-¿Agoney? -se escuchan golpes de la puerta- ¡Agoney!
Saltó de la cama inmediatamente, despertando por los golpes que venían de la puerta. Salió a abrir y era un señor alto, más específicamente un profesor.
-Agoney, ¿Te has quedado dormido?
- Yo.. perdón. No descansé muy bien. Bajo en 5 minutos -dice rascándose la nuca.
- Te has perdido el desayuno y una actividad que hemos hecho.
- ¿Quién se ha percatado de que no estaba? Si soy invisible para todo el mun.. -le cortó.
- Raoul Vázquez, gracias a él te hemos venido a buscar.
- Pues vale.. -dice apoyándose en el marco de la puerta
- Sabrás que tendrás un castigo por quedarse dormido, ¿Verdad?
- Un… ¿Castigo?
- Hoy te quedarás a Limpiar tu habitación y a ordenarlo, lo tuyo y lo de tu compañero. También te quedarás sin actividades hoy, sin salir de aquí.
- ¿QUÉ? No puede hacerme eso, ¿Me va a dejar apartado de los demás niños y niñas por quedarme dormido?
- Puede ir empezando ya, Hernández.
El señor se fue, medio riéndose. Era el profesor de gimnasia, más bien el padre de Raoul. Agoney notaba que desde que llegó a juntarse con él, ese señor intentaba que estuvieran lo más lejos posible. Pero no podía conseguirlo, ya que hasta dormían juntos y compartían un baño juntos.
Cerró la puerta de un golpe y se dirigió con rabia al armario. Cogió un conjunto corto deportivo y unas zapatillas. Mientras se vestía, empezó a acordarse del sueño que acababa de tener. ¿Raoul gay? Eso no era posible. Era el chico más heterosexual que podrías encontrar. Siempre le ves ligando o hablando con chicas, con los chicos tiene otra relación… y conmigo otra relación también.
Se levantó de la cama y se dirigió al baño. Se miró en el espejo, tenía el pelo rizado y le caía un rizo por la frente. No podía parar de recordar aquello.
-Mi pelo hoy no está bien tío.
- Espera, ¿Llamo a tu peluquero privado? -asoma la cabeza por la parte superior del libro.
- Vete a la mierda Agoney. -coge el peine para hacer un mini tupé.
- A ver -se levanta tirando el libro en la cama y dirigiéndose hacía Raoul- Deberías ponerte un poco de agua y dejarlo suelto, no tan recogido.
- Hombre, ¿Desde cuándo está mi peluquero privado ya aquí? -ríe, mirándolo desde el espejo.
- Gilipollas.
- Pues te recuerdo lo mucho que quieres a este gilipollas.
- ¿Quererte? -se apoya en el lavamanos de espaldas al espejo- Las ganas tuyas chaval.
- Que pena… iba a decir que yo también. -ríe algo más suave, nervioso.
- Pues dilo.
- ¿Eh?
- Di, “Agoney, te quiero”
- Estás fatal tío, deja de leer ese libro. -le mira de frente.
Agoney se limitó a quedarse callado, en aquella misma posición.
-Tu pelo está siempre bien. -dice tocando el rizo que le caía por la frente.
- Y el tuyo también, idiota. -le tocó el tupé.
- Pero qué dices tío, ¿Has visto lo bien que te queda el pelo rizado? Es que…
- ¿Qué?
- Nada, ¿Nos vamos ya o quieres perderte el musical? -sale del baño.
Pasó el día limpiando y ordenando la habitación. Aún le quedaba ahí una semana antes de irse a Tenerife. Tenían días de ensayos para la actuación y también otros días de jugar y disfrutar. Tomar el sol, salir de compras… etc. La mayoría eran chicos y chicas entre 14 y 16 años, no hacía falta que un tutor fuera con ellos. Les daban ese pequeño espacio fuera del hotel. Pero al canario le tenían muy vigilado.
22:30, acabó rendido en la cama. El rubio aún no había llegado. Le esperó para hablar con él, de cualquier cosa que le había pasado durante el día.
Se levantó con sus últimas fuerzas de la cama, le pesaban los pies y los ojos se le cerraban solos. Entró al baño y se lavó los dientes. A los pocos segundos, se escucha murmullo que venía del pasillo y poco después como abrían la puerta. Agoney se secó la cara rápido y salió del baño. Ahí estaba, de pie quitándose la camisa. Solo se limitó a observar desde la puerta del baño, apoyado en el marco por un hombro y con un gesto en la cara que de tan solo verlo, siente calma.
-¿Qué tal tu día, ricitos? -dice mirándole desde la cama.
- El mejor día desde que nací. Fiesta, alcohol, chicas… ya ves. -se sienta al lado de él.
- Qué idiota eres tío.. -se quita las zapatillas.
- Ya..
Se quedó entre los dos un silencio incómodo. Agoney se apoyó en el hombro del rubio, cerrando los ojos con delicadeza. El otro se apoyó en su cabeza, tocando los rizos que tenía con la mano de atrás. El canario comenzó a subir poco a poco la cara, intentando ser discreto. Raoul solo le seguía, hasta que se encontró con la cara de el otro. Se miraron fijamente, teniendo entre ellos 0 espacio vital. Con ganas y miedo, Agoney apoyó su mano en su nuca. Nervioso, acarició el pelo casi de color dorado y bastante suave. Sus labios se acercaron, con más miedo cada segundo que el anterior. Rozando los labios que temblaban bastante, acabaron en un pequeño beso. Tímido, pero no acabó pronto. El beso fue a más, cada vez había más intensidad y más ganas. El miedo dejó de formar parte de Raoul y Agoney. El rubio se quitó la camisa rápidamente, el otro le observaba en el poco tiempo que tenía de hacerlo porque al fundirse en la boca de Raoul, sus ojos reaccionan a cerrarse.
-golpes en la puerta- ¿Raoul? ¿Estás despierto?
- Mierda.
Agoney se sentó rápidamente y el otro, sin camisa y algo despeinado se levantó a abrir.
-¿Papá? ¿Qué haces aquí?
- Sólo quería saber si tu compañero de habitación había cumplido su castigo. -se asoma desde la puerta, mirando el interior.
- Si si lo ha hecho, está todo en orden ahora por favor vete. Estoy cansado, necesito dormir y eso…
- Está bien. Buenas noches. Mañana preparación física a las 7:00 en la piscina. Te espero ahí hijo. -le revuelve el pelo- y peinate, que pareces un salvaje por dios
- Adiós Papá. -cierra la puerta y se apoya en ella.
Agoney no paraba de reírse de él.
-¿De que te ríes? -va a su cama molesto.
- Admite que es gracioso lo que te acaba de pasar. Te estabas liando conmigo y luego llega tu padre. -se dirige a él.
- Si lo más gracioso que me ha pasado. Le caes súper mal, para que lo sepas.
- No es una novedad, a nadie le caigo bien. -se sienta a su lado.
- Déjate de dramatismos y estupideces
Agoney. -le da un golpe en el hombro.
-¿Buenas... noches? -le mira.
- Si, mejor vamos a dormir y olvidar todo lo que acaba de pasar. Buenas noches.
Se tapa con la sábana y se gira. Agoney se levantó al ver la sequedad con la que estaba hablando. Sabía lo que iba a pasar después de aquel beso en plural. Lo sabía.
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Minute By Minute - Ragoney
FanfictionY cuándo menos lo esperas, las oportunidades vienen, el amor se hace y la música se compone. Cuándo menos lo esperas, ahí está alguien que se ha enamorado de ti tanto como tú de él. Era ese Rubio, que prometía estar ahí y ese Canario, que le encanta...