Ácido

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A penas le tomó 10 minutos ir a aquel mirador que recordaba, cuando era niña iba muy seguido allí con Inuyasha, también recordaba que vendían helados y en medio de sus compras se le había antojado uno exclusivamente de allí, así que cuando llegó pidió el cono más grande que tuvieran de helado de naranja con limón, no sabía porque esas ganas de comer cosas ácidas, sonrió cuando se lo dieron en las manos y caminó mientras lamía lentamente esa bola enorme y sentía el ácido sabor en su paladar, llegó entonces hasta la barra de madera que estaba en lo alto de ese lugar y a lo lejos sus ojos enfocaron la vista de toda la bella ciudad, empezaba a anochecer por lo que poco a poco se podían empezar a ver las luces a lo lejos, casi eran las 6 de la tarde, Sango tal vez se iba a preocupar pero no le tomó importancia en ese momento, de hecho había tenido el celular apagado en todo el día para no sentirse vigilada, ya no le gustaba que la cuidaran como a una niña, esos 4 días sin ver a Inuyasha le habían hecho comprender que tenía que madurar y no depender más de él, después de todo lo estaba lastimando, no podía seguir de ese modo tampoco y mucho menos luego de ver lo enojado que estaba, si él en verdad hubiera sido de esos tipos cabrones la habría dejado tirada en medio de la nada donde no conocía ni siquiera el nombre del lugar a donde estaba parada,pero aún así fue caballeroso y la llevó a un lugar donde se sintiera un poco más cómoda y agradecía eso en realidad.

Respiró profundo cuando sintió el viento en la cara, anochecía rápido durante el invierno y el frío empezaba a helarle la piel, se abrazó a sí misma y por fin terminó su helado, había sido una buena tarde, se había comprado un poco de ropa para embarazada, algo para el bebé aunque aún no sabía si sería niño o niña y nadie la había reconocido, sonrió por eso último y cuando por fin iba a darse la vuelta para regresar a casa de Sango, notó que a unos metros de distancia al lado de la carretera, habían dos personas en una superficie plana sobre la grama, reconoció de inmediato el cabello plateado al saber que obviamente no era Inuyasha porque el tipo era más alto, se trataba de Sesshomaru y a su lado había una mujer de cabello negro… ¿Era Rin? A penas pudo distinguirlo pero al instante siguiente notó como Sesshomaru la sostenía sobre su pecho en un abrazo, luego juntos se sentaban en el suelo mientras ella no se despegaba de su cuerpo. La oscuridad de la noche no era simplemente por la hora, también se debía a la lluvia en en ese momento empezaba a caer, con pequeñas pringas de agua que le empezaron a mojar el pelo y la cara en el momento en que vio a ese par, Kagome se llevó una mano a la boca, a lo lejos incluso parecía que esos dos se estaban besando… ¿Tan pronto se había olvidado por completo de ella? ¿Y qué diablos había pasado con Kagura? Ni siquiera habían tocado el tema ese día que se vieron el hotel, todas aquellas palabras que le dijo esa noche eran puras mentiras, se dio media vuelta rápidamente y se metió al auto, se detuvo unos instantes antes de encenderlo y se quedó casi hipnotizada al ver las grandes gotas de agua en los vidrios… ¿Que iba a hacer? En verdad no sabía qué diablos hacer, en cualquier momento sus padres de una manera o de otra se iban a enterar en donde estaba, Inuyasha ya no la quería, sería la burla de todos y por un instante una sola idea cruzó por su mente <<Fugarse>> era cierto que había decidido ya no huir de sus problemas pero… ¿Y se si iba? Iba a poder empezar de cero, en un lugar donde nadie la conociera, cuidar a su bebé cómo pudiera, lejos de todos ellos y de todos los problemas, tenía el dinero suficiente para mantenerse al menos dos años, a ella y al bebé que pronto tendría en sus brazos y de pronto en su cabeza encontró la solución a sus problemas, la más fácil y la menos dolorosa, estaría lejos de Sesshomaru, nunca más le vería la cara a Inuyasha, no soportaría los gritos y reclamos de sus padres, lo único que le apenaba era Sango, iba a ser una malagradecida con ella incluso llevándose su auto pero seguramente lo entendería, justamente había comprado ropa y comida… tenía todo para largarse de allí y olvidarse de la vida perfecta de niña rica que había tenido toda su vida. Dudo un par de segundos más antes de encender el carro porque irse significaba perderlo todo, en una situación bastante parecida había tenido aquel accidente, llovía, todo estaba oscuro y había pasado un mal momento con un Taisho, pero suspiró profundo y colocó las manos en el volante totalmente decidida, las cosas ya no serían igual nunca más.

Exclusivamente míaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora