Capítulo 20: La emboscada

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Tantas personas al mismo tiempo, en las mazmorras y a deshoras, significaba un riesgo muy grande de ser descubiertos. Por ello, Alex, Gary y dos de los miembros de Los tejones albinos huyeron despavoridos de la escena. Sólo quedaban los cuatro miembros de The Whisperers, junto a Mark, Amelia, Erick y Thomas. Este último aún inconsciente en el suelo, detrás de los participantes del torneo. Estaban por enfrentarse a Grace y sus seis acompañantes en una batalla por defender el gran premio. 
       Grace hizo el primer ataque, lanzando un hechizo directo a Mark. Pero él pudo bloquearlo, dando pie a que todos los demás atacaran. 
       Conjuros de diferentes formas y colores volaron de un lado a otro. Las habilidades de los Slytherin superaban a los demás, obligándoles a retroceder. Erick y Eliot tiraban de Thomas, arrastrándolo por el suelo, mientras Frankie se mantenía detrás de todos, sosteniendo el cofre. Mark, Marry, Violet y Amelia eran quienes mantenían la cobertura contra los ataques. Pero Grace, harta de no poder penetrar aquella barrera de magos y brujas, agitó su varita y conjuró enormes llamas fulminantes. 
       Mark y Amelia unieron sus fuerzas para hacer levitar la base que conformaba el campo de batalla y ponerlo entre ellos y las flamas. La base, hecha de madera y tela, se incendió de inmediato.
       –¡Esa mujer está loca! –Gritó Mark.
       –¿Apenas lo notas? –Dijo Frankie detrás de ellos. 
       En ese momento, Thomas despertó súbitamente y se puso de pie, asustado por las llamas que deshacían la plataforma de combate. Mark miró al chico de pecas.
       –¡Thomas, rápido! Hay que apagar esto. –Le gritó. 
       Thomas sacó la varita de su túnica y se acercó a Mark y Amelia, que aún mantenían levitando la plataforma en llamas. Del otro lado, Grace y sus aliados atacaban la estructura para destruirla y tener acceso a ellos. 
       –Salgan de aquí, niños. –Ordenó Thomas a los murmuradores. –Llévense el cofre con ustedes. 
       –Nos quedaremos. –Dijo Eliot dando un paso al frente. –De hecho, tengo un plan.
       Thomas asintió, confiando en ellos.

Mientras tanto, Arthur y Stephanie enfrentaron a Ben, que los obligó a retroceder. Ambos amigos corrieron de regreso a la sala de trofeos.
       El Slytherin intentó entrar tras ellos, pero los dos niños hicieron levitar trofeos y los arrojaron directamente contra él. Se quiso defender, pero los chicos eran más rápidos en sus acciones, provocando su ira, la cual estalló con un hechizo estruendoso que empujó a los muchachos de primero contra uno de los estantes. Cayeron junto a docenas de trofeos, pero la adrenalina los impulsó a levantarse enseguida. 
       Ben lanzó otro hechizo, el cual fue bloqueado por Stephanie. Arthur aprovechó su estatura y atacó sobre su amiga.
       –¡Expelliarmus!
       El conjuro dio en el blanco, desarmando al chico de cabello platinado. De inmediato, ambos chicos apuntaron con sus varitas a su contrincante.
       –Suficiente, Ben. –Dijo Stephanie. 
       –No tenemos tiempo para esto. Harry Potter está en peligro. –Mencionó Arthur.
       –Potter me importa un bledo. –Contestó Ben, molesto. Tenía las manos en el aire, respondiendo a la amenaza de sus contrarios. 
       Stephanie y Arthur se acercaron a él lentamente, cuidando no tropezar con los trofeos esparcidos por el suelo.
       –¿Por qué haces esto? –Preguntó ella. –¿Por qué obedeces a Grace?
       Ben se ahogó, buscando una respuesta. Sólo les regaló silencio.
       –No te haremos nada, pero déjanos ir. –Dijo Arthur, con prisa.
       –Nos salvaste, ¿verdad? –Dijo de pronto Stephanie a Ben. Él la miró con extrañeza. Habían hecho que él retrocediera mientras avanzaban hacia la salida. –En nuestros dormitorios, durante los exámenes; tú hiciste el cotrahechizo para liberarnos a Violet y a mí de lo que Grace hizo. –Hubo silencio. –No imagino a nadie más que pudiera ayudarnos y que supiera los planes de Grace. Sé que ella es intimidante.
       –Quería que los paralizara y provocar su expulsión por estar tan tarde fuera de su castigo. –Confesó Ben, con voz temblorosa. Los tres estaban ahora fuera de la sala de trofeos. 
       –No tienes que hacer todo lo que te dice. –Añadió Arthur.
       –Si no lo hago, me lastima. 
       –Entonces podemos ayudarte.
       –Pero ahora debemos irnos. –Dijo Stephanie.
       Tenían el camino libre para salir corriendo y dejar atrás a Ben, pero él preguntó:
       –¿En qué está metido Potter? 
       –No sabemos. –Dijo Stephanie.
       –Pero debemos avisar a Dumbledore de inmediato. Harry podría morir. –Concluyó Arthur. 
       El Slytherin asintió con la cabeza. Y entonces, pocos segundos después, el mismísimo profesor Dumbledore apareció de entre las sombras, desconcertando a los tres estudiantes. El director avanzó con prisa. 
       –Muchachos, retírense ahora mismo. –Dijo con voz apresurada, pero de alguna forma, igual de suave que siempre. 
       El trío de alumnos corrió de inmediato, alejándose del profesor. Antes de salir a la escalera, Arthur volteó detrás suyo y no vio rastros de Dumbledore. Luego volvió a concentrarse al frente. Ben les contó de la emboscada en las mazmorras y los tres se dirigieron al lugar. Sin embargo, una vez que llegaron, el chico de cabello platinado tomó camino hacia la sala común de Slytherin.
       –¿No nos vas a ayudar? –Preguntó Stephanie. 
       –Lo siento. –Respondió Ben después de negar con la cabeza. Luego corrió hacia su destino. 
       Arthur y Stephanie retomaron la carrera hacia el lugar de la prueba. 

The Whisperers: El Torneo ProhibidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora