Capítulo 6: La invitación

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Stephanie guardó el sobre tan aprisa que no revisó siquiera los datos de la parte externa. Acudió a clase de pociones y, antes de que terminara la clase, sacó el sobre de su túnica y le echó un vistazo: tenía un color rojo intenso y se sentía áspero al contacto con sus dedos. Violet, que estaba a un lado de Stephanie, vio como el semblante de su amiga se volvía serio.
       –Oh, oh... –Dijo Stephanie en voz baja, para que Snape no la escuchara. –Mi padre me ha enviado un vociferador...

°°°

Toda esa semana, el tema que había rondado los pasillo era en torno a Harry Potter y su integración al equipo de Quidditch.
       –¡Es el más joven en haber entrado a un equipo de Quidditch del colegio! –Exclamó Arthur a Frankie, mientras ambos caminaban por un pasillo hacia el Gran Comedor. –Y como buscador. Simplemente... Asombroso.
       Frankie soltó una pequeña risa.
       –Llevas repitiendo eso toda la semana, hermanote. –Empezó a decir Frankie. –Ya todos sabemos lo genial que fue ese logro... ¿Podrías dejar de hablar de Harry Potter por lo menos un minuto?
       –Lo siento, es que... Nunca pensé que podría estar en la misma generación que él. Mucho pedir habría sido estar en la misma casa, como Eliot, pero supongo que está bien.
       –Si consigues su autógrafo, ¿dejarás de molestar?
       –¿Bromeas? Con estrechar su mano estaría más que realizado. ¿Tener su autógrafo? Sería de lo único que hablaría. No podrían cerrarme la boca.
       En ese momento, se encontraron con Marry frente a la entrada del Gran Comedor. Ella agitó la mano para saludarlos. Su rostro estaba menos sonriente de lo habitual, la razón era clara. Cuando todos se fueron a sus respectivas clases ese día, lo único que ocupó su mente fue el pensar una forma de ayudar a Violet, excepto Arthur, que también pensaba en Harry Potter y su entrada al equipo de Quidditch.
       Sobre la madre de su amiga, Marry había sido la más afectada por la noticia, después de la propia Violet. Casi no pudo prestar atención en clase de herbología, por pensar la manera de obtener tanta cantidad de dinero; 1,000 galeones, lo equivalente, según la conversión realizada por Marry, a 5,000 libras esterlinas. Sólo ese era el costo de la operación que podría devolverle la movilidad de las piernas a Margaret Rowney.
       Marry, Frankie y Arthur esperaron sentados en el mismo lugar donde desayunaron esa mañana.
       –¿Y los demás? –Preguntó Marry a los gemelos.
       –No deben tardar. –Dijo Frankie –Salir de las mazmorras es un lío a veces.
       Marry asintió, seguía bastante seria. En realidad, los tres se encontraban taciturnos, hundidos en sus pensamientos. Hasta que Marry alzó la voz de nuevo:
       –¿Qué pensaron sobre Violet?
       Arthur y Frankie negaron lentamente con la cabeza.
       –Está muy difícil. –Respondió Arthur, serio. –Conseguir tal cantidad de galeones es imposible para nosotros. Si mal no recuerdo, nuestro tío Clarence, que trabaja en el Departamento de Seguridad Mágica, gana como cincuenta galeones al mes, ¿cierto?  –Frankie asintió.  –Ahora, ¿obtener mil? Es demasiado.
       Violet y Eliot aparecieron en la entrada y se acercaron a sus amigos. 
       –¿Y Stephanie? –Preguntó Arthur mientras ellos se acercaban. Frankie volteó a ver a su hermano con mirada punzante.
       –¿Cómo estás, Violet? –Preguntó Frankie, sin dar tiempo a que respondieran la pregunta de Arthur. La Slytherin esbozó una sonrisa torcida. Todos se pusieron de pie y le dieron un abrazo a Violet. Mientras tanto, Eliot suspiró y miró de forma cautelosa a su alrededor.
       –Stephanie recibió un Vociferador de su padre. –Dijo en voz baja al grupo.

°°°

Stephanie salió del castillo, buscando un lugar que estuviese completamente en silencio y sin alumnos cerca. Era un día particularmente nublado, el cielo estaba de color gris y el viento soplaba con suavidad, moviendo las primeras hojas secas que empezaban a caer por la llegada del otoño.
       Al final, encontró un lugar alejado de los muros de piedra, a quince metros del Bosque Prohibido. Llevaba su Vociferador bajo el brazo y, cuando comprobó que estaba completamente a solas, lo tomó con ambas manos, soltó un gran suspiro y desprendió el sello de su padre.
       –¿¡SLYTHERIN!? ¿¡ERES UNA SLYTHERIN!? –Dijo la voz pesada de Conrad, brotando desde las hojas de pergamino. Stephanie tuvo que contenerse de no soltar la carta por el sobresalto.  –NO SABES LO DECEPCIONADO QUE ESTOY.  –La voz del Sr. Ginick se alzaba cien veces más alto de lo habitual. –TODO UN LINAJE DE RAVENCLAW, TIRADO A LA BASURA. ¡UN LINAJE DE CIENTOS DE AÑOS! ¡CIENTOS! NO ME SORPRENDERÍA QUE FUERA TU VOLUNTAD IR EN CONTRA MÍA, LA QUE INTERFIRIERA EN LA DECISIÓN DEL SOMBRERO. SLYTHERIN, ESA CASA DE SUCIOS Y EMBUSTEROS. NADA BUENO SALE DE ESA CASA, Y QUIERO QUE LO SEPAS BIEN, ¡NADA!  –Stephanie chocó los dientes con fuerza. Los bramidos de su padre perforaban sus tímpanos, y sus palabras rasgaban su corazón.  –NO OBTUVIMOS NOTICIAS DE TI POR DOS SEMANAS. EMIL CARROT FUE QUIEN ME CONTÓ; SU HIJO ESTUDIA EN CUARTO AÑO Y TE RECONOCIÓ. EL ESTÚPIDO EMIL CARROT ME DIO LA DECEPCIONANTE NOTICIA. NI SIQUIERA TUVISTE LOS PANTALONES DE COMUNICÁRMELO DIRECTAMENTE. –Bajó la cabeza y soltó el sobre para taparse los oídos. El sobre quedó flotando en el aire. –POR LO QUE RESTA DEL AÑO, NO QUIERO RECIBIR TUS CARTAS. QUE TU MADRE Y TÚ SE PONGAN EN CONTACTO SI QUIEREN.
       La carta cayó al suelo y se consumió en fuego hasta quedar hecha cenizas. Stephanie se destapó los oídos lentamente, con expresión molesta y la nariz roja. Cerró los ojos con fuerza y presionó su nariz con la muñeca. De pronto, un ruido hizo que Stephanie levantara la vista. Provenía del interior del bosque. Alguien venía, así que se secó los ojos húmedos y caminó hacia el umbral del bosque y se escondió tras un árbol grueso. No quería que nadie la viera llorar.
       –¿Qué habrá sido eso? –Preguntó una voz femenina, que se acercaba cada vez más.
       –No lo sé. –Respondió una voz de hombre. –Deben ser cosas del bosque, ya sabes que es engañoso.
       Las pisadas se escuchaban más cerca. Stephanie rodeó lentamente el tronco. Y tras unos segundos, dos estudiantes de cuarto año emergieron del interior del bosque, con túnicas de Slytherin. Stephanie los vio a través del costado del árbol.
       –Habría jurado que escuché una voz muy fuerte.  –Insistió la chica. Ambos estudiantes vieron a su alrededor. –Bueno, olvídalo. Hay que pensar quiénes van a entrar al equipo...  –Continuó mientras se alejaban camino arriba, hacia el colegio. Stephanie bajó la vista y vio una hoja de pergamino sobre el césped. Esperó a que los chicos se perdieran en la lejanía para salir y tomarlo.
       Lo inspeccionó un momento, la hoja estaba en blanco. "Sólo una hoja" pensó ella. Pero se dio cuenta de lo equivocada que estaba un segundo después, cuando una nube descubrió el sol, lanzando de forma suave un pequeño rayo de luz hacia el borde superior del pergamino. La luz rebeló unas palabras: Torneo de las casas. Stephanie movió la hoja a través del rayo del sol para hacer aparecer el resto del contenido:

The Whisperers: El Torneo ProhibidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora