Capítulo 14: Navidad

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A la mañana siguiente Arthur y Frankie debían tomar el tren, junto a muchos otros estudiantes que viajaban para las vacaciones. Entre ellos, Stephanie y Violet, pero no se sentaron en el mismo vagón. Los gemelos compartieron lugares con Susan Bones y Justin Finch-Fletchley, éste último también perteneciente a la casa Hufflepuff. Por otro lado, Stephanie y Violet se sentaron en el mismo vagón que Draco Malfoy y sus dos amigos, Gregory Goyle y Vincent Crabbe. 
       –Imagino que Potter va a llorar todas las vacaciones. –Dijo Malfoy a sus amigos, con tono burlón. –No me sorprende que nadie lo quieran en su casa.
       Stephanie y Violet cruzaron miradas.
       –Arthur ya se habría lanzado contra él por decir eso de Harry. –Contó Violet en voz baja. Stephanie asintió. –Oh, lo siento.
       –¿Por qué? –Preguntó Stephanie.
       –Por mencionar a Arthur. Con eso de que están peleados. 
       –Descuida, está bien. No me molesta que lo menciones. 
       –Oh, de acuerdo. Entonces, ¿Van a reconciliarse? –Dijo con cierto entusiasmo. –Extraño que nos juntemos los seis. 
       –Sí, yo también. –Agregó Stephanie con melancolía. –Pero él es quien debe disculparse conmigo, no yo. No dije nada malo. –Se cruzó de brazos y piernas y arqueó las cejas.
       Violet asintió con expresión desalentada.
       –Pero, no te preocupes. –Agregó Stephanie y después bajó la voz para que no las oyeran Malfoy y compañía. –Cuando llegue la tercera prueba, ahí estaremos todos por ti. Sé que Arthur no es tan idiota para dejar que nuestra pelea interfiera en el torneo.
       –Oigan, ustedes. –Interrumpió Malfoy. Las chicas voltearon a verlo. –Son de primer año también, ¿No? Las notamos éste último mes en el Gran Comedor. Antes se juntaban con esos niños de las otras casas, ¿Cierto? –Ellas asintieron. –Es curioso ver que Slytherin se junte con personas de las demás casas. Son un poco... Raras. Sobretodo tú. –Señaló a Violet. –Tu apellido, nunca lo había escuchado antes. Mi papá conoce a casi todas las familias Slytherin de ésta generación, ¿De dónde viene la tuya?
       Todos guardaron silencio. Stephanie y Violet cruzaron miradas.
       –¿Qué? ¿No escuchaste la pregunta? –Su tono de voz comenzaba a molestar a Stephanie. –Si no fueras de Slytherin, pensaría directamente que eres una sang...
       –¡No lo digas, niño!–Dijo Stephanie alzando la voz y apuntando con el dedo a Draco. 
       Malfoy la miró con arrogancia, ignoró el comentario y se presentó:
       –Me llamo Draco Malfoy. La verdad no me sorprende que no se lleven con nadie de nuestra casa. Quizás el sombrero seleccionador se equivocó. No parecen tener madera de Slytherin.
       –No nos importa tu opinión, la verdad.–Respondió Violet. Stephanie la vio con sorpresa un momento. Pudo reconocer en el rostro de Violet que se sentía incómoda ahí, así que le dio una palmada en el muslo, se puso de pie y abrió el vagón. Las dos chicas salieron al pasillo del tren y caminaron sin rumbo por el corredor.
       En su camino, se toparon con la señora que vende dulces en un carrito. Estaba detenida frente a uno de los vagones, dónde Cedric Diggory se encontraba comprando. Stephanie y Violet no notaron su presencia cuando pasaron a un costado del carrito, pero Cedric las reconoció de inmediato y dijo sus nombres para llamar su atención. Las chicas voltearon y lo saludaron con alegría. 
       –¿Cómo han estado? –Preguntó Cedric. La mujer del carrito siguió su camino, dejando el camino libre para que Diggory saliera al pasillo con ellas. –¿Qué tal va el torneo? –Añadió en voz baja. 
       –Estamos bien, gracias. –Dijo Stephanie. –Y con lo otro, va bien, aún seguimos en el juego.
       Él les sonrió.
       –Excelente. –Exclamó. –Avísenme si llegan a la final, ¿de acuerdo?
       –¡Claro! –Respondió Stephanie.
       –Bueno, regresaré a mi lugar. –Dijo Cedric. –Feliz navidad. Saludos a los demás.
       –Feliz navidad. –Dijeron las dos al mismo tiempo y Cedric cerró la puerta de su vagón. Violet y Stephanie dieron la vuelta y siguieron caminando por el corredor, con la última pensando en que no vería a los demás para desearles felices fiestas. Empezaba a pensar que tal vez era una tontería guardarse tanto orgullo; si lo que quería era arreglar las cosas, debería intentar algo.
       Así, ambas siguieron avanzando por el tren, cabizbajas y melancólicas.

The Whisperers: El Torneo ProhibidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora