¿Novia o niñera?

XXII

Desperté en una camilla, solo podía visualizar cortinas blancas, y una bandeja con instrumentos médicos. Fui abriendo los ojos lentamente hasta que la luz dejó de molestar, al parecer estaba en enfermería, al lado de mi sentado en una silla estaba Shu, dormido y con audífonos; como siempre. Me levanté hasta quedar sentada, me froté un poco los ojos y después lo moví un poco para despertarlo.

-Shu, Shu despierta, ya estoy bien.

Él abrió sus ojos lentamente y miró a mi dirección. Se levantó con pesadez y camino hacia la puerta.

-Vamos, hay algo que esa persona te debe de contar.-dijo sin ánimos, como siempre.

Me levanté, sentía los ojos hinchados y la cabeza de dolía un poco, pero ya no sentía tantos mareos.
Caminamos hasta la sala de espera, todos sin excepción alguna estaban ahí, esperando. En cuanto voltearon a verme el primero el levantarse fue Ayato, casi me caigo por la fuerza de su abrazo, estaba tan desesperado y se notaba. Uno a uno me fueron preguntando con más calma por mi estado de salud, a lo que yo contestaba con una pequeña sonrisa y un "Estoy bien, no hay de que preocuparse" Karl Heinz solo contemplaba la escena para después llamarme para hablar en privado, inmediatamente todos sus hijos lo voltearon a ver con frustración, enojo quizá, y yo como siempre no comprendía por qué.

- Anne, sé que esto va a ser muy duro para ti pero...tendré que llevarme a la niña.

Mi expresión cambio a una frustrante y triste y él pareció entender.

- Pero, Señor Sakamaki, por favor se lo imploro, no sé la lleve, no me aleje de ella, no podría........

Fui interrumpida.

- Lo siento Anne, así debe ser, y aunque quisiera llevarte conmigo es mucho riesgo por el simple hecho de que eres humana.

- No, por favor, no me la quite- solloce- ya me arrebataron a un ser querido, no podría....otra vez-mencione con tristeza y amargura.

- No -mencionó con firmeza- yo sé que podrás, puede que no seas muy fuerte físicamente, pero mentalmente no te dejas quebrantar con cualquier cosa, eres la más fuerte aquí y me refiero a que sabes que guardar odio y rencor dentro de ti solo te perjudicará, sabes mucho más sobre el amor y el perdón que mis hijos, es por eso que ellos te necesitan, ellos aunque no te des cuenta y no lo demuestren te tienen afecto. Te ayudarán en los momentos más difíciles, ya lo verás, y no solo ellos.- esto último me dejo con algo de duda, como que no solo ellos, acaso ¿tenían más hermanos?.

- Disculpe, a que se refiere con el "y no solo ellos"?

- Los verás dentro de unas cuantas semanas, sé que les agradarás.

- Eso espero- dije desanimada.

- Ven, vamos afuera, le pediré a Reiji que te lleve a casa, yo arreglaré todo para el funeral de tu madre.

Solo dije un Gracias triste. Karl Heinz le pidió a Reiji que me llevara a la mansión y así lo hizo. En todo el camino no cruzamos palabra alguna y la verdad lo prefería así, no tenía ánimos ni para eso. Llegamos e inmediatamente subí a mi cuarto, me encerré, no me sentía con ganas de hablar con nadie. Cuando ya estaba sola, empecé a imaginarme, todas las cosas buenas y malas que me habían ocurrido por mamá, vivimos hermosos momentos, al igual que tiempos de dificultad, pero siempre nos teníamos la una a la otra y ahora, ya no me queda ningún familiar, no tengo tíos, menos abuelos o hermanos, a mi padre casi no lo recuerdo, solo lo logro figurar cuando estoy soñando y todas son pesadillas, y a la pequeña Alice, que consideraba como a una pequeña hermana solo quiero llorar y sacarlo todo, todo lo que llevo por dentro.

No abría la puerta para nada. Y si me daba hambre salía hacia el pasillo cuando nadie me viera ten el suela de encontraría una bandeja con comida, la cual Reiji siempre dejaba. Cuando fue el funeral de mi madre los únicos que asistimos fueron los Sakamaki y obviamente yo, y la verdad me alegro de que no hubiera tanta gente, no me gusta que me vean así.
Aquel día no fue el típico día triste en donde el cielo está nublado y parece que se va a caer el cielo, estaba soleado, casi sin nubes, un hermoso día para tan trágica celebración. Después del entierro me volví a encerrar en mi cuarto, me sentía sola y aunque no lo estuviera del todo extrañaría muchísimo a mi madre, ya que ella dio todo por mí, siempre me apoyo y me dijo la verdad. Entre tanto pensar solo me quede dormida.

Querida Anne:
En serio lamento mucho lo de tu madre, a mi igual me dolió mucho, era muy cercano a ella (al igual que tu padre), no me puedo imaginar por lo que estás pasando, pero siempre recuerda que no estás sola. Y no te preocupes, te sacaré de aquí cueste lo que me cueste.

Con cariño
Tú mejor amigo

Esto lo tengo que esconder-pensé- si alguno de los Sakamaki se llegará a enterar de esto me bombardearían con un millar de preguntas y yo no sabría cómo contestarlas porqué ni siquiera sé quién es este sujeto y la verdad que miedo, se metió a mí cuarto sin que me pudiera dar cuenta, o sea que me matan y yo como si nada.
Doble el papel que se encontraba en mi mesa de noche y lo guardé en el cajón lo más rápido posible. Me levanté co algo de flojera, saqué ropa y me dispuse a tomar un refrescante y tranquilo baño. Cuando salí, me miré al espejo y, puede que mi apariencia no estuviera tan terrible como antes, mis ojos se veían claramente menos hinchados y mi nariz menos roja. Me cambie, me cepille el cabello y después de casi tres semanas sin haber bajado camine hasta la sala, me senté y observé el fuego de la chimenea, había tanto silencio que me pareció extraño. Pero no le tome importancia, de seguro seguían en la escuela; ya que era de noche. Camine hacia la biblioteca, tome un libro, regrese a la sala y empecé a leer. Todo parecía estar muy tranquilo y siendo sincera me sentí rara, ya que nunca está sola gracias a la niña. Un sonido que provenía de la cocina me causó intriga, lo primero que pensé fue que uno de los chicos de seguro se había regresado sin los otros, pero al llegar a la cocina no había nadie y la puerta que daba al jardín estaba entre abierta, por precaución tome un cuchillo grande, no quería llevarme ninguna sorpresa desagradable, camine y camine pero no vi nada. Me tranquilice un poco y supuse que todo era parte de mi imaginación, cuando veo a un chico de cabello café, de estatura alta, demasiado alto, su cabello estaba amarrado en un intento de cola de caballo.

- ¡¿Quien eres y qué haces aquí?! -grite ordenándole y enseñando el cuchillo.

-Tch, quien te crees para hablarme así, ehh!!

- Está no es su casa, no debería de estar aquí- espete con autoridad.

- Tampoco la tuya, humana.

Me sorprendí por un instante, como era posible de que supiera que esta no es mi casa y por qué me habrá llamado humana, o es que acaso, él no sea humano.

- Yuma, asustas a la pequeña gatita. Neee, Anne-Chan no te haremos nada malo.- esta vez hablo un chico de cabello rubio, con los ojos azul claro y qué vestía como si fuera ir a una pasarela.

- No estoy asustada, y no les volveré a repetir, fuera de aquí, no es su casa y los dueños creo no estarán muy contentos si llegan y ven este escándalo.

- Pero....tú eres...la que armo...el escándalo -susurró despacio un chico con cabello gris, con unos ojos (a decir verdad) bonitos pero con cicatrices y vendas.

- Como quieres que no arme un escándalo si los encuentro aquí como si nada y ni siquiera viven aquí. Que era lo que esperaban, que les abriera los brazos y les diera la bienvenida, noo!!
Ahora se tienen que ir.- ordene.

- Que ingenua

- ¿Qué?- dije volteando para ver al sujeto que había dicho eso.
Era un chico muy bien vestido, muy elegante, con ojos color azul y cabello azabache, llevaba un libro de pasta azul en la mano y con una mirada muy calculadora y fría. Estas personas no creo que sean simples humanos, pensé.

- Crees que con unas cuantas palabras
así harás que nos vayamos?

- Pues la verdad es que no, aunque esperaba que sí, ni siquiera me han dicho la razón por la cual están aquí.

- ¿Quieres saberlo?

- Creo que merezco una explicación.

- Te la daré pero primero, cierra los ojos.

Vi como acercaba su mano y oscuridad, fue lo único que vi.