Nunca

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La lluvia despertó al canario. Enredado entre las sábanas se despertaba poco a poco, molesto por el ruido de las gotas que caían sobre el balcón. La habitación estaba más fría de lo habitual. No había un ambiente cálido o aquel frescor que tenía siempre el suelo. Rodaba por la cama buscando la comodidad. El pelo le caía por la frente y los ojos le brillaban como nunca. Tenía los labios secos pero el lunar que tenía sobre el superior era lo que más llamaba la atención en aquel momento al rubio. Lo observaba desde la puerta del baño, con una toalla por la cadera y gotas que caían desde su pelo. Agoney humedece los labios con la lengua, sin darse cuenta de quién le estaba viendo. Se levantó en silencio, cogió un abrigo que estaba en el suelo, se lo puso y cogió su libro. Había dormido con unos pantalones largos de pijama y una camiseta suelta, teniendo más frío de lo normal. Raoul no reaccionó ante aquel gesto tan raro que nunca había hecho y volvió a entrar al baño. Había un silencio incómodo entre ambos, una tensión que era palpable.

-..Raoul, ¿Bajas? -le dice desde la distancia y en un tono de voz bastante bajo.

-Ve tú, no voy a ir ahora.

-Vale… oye, ¿Podemos hablar? -juega nervioso con la tapa del libro.

-Claro, dime.

-Respecto a lo que pasó ayer, yo…

-Agoney. -le corta- No puedo ir contigo por ahí como si fuéramos novios o algo así, mi padre me vigila todo el día.

-¿Y que tiene que ver eso? ¿A caso te avergüenzo?

-No digas estupideces, por dios. Nunca me ha gustado una persona como tú me gustas, pero creo que lo mejor es olvidarnos. -traga saliva.

-¿Olvidarnos? Pero de verdad que no hay necesidad de dejar esto a un lado, nos hacemos bien somos.. como un equipo.

-Hazme caso que me duele tanto como a ti. Pero lo siento de verdad. -le mira directamente, de una forma bastante dura.

-No, no te duele. Si te doliera, no querrías soportar un dolor innecesario cuando de verdad quieres a alguien. Pero es la edad ¿No? Es la tontería de probar.

-Agoney no digas eso tío.

-Yo pensaba que eras la primera persona. Corrijo, el primer amor que tendría. Aquí, en Barcelona. Alejado de Tenerife. Pensé que eras tú. Pero no. -le cae una lágrima encima del libro.

-¿Somos amigos, no? -le seca la lágrima que le cae por la mejilla.

-No como tu querrías, tío.

-Agoney, ¿Qué esperabas? ¿Tener una gran historia de amor? Esto se iba a acabar pronto y los dos lo sabíamos bien.

-¿Por qué tardamos tanto?

-Porque esto no iba a funcionar.

Agoney se ahogó en un suspiro. Se quedaron ahí de pie, sin decir ni una sola palabra. Con un puñado de palabras en la garganta.

-Nos vemos esta noche en teatro.

Acto seguido, salió por la puerta. Tenía tantas ganas de darle razones para no olvidar esa relación, pero también tenía tan pocas de quedarse a ver el desastre.


21:20. Estaban a menos de una hora para la actuación de ambos y Raoul no había aparecido por ahí en ningún momento. No había estado en el primer ensayo general, ni tampoco en el segundo. Agoney estaba bastante nervioso, iba a tocar la trompeta delante de un teatro enorme lleno de gente. También iba a hacer su solo. Los tutores no paraban de gritar y preguntar con el nombre de Raoul. El también haría su solo, luego tenía una parte que cantaba junto con Agoney. Sus voces empastan tan bien que los profesores no dudaron en ponerlos juntos, lo que al padre de Raoul no le hacía ninguna gracia.

23:00. Acabó de sonar la última nota, el teatro entero se puso a los pies de Agoney y del coro. Sin duda, había nacido para la música. En su cara solo había ilusión y brillo, no paraba de sonreír y abrazar a los demás. Pero le faltaba alguien entre los demás, le faltaba él. No apareció, no hizo la actuación. La última vez que se vieron fue en la habitación por la mañana. Esperaba que no fuera la última de verdad.

23:20. Habían llegado todos al hotel y iban todos como muertos vivientes a las habitaciones para descansar y mañana coger vuelos y trenes. Agoney fue ilusionado a la habitación, esperando verle encima de la cama con su libro. Esperaba verle ahí después de no verle en el teatro. Abrió la puerta de la habitación y estaban todas las luces apagadas. Entró unos pasos más adentro, cada paso más roto que el otro. Ya no estaba esa maleta roja en el suelo tirada. Ya no estaba el cepillo de dientes amarillo junto con el morado. Su cama estaba hecha y todas las cosas recogidas. Encima de la cama de Agoney había un papel doblado junto con una rosa amarilla de goma. Agoney cogió el papel temblando y se sentó en la cama. Lo abrió, sólo leyó “De Raoul para mi chico favorito y muy agonías”. Y empezó a leer.

"Agoney, primero perdóname por hoy no estar contigo en uno de los días más esperados para ti y para mi. Soy un gilipollas por no presentarme en el teatro, no sabes las ganas que tenía de compartir esta experiencia juntos aunque estés enfadado conmigo. Sí, yo también estaba enamorado de ti. Desde el primer día que viniste desorientado y con una trompeta en la mano. Me enamoré de tu pequeño lunar encima de tu labio, también de ellos. Pero no me quiero poner así porque acabaré llorando aunque nunca me has visto llorar y por favor, nunca me veas llorar porque estoy horrible.

“Tú nunca estás horrible Raoul” -pensó.

Mi padre y yo nos fuimos a casa, aquí en Montgat por situaciones familiares y era algo muy urgente. Me siento destrozado y un poco gilipollas también, por nunca decirte un te quiero cuando siempre lo sentía así. Ahora no podré decirte nunca más nada de nada, perderemos el contacto totalmente. Te quiero, nunca olvides eso. Y no hagas caso a lo que dije de olvidarnos, nunca me olvidaría del chico que me enamoré por primera vez. Guarda esto como algo mío y yo me llevaré tu libro como algo tuyo, así nunca estaremos lejos y nos tendremos en pequeños detalles. Por cierto, tu no eres una Hamartia. Mi hamartia fue perder el tiempo. Te quiero mucho Agonías, cuídate chiquitín.
Y no me olvides nunca."

- Nunca.

Minute By Minute - RagoneyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora