Capítulo 4: El sombrero seleccionador

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Después de atravesar el lago en botes, con capacidad de cuatro estudiantes cada uno, Hagrid condujo a los estudiantes  por un túnel oscuro que parecía conducir justo por debajo del castillo, hasta que llegaron a una especie de muelle subterráneo, donde treparon por entre las rocas y los guijarros. Después subieron por un pasadizo en la roca, saliendo finalmente a un césped suave y húmedo, a la sombra del castillo. Subieron por unos escalones de piedra y se reunieron en la gran puerta de roble. 
       Hagrid llamó a la puerta del castillo. La puerta se abrió de inmediato, siendo recibidos por una bruja alta, de cabello negro y túnica verde esmeralda. La profesora McGonagall, quien los condujo a través del gran vestíbulo, para reunirse en una pequeña habitación vacía, fuera del mismo. Se reunieron ahí, más cerca unos de otros de lo que estaban acostumbrados, mirando con nerviosismo a su alrededor. 
       –Bienvenidos a Hogwarts. –Dijo la profesora McGonagall. Marry reprimió su grito de emoción, mordiéndose la lengua. –El banquete de comienzo de año se celebrará dentro de poco, pero antes de que ocupen sus lugares en el Gran Comedor deben ser seleccionados para sus casas. La selección es una ceremonia muy importante, porque, mientras estén aquí, sus casas serán como su familia. Tendrán clases con el resto de la casa, dormirán en los dormitorios y pasarán el tiempo libre en la sala común de la casa. 
       >>Las cuatro casas se llaman Gryffindor, Hufflepuff, Ravenclaw y Slytherin. Cada casa tiene su noble historia y cada una ha producido notables brujas y magos. Mientras estén en Hogwarts, sus triunfos conseguirán puntos para sus casas, mientras que cualquier infracción a las reglas hará que los pierdan. Al final, la casa con más puntos será premiada con la copa de la casa. Espero sean un orgullo para la casa que les toque.
       Ahí estaba de nuevo la palabra "orgullo", que provocó que las tripas de Stephanie se retorcieran. Después, la profesora concluyó:
       –La Ceremonia de Selección tendrá lugar dentro de pocos minutos, frente al resto del colegio. Les sugiero que, mientras esperan, se arreglen lo mejor posible.
       Arthur, que estaba en la parte trasera del grupo junto con Frankie, sintió la mirada de McGonagall tras pronunciar esa última frase. Se acomodó un mechón de cabello que tapaba su ojo y lo peino detrás de su oreja, relamiéndose los labios por nervios.
       –Ahora la niña mandona no está tan equivocada con tu cabello, ¿verdad? –Le dijo Frankie en un susurro burlón, mientras se aseguraba que su túnica estuviera bien puesta. –Por cierto, ¿escuchaste lo que dijeron? Harry Potter también viene para primer año.
       Arthur dejó de peinarse y volteó súbitamente hacia su hermana.
       –¿Está aquí? –Preguntó él, intentando bajar la voz lo más posible. 
       –Eso dijeron unos chicos en el tren.
       –¿En qué momento? Estuve contigo todo el tiempo.
       –Cuando fuiste a la locomotora a preguntarle al conductor cuánto faltaba para llegar, pasaron unos gemelos pelirrojos, informando a todo el mundo que Harry Potter estaba a bordo. No sé si sea cierto, pero... –Frankie se encogió de hombros. Arthur buscó sobre las cabezas, intentando divisar la famosa cicatriz del mago, sin éxito. Se acercó más a Frankie, intentando controlar su euforia.
       –Si resulta cierto –dijo Arthur–, me corto el cabello. –Frankie rio entre dientes, casi tosiendo al reprimir su risa. De pronto, más de una docena de fantasmas atravesaron la pared cercana a ellos. Gritaron, junto con el resto de estudiantes que estaban atrás con ellos. Los fantasmas eran de un color blanco perla y ligeramente transparentes; se deslizaban por la habitación, hablando unos con otros, casi sin mirar a los de primer año. Discutían. El fantasma que parecía un monje gordo y pequeño, decía:
       –Perdonar y olvidar. Yo digo que deberíamos darle una segunda oportunidad...
       –Mi querido Fraile, ¿no le hemos dado a Peeves todas las oportunidades que merece? Nos ha dado mala fama y usted lo sabe, ni siquiera es un fantasma de verdad... ¿Y qué están haciendo todos ustedes aquí? –Preguntó el fantasma, con gorguera y medias, que se acababa de percatar de la presencia de los alumnos de primer año.
       Todos se quedaron en silencio. Violet intentaba no mirar a los fantasmas, atemorizada, mientras Stephanie los veía encantada. 
       –¡Alumnos nuevos! –Gritó el Fraile Gordo, sonriendo a todos. –Están esperando la selección, ¿no?
       Algunos alumnos asintieron, entre ellos Marry y Eliot, que no dejaban de sonreír. Ambos eran los alumnos con todo menos que cara de asustados o nervios. Aunque el interior de Marry estuviese a punto de explotar, y el corazón de Eliot latiera a mil por hora, los dos se sentían más felices que nerviosos.
       –¡Espero verlos en Hufflepuff! –Continuó el Fraile. –Mi antigua casa, ya saben.
       Frankie esbozó media sonrisa. El Fraile Gordo parecía buen sujeto... O había sido buen sujeto. Como fuere, Frankie ahora se sentía más tranquila, gracias a la interrupción de los fantasmas. 
       –En marcha. –Dijo una voz aguda. –La Ceremonia de Selección va a comenzar. –Era McGonagall, quién había vuelto. 
       –Ni siquiera noté cuando se fue. –Dijo Arthur, con voz nerviosa. Y Frankie volvía a sentirse intranquila. Los fantasmas desaparecieron, atravesando la pared opuesta.
       –Ahora, formen una fila. –Ordenó la profesora a los alumnos.
       Siguieron a McGonagall, volvieron a cruzar el vestíbulo, pasaron por unas puertas dobles y entraron en el Gran Comedor. Un lugar iluminado por miles y miles de velas, que flotaban en el aire sobre cuatro grandes mesas, donde los demás estudiantes ya estaban sentados. En las mesas había platos, cubiertos y copas de oro. En una tarima, en la cabecera del comedor, había otra gran mesa, donde se sentaban los profesores. McGonagall llevó ahí a los de primer año, con la fila dando la espalda a los profesores, y colocó un sombrero puntiagudo de mago sobre un taburete de madera. El sombrero estaba remendado, roído y muy sucio. Y se hizo silencio absoluto, con todos observando el sombrero. Entonces el sombrero se movió. Una rasgadura cerca del borde se abrió, ancha como una boca, y el sombrero comenzó a cantar:
       Durante la canción, que trataba de las casas de Hogwarts y sobre el sombrero mismo, Marry se puso las manos en la boca. 
       –¡Qué bonitoooo! –Dijo entre dientes, muriendo de ternura ante el sombrero cantor. Eliot volteó, con una sonrisa.
       –¿Te parece tierno un sombrero sucio? –Dijo entre risas. Marry le dio un pequeño golpe en el hombro.
       –No molestes, niño. –Le respondió Marry en voz baja. Un ruido les indicó que se callaran. Ambos voltearon al origen del sonido, y vieron a una niña con mucho cabello color castaño y los dientes de adelante bastante largos.
       –Guarden silencio. –Dijo la niña con voz aguda. Después regresó la vista al frente, donde el Sombrero Seleccionador terminaba su canción. 

The Whisperers: El Torneo ProhibidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora