Capítulo 9: Les rois du monde

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Domingo por la tarde. 

—Espera, Jean... me duelen los labios. —se separó el rubio de los labios de Leroy para tomar aire.

—No me culpes... ¿sabes lo difícil que era aguantar las ganas de besarte cada que te veía al lado de Nikiforov? —giró los ojos al recordar a su gatito con su eterno rival.
—Era normal, somos el equipo ruso. —dijo con orgullo.
—¿Era?
—Sí, el viejo se largó a Japón con el cerdo dándonos la espalda. —gruñó.
—¿Celoso...?
—¿Por él? Jamás.
—Porque yo sí estoy celoso de él y de todo el tiempo que pasaron juntos —comentó con seriedad.
—En realidad no fue tanto tiempo, quizá cinco o seis años.
—Ah mira... poco tiempo... —suspiró.
—Ahh... Jean. —puchereó. —Era lógico estar juntos, Yakov nos entrenaba a todos, incluyendo a Mila y Georgi.
—Está bien... —besó su frente. —Tengo que agradecerle personalmente a Katsuki por haberse llevado a Viktor.
—Tonto. —el rubio rió y volvió a besar a su ahora novio.

Leroy iba a regresar al día siguiente a Canadá, tenía que concentrarse en su entrenamiento al igual que Yuri pues en unos meses más se llevaría a cabo la copa Rostelecom.

—Quédate un día más... —pidió el rubio.
—Si por mi fuera me quedaría toda la vida aquí, contigo, pero mis padres me están esperando en Canadá para ver los avances de mi rutina. —dijo triste.

El menor bajo la mirada.

—No te preocupes, estaremos en contacto todos los días siempre y cuando Yakov y Lilia te lo permitan. —rió.

La noche llegó, era momento de que JJ regresara a su hotel por sus pertenecías y de ahí al aeropuerto.

—Pronto vendré a verte, te lo prometo. —y selló esa promesa con un profundo beso y un abrazo que el ruso rogaba durara para siempre.

JJ siempre había sido fiel a su palabra: Ya era una semana desde su regreso a Canadá y ningún día falto de mensajearse con Yuri, de hablar por horas y horas sin importar la diferencia horaria.

Mensaje nuevo:

De: Rey de los idiotas.

Bonne niut, mon amour... ¿Cómo ha ido tu día? Espero que estés extrañándome tanto como yo a ti.

El día de hoy recordé nuestra plática en tu departamento el primer día que fui a visitarte, recordé cuando me preguntaste si alguna vez me había sentido solo...

Te mentí.

Desde que tengo uso de razón he sido un rey; un rey que siempre vivió encerrado en su castillo, que miraba a todos desde la cima ignorando las cosas más bellas e importantes de la vida; el amor, amistad o simplemente el hecho de compartir tu alegría con los demás.

Sí, hacía lo que quería, pero siempre solo...

Las personas que llegaban a tratarme de forma diferente solo por ser hijo de "padres campeones"... Hacer amigos se volvió más difícil con el pasar de los años y finalmente terminé aceptando esa carga, por lo que me convertí en un estúpido egocéntrico cuya única diversión era sentirse superior a todos.

Pero gracias a esa "carga" logré conocerte y me siento más afortunado que nunca.

Ahora que estás en mi vida siento que puedo hacer todo lo que me proponga y no solo por tratarse de mi ego, quiero hacerlo por ti, quiero que en verdad estés orgulloso de mí, de la persona que te ama más que nadie en el mundo.

Quiero que tú y yo seamos los reyes del mundo, siempre juntos.

El día de hoy me fue imposible concentrarme en mi rutina para la copa, así que mi entrenador me dio el día libre y preparé esto especialmente para ti.

Yuri... Je t'aime.

Con el mensaje venía adjunto un vídeo.

Era Leroy realizando una rutina hecha por el mismo; "les rois du monde" era la canción, una de las más especiales en la vida del canadiense.

A los cinco años de edad escuchó por primera vez esa melodía y desde entonces el amor por esa canción nunca se fue, varias veces quiso hacer una rutina digna de semejante obra de arte pero nunca se sintió lo suficientemente bueno para hacerlo, hasta ahora, todo gracias a Yuri, su musa.

Jean estaba dejando de pensar solamente en él, su mundo ahora era junto a Plisetsky a tal grado de hacer una rutina tan maravillosa que de ser usada en una competencia seguro le daría el oro, pero aquella fue hecha por y para su musa únicamente, aquella melodía era solo de los dos.

De los reyes del mundo.

John terminó de leer el mensaje y suspiró, sabía que su amigo estaba perdidamente enamorado.

—Muy lindo todo, Jean, pero... ¿cuándo hablarás con él sobre...?
—No será necesario, acabaré con ello cuando antes. —dijo con seguridad.
—Eso espero, si llega a enterarse te odiara toda su vida.
—No lo digas ni de broma... John, de verdad estoy enamorado, como nunca en mi vida.

Su amigo lo miró por unos segundos y después dio una palmada en su hombro.

—De todo corazón deseo que estés siempre con él, JJ.

San Petersburgo.

—Cada día me sorprendes más... —dijo para sí mismo mientras terminaba de leer el mensaje por décima vez, simplemente o podía creer que Leroy hiciera algo tan maravilloso solo para él, si bien era consciente del talento de su novio el dedicarle una rutina completa era demasiado, incluso para "el rey JJ".

—Yaroslav... —tomó a su mascota en brazos. —Lo quiero tanto... que siento miedo. —soltó al felino para tomar de nuevo el celular y mirar atento una foto de JJ. —Siento que podría llegar a necesitarlo como a nadie... Y si en algún momento se va de mi lado... ¿qué haré? 

Stupid Liar │ PliroyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora