Inuyasha

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Kagome: ¡Recuérdame porque putas acabamos aquí!

Sango la miró asustada por primera vez en la noche al igual que Kikyou, ella no solía utilizar ese vocabulario tan inapropiado pero la situación lo ameritaba, vio a su alrededor y lo único que vio fueron esas malditas rejas que las rodeaban en una pequeña celda de la comisaría.

Sango: Si Kikyou no hubiera bebido de más, no estaríamos aquí.

Ambas se cruzaron de brazos y Kikyou frunció el ceño para verlas con odio.

Kikyou: Yo no les dije que nos fuéramos a meter a ese bar.

Kagome: ¡No entiendo que putas hacemos aquí! *Rezongó otra vez* Los que se agarraron a golpes allá adentro fueron ellos…

Señaló la celda de enfrente donde habían un montón de tipos golpeados, luego de salir de la discoteca se fueron a otro bar para evitar al moreno insoportable y a Inuyasha, sin embargo en ese lugar un montón de tipos se agarraron a golpes y ellas por estar allí (gracias a Kikyou por la borrachera) acabaron en el mismo lugar que ellos. Sango suspiró, sí es cierto, todo había sido gracias a Kikyou pero la que de verdad estaba insoportable era Kagome, es cierto que había andado con un humor de perros desde hace una semana cuando se enteró que su novio participaba en carreras callejeras y que dos días seguidos había acabado en el hospital, sin embargo por más que lo rogó él no la escucho y eso le molestaba, pero lo que había derramado la gota del vaso había sido lo de ayer en la tarde, cuando descubrió a Kouga siéndole infiel con una chica de nombre Ayame, que había conocido justamente en ese lugar y los encontró en su auto en pelotas como dos salvajes.

Así que, precisamente la salida de esa noche había sido idea de Kikyou para hacerla olvidar por un rato el mal momento que le había hecho pasar el moreno, no se imaginó que terminarían en el cárcel ese día, se hubieran quedado en la primera discoteca que fueron, aunque soportar a aquellos dos tipos no era una buena idea, definitivamente la cárcel era un sitio mucho peor. De repente se escuchó más ruido de lo normal en los pasillos de ese horrible lugar, varios pasos de personas y muchos gritos en forma de protestas y quejas, la celda de enfrente estaba casi llena de los primeros hombres así que los nuevos recién llegados, fueron introducidos abruptamente junto con las tres muchachas que se echaron a un lado cuando los vieron llegar, los policías los vieron a todos con odio, cerraron la celda rápidamente cuando ya todos estaban adentro y con una de las pistolas golpearon con fuerza los barrotes, haciéndolos callar a todos de inmediato y agudizando la jaqueca de Kagome en su cabeza por efecto de la bebida que Bankotsu le había dado.

Policía: Guarden silencio, los que son menores de edad deben decirnos ahora mismo para llamar a sus padres y el resto, tienen derecho a una llamada para decir dónde están, como solo han hecho desorden público, deberán pasar una noche completa aquí.

??: ¿No podemos llegar a un arreglo?

Uno de los jóvenes, que de hecho parecía bastante chico había hablado, el policía se acercó a él viéndolo con furia e introdujo su mano en las ranuras de la celda, lo tomó del cuello de la camisa acercandolo a su cara y lo vio aún más enojado.

Policía: ¿Acaso quieres sobornarme?

El joven lo vio con los ojos inyectados de miedo, negó rápidamente con la cabeza y el policía lo soltó al mismo tiempo que sonreía con una sonrisa torcida y mostrando sus dientes postizos, uno de ellos parecía de metal.

Policía: Eso creí.

Las tres chicas miraron al suelo con frustración, sus padres las matarían, Kagome se llevó las manos a la cara, ya no era una niña y ahora iba a tener que dormir en ese asqueroso lugar además compartiendo la misma celda con 4 hombres desconocidos y una mujer, levantó la vista enojada cuando sintió un pellizco en su pierna, vio a Sango con ganas de matarla y distinguió la cara sorprendida de su amiga, viendo fijamente a la mujer que estaba allí metida con los hombres, Kagome hizo lo mismo y entonces vio el cabello rojizo de la chica con su sonrisa burlona, era sin duda Ayame y a su lado estaba el infeliz de Kouga, frunció el ceño aún más enojada y maldiciendo su suerte, sin embargo no todo resultó estar tan perdido cuando a su lado distinguió también el largo cabello negro amarrado en una trenza, <<El tipo del bar>> lo había reconocido de inmediato… ese tipo era perfecto para meterle celos a Kouga, apretó los dientes enojada, culpando al alcohol de ese fugaz pensamiento contra su ex, sin embargo el sujeto ni siquiera la había visto y eso le molestó, porque el hombre estaba apoyado sobre sus brazos en los helados barrotes de la celda, no tuvo de otra más que cruzar los brazos y seguir viendo con odio a esos dos que se besaban sin ninguna pena pero… ¿Por qué ese sujeto estaba allí?

Exclusivamente míaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora