Hamartia

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Habían pasado 3 días desde aquella noche, sin mencionar el tema en absoluto. Se trataban como siempre, como si nada hubiese pasado. Agoney intentaba seguirle el juego, intentando que cualquier tema de conversación fuera incómodo para ambos. Se despertaban mutuamente tirándose encima del otro, se peinaban juntos y en algún momento se ayudaban con el pelo tan rizado de Agoney o con el tupé del rubio, hacían zumos de naranja por el calor, compartían el mismo libro, toalla de piscina e incluso la ropa. Fueron 3 días intensos pero como decía, sin cambio en ambos. Eran 2 amigos que se llevaban muy bien y no aparentaba otra cosa sino eso, pero para Agoney no.

-¿Dónde te vas a sentar? -dice tocando cada asiento el autobús.

- No sé, dime tú.

- Pues aquí.

- Pero si son los peores. -reprocha

- ¿Entonces para qué me dices que elija? -se gira.

- Bueno siéntate ya, da igual. -le empuja al asiento.

- Agoney, ¿Qué te pasa?

- Nada, ¿Qué me va a pasar? Estoy como siempre. -sonríe.

- A mi con una sonrisa no me vas a convencer ¿Sabes? -le gira la cabeza para tener un contacto visual.

- No te das cuenta, Raoul. Eso es lo que pasa.

- No ha pasado absolutamente nada para que estés así ahora tío. Calmate.

- ¿Ah no? ¿No ha pasado nada? Qué curioso. Porque hace 3 noches nos…

-le tapa la boca con la mano- Qué coño haces. Cállate tío.

- Pues eso, pero no pasa nada. -mete la mano en la mochila- ¿Té?

- Agoney… Vale. Luego cuando lleguemos, hablamos. -dice apoyándose en el cristal que ardía.

- ¿No te quema? -le mira.

- ¿Me vas a contestar después de todo lo que me has soltado ahora?

- Vale sí está bien. Pero no seas gilipollas. Tampoco tienes que estar separado de mi. -le acaricia el pelo.

Le molestó aquel gesto. De que se enfadara con él y luego fuera de colegas. Era algo que Raoul no soportaba.

-Prefiero quemarme gracias -dice con un tono bastante molesto

-¿Quieres uno? -señala los auriculares- es buena.

- No.. Me limitaré a no existir y a dormir un poco. -se gira al cristal de nuevo.

Agoney no estaba incómodo, pero no le gustaba ese tipo de tensión innecesaria entre ambos.

-¿Quieres mi libro y lees un poco?

-¿De qué va? -dice en la misma posición.

- De un chico rubio y pequeñín que le gustaba meterse con su compañero de habitación. ¿Te llama la atención?

Soltó una sonrisa tonta, aun estando frente al cristal sin que Agoney viese su cara.

-Quizás. -coge el libro con firmeza.

-Ya veremos.

-Sí, ya veremos.

Pasaron todo el trayecto sin hablar. Tan concentrado en el libro, tan concentrado en la música. Nada ni nadie interrumpió aquel momento de calma total que tenían ambos, incluso teniéndose a ambos.

Hicieron una parada para ir al baño de unos 20 minutos. Raoul se había quedado dormido con el libro en la cara.

-¿Quieres ir al baño? -dice mientras se desamarraba el cinturón del autobús- ¿Raoul?

-¿Eh? Sí sí, déjame pasar anda -dice algo desubicado y con la voz de recién levantado, como quién ha dormido toda la noche.

Agoney se levantó para dejarle pasar. Raoul no paraba de chocarse con los asientos mientras se rascaba los ojos. El canario se limitó a observar y reírse de él. Le transmitía ternura verlo recién levantado. Dirigió la mirada al asiento de nuevo para sentarse y había un papel en el asiento del rubio. Sin pensarlo, lo cogió y lo abrió lentamente. Como si tuviera miedo de ver lo que hay. Era unas notas de algo, que no sabía lo que era exactamente.

“No puedo más. Tus labios. No me importa nada. No es una hamartia, es la certeza.”

Agoney se extrañó mucho leyendo esto. Era la letra de Raoul, pero no podían ser sus ideas en absoluto. No es el chico que se para a pensar en cosas como hamartia, o certezas. Pero sin embargo, esa frase compuesta por palabras sin sentido alguno para Agoney no dejaba de sonar en la cabeza y el no dejaba de darle vueltas.

Los niños empezaron a subirse de nuevo y dejó rápidamente el papel donde mismo estaba. Vio que se acercaba a lo lejos y se levantó de inmediato fríamente.

-¿Estás bien? -le aprieta el hombro.

- Sí, claro. -sonríe con frialdad.

- Agoney, no me puede mentir una sonrisa que ya he besado antes.

Tiene razón, no podía.

Era una Hamartia.



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Minute By Minute - RagoneyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora