Alteza —el alcalde Reede se acercó mientras ella seguía dando órdenes para acomodar los caballos —creo que no deberíamos adentrarnos en el desierto esta noche.
—Estamos ya muy cerca del Bazar Sekken, ahí estaremos seguros. Sólo hay que andar unos pocos kilómetros más —repuso ella.
—Lo sé... pero no me gusta la idea de cruzar el paso al desierto por la noche. E-estamos un poco cansados, alteza.
Zelda suspiró. Tal vez los había hostigado para viajar muy rápido. Sólo pensaba en llegar a su destino para poder poner en marcha un grupo de búsqueda y así traer de vuelta a Kei y a Link.
—Está bien. Acamparemos y pasaremos aquí la noche.
Le dolían tanto los muslos de montar a caballo que una vez puso los pies en tierra le temblaron las piernas y casi perdió el equilibrio. Aquella noche, no iba a poder dormir. Era casi imposible pegar ojo, aunque su cuerpo le suplicase un poco de descanso. Link no estaba con ella para traerla de vuelta a la realidad. Sin él cerca, su mente se perdía vagando otra vez por las sombras del pasado. Ya había perdido demasiado, sólo rezaba a la Diosa Hylia una y otra vez para no perder a nadie más, para que Kei estuviese bien y sus heridas no fueran graves. El no saber nada de ellos era demoledor.
Cuando todos fueron a dormir, ella se quedó un rato más junto al fuego. Tan sólo veía y oía los pasos de Medda, patrullando alrededor del campamento, y soportaba los ronquidos del goron que atendía los establos.
Ya quedaban muy pocas páginas para terminar el diario de su padre. Había abandonado la lectura después de ser atrapada por Tarek, pero la retomó de nuevo en el poblado orni. "Los últimos días de padre con vida" pensó, al ver el poco grosor que componían las páginas que quedaban por leer. Algunos tramos del diario habían sido difíciles de leer, pero también habían vuelto a su padre más real y cercano, alguien con emociones y que también comete errores. Ahora no quería que se acabase la historia, que se acabase era un poco como volver a perderle.
Hoy les he vuelto a ver partir a caballo, sin decir a nadie el lugar al que se dirigen, casi sin avisar. Se asume sin contemplaciones que ella estará bien siempre que el muchacho esté a su lado, y eso me molesta profundamente. Sigo siendo su padre y sigo siendo el rey, exijo saber a dónde va mi hija de dieciséis años. Los sheikah se han vuelto confiados.
Parece como si el joven caballero me la estuviera arrebatando aún más de las manos. Sí, puede decirse que ese es un pensamiento de viejo, me he hecho mayor, pero supongo que es inevitable sentir cierta amargura. La he apartado. Durante todos estos años, la he apartado por el dolor que sentí cuando se fue su madre. La he apartado obligándola a alejarse de lo que le apasiona para que se centre en despertar su poder, creyendo que eso era lo correcto, y ahora está tan lejos que será difícil hacerla volver a mí. Ha encontrado consuelo en el muchacho, hasta un ciego podría verlo. Y al parecer, también él ha encontrado consuelo en ella. Por la Diosa, ¿a dónde habrán ido?
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El trono perdido
FanfictionZelda ha renunciado a la idea de gobernar el reino y recorre junto a Link un Hyrule plagado de cicatrices del Cataclismo. Pronto descubrirá que cien años también han dejado huella en ella y tendrá que aprender a redescubrir su relación con Link, mie...