Con todo, cuando es auténtica, la amistad alberga momentos luminosos asociados a sentimientos de libertad y ejercicios de apertura a formas nuevas de experimentar el mundo, con riesgos pero sin zozobra. Son actos libres realizados contra el telón de fondo de una confianza basada en una memoria de encuentros y acontecimientos anclados en la tradición de una pequeña comunidad.
Claro está que no todas las amistades declaradas son verdaderas, y abundan las construidas sobre el sentimiento compartido de una búsqueda no de lo mejor, sino simplemente de lo conveniente. Tampoco es fácil distinguirlas y, en todo caso, el aturdimiento de la juventud, de la que muchas amistades arrancan, no facilita el hacerlo. Pero aunque nos equivoquemos, esto tiene su compensación. Porque si la sensación de satisfacción que produce la experiencia de una verdadera amistad es profunda, tanto o más puede serlo la de perderla.
La amistad es una cajita de cristal. Pequeña, transparente, donde guardas allí dentro todos tus pensamientos, ideas... un cristal fino donde te reflejas. Material en el que están hechos tus sueños. Son porciones de tu corazón que intentas que no se rayen nunca. Un amigo es más que una persona. Algo que no es físico, algo que siempre llevas. Es eso que recoges por el camino y guardas en tu cajita de cristal, cuidadosamente acomodado en su interior de terciopelo. Todo eso en lo que crees, en lo que confías, en lo que sientes.
Eso que más allá del mundo, encuentras. Eso que te abraza cuando piensas que no puedes más. Algo que lamentas no ver. Porque el amigo no se ve, no se toca, no se huele. Simplemente lo sientes. Y, aunque se encuentre sentado a tu lado, tú nunca lo ves como la materia física que es. Es aquello por lo que darías todo.
-¡Rim, espera!-
Y Bak Yun no podía solo mirar la grieta en su pequeña caja de cristal y quedarse sin hacer nada.
-Yun, llegare tarde a clase. - habló neutra al sentir cómo la pelinegra la tomaba del brazo. Bak sintiò sus ojos escocer, fingir un día más que la rubia no le hacía falta la volvería loca. No soportaba estar rodeada de personas que no la entendían, necesitaba a su amiga. Necesitaba atar otro cabo suelto.
-Por favor, solo escuchame. -
El nudo que comenzaba a formarse en su garganta la hizo prestarle atención, muy dentro de ella sabía que no podía seguir ignorandola. - Tienes un minuto, Bak Yun.
-Yo... lo siento, ¿Si? Actué cómo una tonta esa mañana, dije cosas que no debí haber dicho. - apartó la mirada al ver los cómo los ojos de la rubia comenzaban a cristalizarse. Estaba arrepentida. De todo el daño que había provocado su inmadurez aquel día. Sin embargo, se dió cuenta que no toda la culpa podía caer sobre ella. Porque si bien, Bak Yun había comenzado nuevamente a contruir lo que ella misma había roto, pero nadie se acercaba a tratar de arreglarla. - Y tú no tienes la culpa de todo lo que pasa en mi vida. -
-Dijiste que no era nada en tu vida. - Reclamó con un ligero puchero mientras que una traicionera lagrima caía. -Yo había preparado galletitas para que estuvieras bien. - Yun no pudo evitar sonreír un poco, Rim era tan tierna, y ella la única tonta que se le había ocurrido lastimarla. -¿Por qué sonríes tonta? ¿Acaso quieres morir?--
Bak Yun negó con la cabeza mientras limpiaba las lágrimas de su amiga.
-Escuchame. - La tomó por los hombros, captando la atención total de la rubia. -No eres nadie, eres mi mejor amiga, Tae Rim. -Bajó la mirada por unos segundos sintiendose un poco avergonzada al haber hecho sentir así a su amiga. - Y te necesito en mi vida, ¿Comprendes? Esa mañana estaba más perdida que nunca, e hice que toda la culpa recayera en ti. ¿Me disculpas?--
Entonces la rubia pensó, que no debía pensar demasiado. Ambas habían tenido problemas, ambas cometieron errores y se lastimaron, tal vez una más que la otra, pero ahí estaban, y eso era lo unico que importaba. Así que no dudó en abrazar a la pelinegra cuándo ésta comenzó a lagrimear.
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Painful Melody ➳ Myg + Jjk
Fiksi PenggemarLa muerte resulta ser más dolorosa para las personas que a su alrededor quedan con vida, traumática. He cometido el error de esconderme en el silencio, refugiarme en la calidez de mis recuerdos, evadir el descarnado dolor que conlleva "madurar". E...