Soy como tú.

1.1K 84 20
                                    

Un rayo de luz entraba por la ventana, dando directamente en un mechón de pelo rizado y oscuro del canario. Tenía un sueño bastante profundo, casi nada le despertaba si no era un ruido bastante fuerte. Dormía sin pijama, porque era época de verano y normalmente se agobiaba por las noches. Sus labios estaban secos y sus pestañas le hacían sombra a los ojos. Raoul se limitó a quedarse a observar al joven un rato más, mirando cada lunar o cada pequeña parte del rostro de Agoney. Dormían en camas separadas, por una pequeña mesa de noche pero le observaba en la distancia con una pequeña sonrisa de admiración. Pero este dormía con una camisa larga blanca, que no era de él porque le quedaba bastante grande. El pelo rubio le caía por la frente algo despeinado. Y sus ojos brillaban por la luz del día. Como Agoney no despertaba, él se levantó a prepararse. El suelo estaba frío, por el aire acondicionado. Se dirigía al baño, donde iba a refrescarse la cara.

-Hola chiquitín.

-¡Agoney!... tío me has asustado.. -coge la toalla, mirando por el espejo.

- Ya, ¿Me dices la razón por la que no me has despertado? -cruza los brazos.

- Quería dejarte dormir un poco más, antipático. Bueno, ya veo que no puedes vivir sin mí. -se gira hacía el.

- Tus ganas chaval. Vete a ligar con las de 2°, anda. -coge la toalla que Raoul tenía en el hombro.

- No están a tu Altura, Agonías. -ríe mientras sale del baño.

Agoney se giró otra vez con una sonrisa tonta, esa sonrisa. Se lavó la cara y salió del baño inmediatamente. Raoul ya se había vestido y estaba tumbado en la cama, leyendo un libro. Era raro en el porque no había traído ningún libro, o que Agoney supiera no.

-¿Y ese libro? -se sienta en la cama, aún sin vestirse.

- Me lo ha dado alguien..

- ¿Ah sí? -traga saliva- ¿Quién?

- No digas nada, capullo. -se sienta.

- No no, que voy a decir yo tío…

- Mónica. -se muerde el labio con una sonrisa.

- Felicidades, al menos ligas con alguien.

- Es guapísima y tiene una voz, increíble. Bueno, ¿Vamos ya? -se levanta a coger la mochila.

- Me tengo que vestir y hacer una cosa antes, pero vete bajando tú.

- Vale, si quieres. Nos vemos, Ago. -cierra la puerta.

Agoney no se había movido. Esperó unos segundos a levantarse y buscar algo para ponerse. No paraba de darle vueltas a la cabeza, donde Raoul forma la mayor parte de ella ahora mismo. No le había dolido aquello, pero le molestó por alguna extraña razón. Sentía que tenía que protegerlo de todo el que le rodea. Pero esta vez, tenían que protegerle a él.

Terminó de vestirse, con una camisa blanca suelta y unos vaqueros blancos cortos. Se dejó el pelo rizado, con ese pequeño rizo que le caía por la frente. Cogió su mochila y la trompeta, respiró y salió por la puerta. Se paró en la puerta, dejando caer la cabeza hacía atrás y observando todo el pasillo. Empezó a caminar, sin parar de pensar en casi todo. En la conversación de anoche, la de hoy, la de todos los días… No se dejaba en paz por un rato a él mismo. Al llegar abajo, donde le esperaba el autobús para ir a ensayar no estaba. Le resultó extraño, porque tampoco había nadie. Se le ocurrió de ir al comedor, donde desayunan antes de salir. Al girar la esquina de un pasillo choca con alguien.

-Hola..¿C-cómo te llamas? -dice con la cara roja- ¿Nos conocemos?

- No -ríe-  Agoney, me llamo Agoney. ¿Y tú?

- Mónica, encantada. -se acerca a darle dos besos- ¿Tú no eres el amigo de Raoul?

- Si, el amigo. Somos muy buenos amigos, te lo habrá contado.

- Algo me ha dicho sí, pero no tengas miedo.

- ¿Perdón? Creo que me he perdido, ¿Miedo a qué?

- A salir del armario, ¿Eres gay, no?

- ¿Raoul te ha dicho eso? -cierra el puño.

- Si, pero no pasa nada. Es algo normal.

- Si me permites.

Agoney pasa por su lado, dirigiéndose al comedor más rápido. Estaba tan enfadado, que no podía pensar en otra cosa que estampar a ese niñato en la pared.

Al llegar, abrió las puertas de un golpe y ahí se encontraban todos comiendo. Localizó rápido a Raoul y se dirigió hacía el. Sentado con todos sus amigos, entre risas y fiestas.

-Raoul, ¿Podemos hablar? -dice con una sonrisa irónica

- ¿Ahora? Agoney después habla…

- Ahora. -le corta.

- Vale está bien. Esperad, ahora vengo. -dice levantándose del asiento a sus amigos.

Se dirigían los dos al pasillo, al cruzar esa puerta Agoney cogió a Raoul de la camisa y lo estampó en la pared. Quedándose los dos a una distancia de 2 cm y con un aire de tensión.

-¿De que cojones vas, pibe?

- Qué dices Agoney, sueltame ya.

- ¿Te crees que puedes ir por ahí diciéndole a la gente lo que me gusta o no cuando confíe en ti, gilipollas? -le vuelve a dar otro golpe.

- Relájate, solo se lo he dicho a Mónica.

- Si lo sé porque ella me lo dijo.

- Agoney si te molestó, Perdóname.

- Ya es bastante duro estar en el armario por razones familiares, así que callate la puta boca. -le suelta, aún estando a esa distancia.

Los dos se miraban a los ojos. Alguna vez se les desviaba la mirada a los labios. Raoul, casi temblando levantó la mano y le acarició el pelo al moreno. Llevando su mano hasta su nuca. Agoney suspiró, con la boca seca de lo nervioso que se había puesto. Raoul llevó la cara de Agoney hasta la suya, juntando las dos cabezas. Chocando frente con frente, las dos narices jugando entre sí. Los ojos cerrados, disfrutando aquellos pequeños minutos. Hasta que el silencio, dejó de formar parte.

-..Ago, yo también soy como tú y no quiero tener más miedo.

Minute By Minute - RagoneyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora