Capítulo 10: Le poète russe

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La rutina de Yuri estaba casi lista, las intensas jornadas de entrenamiento habían valido la pena, solo unos repasos más y Plisetsky estaba más que listo para ir por el oro.

Pasaba de media noche y el rubio seguía despierto, aprovechando que tenía descanso al siguiente día, bendita Lilia.

Amaba en demasía las noches en las que podía quedarse despierto escuchando música o leyendo sin preocuparse por nada, se acercó a su adorada tornamesa y colocó un disco en ella; Tchaikovsky : Swan Lake Suite, uno de sus favoritos para relajarse.

—Hoy podremos desvelarnos, Yaroslav. —el gato comenzó a ronronear y se acurrucó en las piernas de Yuri. —Ya nos hacía falta una noche así. —sonrió ampliamente y se colocó una manta encima, una taza de té y un buen libro de poesía rusa era todo lo que necesitaba para pasar una noche amena.

Yuri había vivido más de cuatro años solo por lo que leerle en voz alta a su gato se había vuelto una costumbre, aquel felino era el acompañante perfecto en esos años de soledad; el no exigía amor y respetando el espacio de ambos escuchaba atento cada una de sus palabras o al menos eso le decía la mirada profunda del "sagrado de Birmania" que en cuanto le veía tomar un libro corría a echarse sobre las piernas de su amo, pues ese momento era solo de los dos.

—"Quiero que cubras mi cielo con las estrellas, de tu modo especial pintoresco... Deja que llene los pulmones de aire, con tu misterioso perfume fresco... En mi cielo las estrellas lucen como miles de intensas chispas... Se encontrará nuestras miradas, reflejando el amor y la sinceridad... Cumple con mis deseos, ya que muchas veces los tenemos iguales, adivina antes de tiempo, cuáles son, siente con el alma y la piel... Observaré tu creación, destacaré una de las estrellas, con la fluorescencia más luminosa y la llamaré por tu nombre divino..."

Terminó de leer aquel fragmento de Tatyana Guecata y dejo el libro a un lado.

—¿Sabes, Yaroslav? Muchas veces leí ese poema pero jamás lo sentí, incluso siento un nudo en la garganta... Dime ¿crees que estoy perdiendo contra esto que siento? —cuestionó y lo miró como si esperara alguna respuesta del felino pero antes de obtener siquiera un maullido de éste el sonido de su celular les interrumpió.

—Demonios... Debí haberlo apagado. —con delicadeza quitó al gato de sus piernas y se dirigió a su habitación para ver quién le estaba molestando a esa hora. —Donde sea Yakov para decirme que sí voy a entrenar... —bufó y tomó el móvil, quedando totalmente sonrojado al ver aquel nombre.

Mensaje nuevo:

De: Rey de los idiotas. ♥

Los rusos tienen una forma muy peculiar de hacer poesía... Lees muy bien, le pones bastante sentimiento, Yuri, aceleraste mi corazón. Por cierto, ya que Yaroslav no te contestó lo haré yo por él: Sí, Yuri, ambos nos estamos perdiendo en esto que sentimos y créeme que jamás había estado más feliz por perder.

—¿Cómo demo...? —abrió los ojos como platos y lanzó el celular a la cama para después correr a la puerta donde se encontraba JJ, que sostenía un hermoso peluche de gatito con su diestra.

Bonne niut, mon amour! —con una amplia sonrisa en el rostro saludó de lo más normal.

Era verdad, el ruso estaba perdiendo en esa guerra llamada "amor", ya era demasiado tarde para negarse a lo más evidente; Yuri Plisetsky estaba perdidamente enamorado de Jean Jacques Leroy y viceversa.

Los ojos de Yuri parecían tener diamantes; brillaban tanto al ver a su amado después de dos semanas, Plisetsky no resistió más y se lanzó a los brazos de Leroy, adueñándose inmediatamente de sus labios.

—¿Tanto me extrañaste? —preguntó el mayor sobre los labios del rubio.
—Sí, idiota... —respondió sin soltarlo.

Yuri tomó de la mano a JJ y ambos entraron al departamento.

—Creí que estabas en Canadá.
—Estaba, pero te extrañaba tanto que en cuanto mi rutina estuvo lista tomé el primer vuelo a San Petersburgo. —dijo acariciando la mejilla del más bajo.
—Hablando de rutina... —sus mejillas empezaron a tornarse rozadas. —Gracias por el regalo, Jean... De verdad tienes un talento excepcional.

Muchas personas alababan al "rey" pero aquel cumplido que salió de los labios de su gatito se sintió como el mejor de su vida.

—Me alegra que te gustara... Pero yo soy el que debería agradecerte, gracias a ti por fin pude hacer esa rutina que tenía años en mi mente y no me animaba a ejecutar. —tomó ambas manos de Yuri y entrelazó sus dedos con los ajenos.

—El mérito es tuyo... —musitó.

—Yuri... Tú eres mi musa, mi inspiración, mi felicidad... Yuri, tú ahora eres mi todo. —Leroy era más sincero que nunca, el rey le estaba entregando su corazón y su alma al pequeño tigre de hielo de Rusia. —Soy tuyo... sin importar que pase yo siempre voy a amarte solo a ti.

El ruso notó que la mirada de Leroy era más honesta que nunca. —Yo... También te amo, Jean... —confesó.

JJ tomó por ambas mejillas al rubio, juntando sus labios con los ajenos en necesitado beso.

Joder, como extrañaba esos labios rosas.

Con el pasar de los minutos ese beso romántico se convirtió en uno más apasionado, Leroy se colocó sobre Yuri necesitando cada vez más de él, de sus labios y de su cuerpo.

Posó sus manos sobre la cintura del menor, empezando a acariciarla por debajo de su camisa.

Yuri tenía razón, esa noche no iba a dormir.

Stupid Liar │ PliroyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora