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    Observó con recelo su encorvada espalda. Su comentario tan grosero la hizo soltar un pequeño y casi inaudible berrinche.

    -¿Te quedarás ahí o te sentarás para poder comenzar?-- ni siquiera le dedicó una mirada, lo que la hizo enfurecer a un más.

    Nadie le hablaba de esa manera.

    Caminó desganada y tomó asiento al lado del rubio, mantuvo una distancia prudente, pues a pesar de la descortesía del chico, ella se encontraba en su casa y apenas lo conocía.

    De hecho, nunca lo había tratado antes. Entonces fijó su vista en él. Su piel era tan pálida, tan blanca como la fría nieve, sintió unas tremendas ganas de saber sí sus mejillas eran tan suaves como se apreciaba a simple vista. No obstante, borró ese pensamiento cuando en su mente apareció el rostro del joven Jeon. Él era perfecto, no había comparación.

    Miró a su alrededor, la habitación apenas parecía tener vida. Era completamente gris con unos toques blancos que le daban apariencia elegante, a diferencia de las paredes fuera de esa recamara, esta no contaba con un cuadro, ni siquiera una fotografía. No podía decir que este era el cuarto del adolescente, puesto que no había una cama. La habitación era exclusivamente para el piano, nada más. La única distracción que podrías encontrar sería la enorme ventana a su costado izquierdo, fuera de ahí, nada.

    Recordó haber visto varios recuadros con fotos familiares en el pasillo, una inesperada envidia creció en ella. Su casa era más amplia, con colores vivos, no recordaba haber visto ninguno tan apagado. Sin embargo, eso no era lo que ella sentía al llegar a casa, no había nada que le transmitiera felicidad. 

    Siempre procuraba realizar todos los trabajos escolares fuera de casa, prefería escuchar cómo sus amigas presumían sus hogares, que llegar a su casa y no poder hacer lo mismo, puesto que ese no era su hogar, solo era una construcción de años, que algún día pasaría a la historia ya que se mudaría tan solo tuviera la oportunidad.

    Fue cuando entre sus pensamientos, se transportó hacia el suceso del viernes en la noche. Su padre apenas y había dejado que viese la imagen. Trataba de no pensar mucho en ello, ya era costumbre no ver ni un retrato de su madre por la casa. Prefirió no darle vueltas al asunto. Sabía cómo terminarían las cosas sí lo hacía. Ella, en su habitación, con el teléfono en mano llamando a alguien que nunca atendería.

    Un sonido chirriante y desafinado la trajo de vuelta a la realidad. Seguía en la clase, con Kim YoonGi a su lado, quién la veía con enojo, incluso llego a preguntarse sí no le dolería el rostro por pasar tanto tiempo con el ceño fruncido.

    Al igual que él, hizo una mueca de disgusto, que después de segundos pasó a ser de burla.

    -¿Seguro que sabes tocarlo? Digo, si así toca mi tutor, no quiero pensar cómo llegaré a hacerlo yo.-- alzó un poco las cejas y desvió su mirada a las teclas del instrumento.

    Muchas veces había pensado que el piano sería un gran acompañamiento musical para cualquier composición. Nunca lo revelaría frente a Sook, pero muy dentro de ella agradecía que la mujer se haya tomado el tiempo en inscribirla, incluso si, hasta ahora, no le agradara su tutor. Era, más que nada, un sentimiento extraño, nuevo e incomodo. Ya que, a pesar de no expresarlo frente a él, le hubiera gustado que su padre se tomara el tiempo de pensar qué le gustaría, pero eso no pasaba desde hace años.

    - Me importa un carajo. -- Yun abrió los ojos al escuchar su voz tan borde y seca-- Presta atención, no voy a malgastar mi tiempo en alguien que no desea aprender ¿Entiendes, niña?--

    Bak Yun deseó haber respondido algo ofensivo, pero, ese chico asistía al mismo instituto que ella, y, por si fuera poco, se sentaba en la misma mesa que su futuro novio, Jungkook.

Painful Melody ➳ Myg + JjkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora