-Y llegaste aquí con el pensamiento de…?
-Tener vacaciones. ¿Qué pensabas? -le mira.
-No sé osea eso, vacaciones. ¿Por Qué si no estarías aquí en mi coche para presentarte a mi familia? -dice irónicamente.
-Oye Raoul no sé que estarás pensando pero no vine aquí con el pensamiento de verte, ¿Sabes? Ni siquiera sabía que estabas aquí.
Raoul no dijo nada. Parecía que esperaba otro tipo de respuesta y que esa le había dolido.
-Ya estamos llegando. -dice en un tono bastante serio.
-Raoul, tío…Estamos bien, ¿No? -le coloca la mano sobre la mejilla.
-Claro que sí, cuándo he dicho yo lo contrario Ago…-deja caer su cara en la mano de Agoney.
-Y que sepas que aún tengo tu carta con aquella letra horrorosa. -ríe.
-Y yo tu libro de poesía. -le vuelve a mirar un instante.
Agoney solo podía sonreír. La vida le había puesto a este chico otra vez, en el camino. Barcelona y Tenerife, ambas lejos. Imposible encontrarte con alguien de casualidad en algunos de estos dos lugares. Pero ellos dos se encontraron. Y sin duda que no era casualidad.
-Pues ya hemos llegado, chiquitín. -dice bajando del coche.
-¿Yo chiquitín? Bueno como si tu fueras más alto que yo, idiota.
-le da unos golpes al cristal- ¿Te vas a quedar en el coche hasta que sea más de noche o qué?
Agoney se bajó del coche, delante de una casa enorme. En su vida había estado en una casa tan grande, tampoco era algo que podía permitirse así sin más. Raoul iba delante, con un paso algo más acelerado, el canario observaba todo con detalle. La entrada tan amplia, el césped, los colores del suelo… todo.
-¡Hola familia! -dice el rubio al llegar.
Agoney mantuvo las distancias ya que era muy tímido.
-Raoul, ¿No me contestas al móvil? -le reprocha- ¿Y él quién es, un amigo?
-Eh...Hola, bueno yo soy…
-Agoney, un amigo de la infancia. -se mete Raoul.
-Qué guapo, ¿Verdad? Encantada yo soy la madre de Raoul, puedes llamarme Susi que hay confianza. -sonríe.
-Igualmente. -le sonríe de vuelta.
-Bueno se va a tener que quedar aquí, porque viene de vacaciones y no va a ir a un hotel teniendo mi casa aquí.
Agoney sonrió al oír decir eso, no le dejaba por nada del mundo solo.
-Tu casa es mi casa, ¿Verdad, tete? -salta un chico joven que venía bajando la escalera.
-Ago, este es mi hermano. Se llama…-le corta.
-Álvaro, encantado. -le sonríe.
-¿Oye, por qué me cortas? -reprocha Raoul.
-Antes le hiciste lo mismo a él, ¿Te jode? -ríe- Bueno, salgo. Ya nos vemos por aquí, Agoney.
Agoney se escondía casi detrás de la maleta tan enorme que tenía. Era un chico un poco más alto que él, con una sonrisa tan amplia. Parecía un chico deportista a simple vista.
-Papá, ¿Te acuerdas de él?
-se gira sentando en el sofá- ¿Tú eres el chico del coro tinerfeño?
-Sí sí, soy yo. -suelta una risa nerviosa.
-Hijo estás enorme y bastante guapo. -ríe.
-No tan guapo como su hijo -ríe
-¿Álvaro?
-Los dos, la verdad. Son una familia preciosa. -sonríe.
-Que majo que es tu amigo, Raoul. Bueno, espero que disfrutes aquí en Barcelona.
-Sí nosotros nos subimos, Adiós chicos. -dice subiendo las escaleras.
-Bueno, encantado de conocerlos. -sonríe tirando de la maleta.
-Igualmente. -dicen a la par.
Agoney tiraba de la maleta subiendo aquellas escaleras que parecía que no tenía un final. Sin embargo, el otro ya estaba en su cuarto. Al llegar arriba, escuchó un piano y se guió por el hasta llegar a Raoul.
-Muchas gracias por ayudarme tío. Qué parecía gilipollas subiendo las escaleras. -deja la maleta apoyada en la pared.
-Un poco más y te llega la lengua hasta la piscina con mi hermano, ¿eh? -le mira.
-¿Y? Qué pasa ahora.
-Nada nada, ¿Qué me va a pasar? -se vuelve al piano.
-Raoul, no me gusta cualquier tío que pasa por mi lado ¿Sabes? a ti quizás sí.
-Acabas de empezar algo que mejor que acabes ahora mismo.
-¿Por Qué, Raoul? ¿Te molesta que te diga la verdad?
-No te he visto en 9 años. No sabes nada de lo que me ha pasado, ¿Sabes? Ni las relaciones que he tenido ni que hice con mis estudios, ¿Entiendes? -se levanta y se acerca a Agoney.
-Cálmate tío. -se sienta en la cama ya que raoul le empuja con un dedo.
-No eres nadie para decir lo que soy y dejo de ser, ¿Vale? -le dice acercándose a su cara.
Se miraron fijamente. Ambas miradas clavadas en los ojos del otro. Agoney casi tumbado en la cama y Raoul encima de él a pocos centímetros de su cara. Podían notar la respiración de ambos encima del otro. La expresión del canario era de confusión. Le temblaban los labios por aquel momento. Estaba así porque seguía enamorado de él, pero tenía que olvidarse de esa idea.
-¿Qué pretendes hacer ahora? ¿Vas a besarme? -suelta Raoul a muy pocos centímetros de la boca del otro.
Agoney se aparta y se levanta de la cama rápidamente. Coge su maleta y le pregunta por el cuarto de invitados. Le señaló con la mano cuál era. Caminó hasta él, algo desorientado y un poco roto. El volver a verlo después de tantos años. El saber que sigue enamorado de él y por eso nunca vio a ningún chico de la misma manera en la que ve a Raoul. Abrió la puerta y encendió la luz. Era un cuarto grande, aunque parecía muy triste. Eran colores muy fríos. Dejó la maleta a un lado y se tiró en la cama, apagando de nuevo la luz. Aquella habitación era tan triste y tan fría que lo único que hizo durante las horas siguientes fue dormir. Y pensó en lo que sería convivir con Raoul unos 31 días. En todo lo que haga Agoney, él tendrá relación y hará lo que hace el otro. También, recordó muchas cosas de antes.
-¿No tienes frío? -se gira hacia el lado del canario.
-Estoy bien, ¿Por qué? ¿Tienes frío, pingüino? -se burla de él desde su cama.
-Ven.
-¿Qué vaya?
-Si idiota, ven aquí.
Agoney se levanta de su cama, con una sudadera más grande que él puesta y se mete en la cama del catalán. Teniendo Estando cara con cara, en una misma cama.
-¿Sigues teniendo frío?
-Ahora tengo ganas de un abrazo -le mira.
Le pasó la mano por encima del pecho y el rubio puso su mano por debajo de la cabeza de el otro. Cerraron los ojos, mientras las manos que quedaban libres jugaban entre sí sin ninguna finalidad. Simplemente eran dos chicos de 13 y 14 años disfrutando y queriendo en una habitación fría. Con 2 camas, mientras que una de ellas sobraba.
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Minute By Minute - Ragoney
FanfictionY cuándo menos lo esperas, las oportunidades vienen, el amor se hace y la música se compone. Cuándo menos lo esperas, ahí está alguien que se ha enamorado de ti tanto como tú de él. Era ese Rubio, que prometía estar ahí y ese Canario, que le encanta...