11.

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 Las mañanas eran cada vez más frías.

Yun se encogió dentro de su abrigo con la intención de conservar el calor que en la tela de su ropa guardaba. Trató de imaginarse a sí misma sentada en la cafetería, tomando una tasa de chocolate caliente pues, según había escuchado en algún lugar, el pensar en ese tipo de cosas ayudaban a mantener alguna temperatura. Si tienes calor, pensarías en un cono de helado, si tienes frío, en una chimenea. Pero, ¿aquel consejo aplicaría para cualquier tipo de situación?

Sin quererlo sus recuerdos la llevaron hasta la sala de su casa, sentada en el regazo de su padre, envuelta por el calor de aquel hombre que con ternura mecía a su pequeña hija, acurrucandola entre sus brazos. Alguna melodía navideña sonaba por los parlantes del televisor encendido, sus pequeños ojos perdían fuerza con rapidez.

Entonces sintió como su corazón se oprimió dentro de su pecho, obligándola a abrir los ojos y volver a la parada.

Un desagradable malestar se estacionó en su estomago y la opresión en su pecho no hizo más que agudizarse ante aquella imagen. Su padre.

Hacia días que no sabía de él.

Quizo pensar la revoltura que ahora tenía en el estomago no era más que sus intestinos exigiendo alimento pues, con tal de evitar a Sook, salió con cuidado y sin siquiera detenerse en la cocina a tomar algo de comer. Muy en el fondo sabía que esto no era más que otro tonto intento para tapar al Sol con un dedo. ¿Acaso sentía culpa? y si ese era el caso, ¿culpa de qué? ¿de hablar con la verdad? ¿o por no saber llevar las consecuencias?

--Señorita ¿No va a subir? --preguntó el chofer del transporte levantando la voz. De inmediato Yun asintió apenada y abordó el autobús.

Luego de pasar su tarjeta y disculparse con el hombre, tomó asiento.

Al girarse para dejar su mochila en el asiento de al lado un recuerdo evocó a su memoria, obligándola a detener su acción. Mantuvo la vista clavada en el asiento vacío, sintiéndose abrumada por la ráfaga de emociones que en ella nacían, crecían y se expandían.

Ella era consciente del poder que las palabras poseían, sin embargo este poder es otorgado de una persona a otra, y es por eso que no te puede importar menos lo que un desconocido pueda decir sobre ti. ¿En qué momento Yoongi había dejado de ser un desconocido? ¿Cuándo Yun le otorgó el poder de hacerla sentir de mil maneras con tan solo abrir la boca? Llenarla de confianza y bajarla de un tirón al suelo en una sola oración.

Con recelo abrazó su mochila contra su pecho y giró la cabeza para perderse en el panorama urbano.

El peso de sus palabras no la dejaban ponerse de pie pues -y aun que odiara admitirlo- tenía razón.

¿Realmente me victimizó?, pensó.

Meneó la cabeza un par de veces en rotunda negación. No, él que puede saber.

Y ahí estaba la respuesta ya que, exactamente, Yoongi no sabía nada. Absolutamente nada.

Mientras caminaba por la calle aledaña al recinto estudiantil, no paraba de darle vueltas a la idea de, tal vez, haber mal interpretado a su compañero. Otra vez ese pequeño pinchazo se clavó en su abdomen, solo que esta vez supo distinguir con claridad la más cruda de las culpas.

No solo le había gritado y reprochado por algo que probablemente él ni entendiera o quisiera entender, si no que lo hizo frente a casi toda la escuela. Un aplauso a Bak Yun, la ahora oficial Reyna de los espectáculos en público. La había cagado, y muy grande.

El la entrada principal, y para su sorpresa, se encontraban Suk Ja y Young esperándola con unas bastante amplias sonrisas.

No tardó en notar la ausencia de Rim.

Painful Melody ➳ Myg + JjkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora