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—Siempre supe que eras Battona, pero no creí que llegarías a embarazarte—comentó, justamente afuera del hospital, en la entrada, viendo cómo doctores y enfermeras, pacientes entraban y salían. No tenía intención de voltearlo a ver.

—Soy mujercita, algún día tenia que pasar. Y si vuelves a llamarme así, te corto las putas bolas—amenace, aún sin mirarlo, odio que me llame Battona.

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Kevin

Estábamos en mi cuarto, sentados en el piso, mientras comíamos porqueria y media.

—¿Qué es Battona?—le pregunte a la tonta. Me enseñaba insultos en italiano.

—Es puta, o prostituta. Así me llamó un amigo de mi padrastro cuando vivíamos en Italia, en la capital, en Roma. No se de donde soy, siempre que pregunto a mi mamá me dice diferentes cosas—sé encoge de hombros y come una galleta.

—¿Como cual?

—Mi papá no tengo ni idea, y mi mamá es estadounidense. Aveces creo que nací aqui, también tengo familiares latinos que viven en Nueva Jersey.

— Eres muy aburrida, quiero hacer algo—me pongo de pie de inmediato y tomo bruscamente su mano, pisando alguna comida chatarra.

—¿Cómo que?

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Narrador

Eva, había terminado de preparar la comida, ella estaba tranquila, su hijo no lo atormentaba por lo menos en su pequeña notable existencia. Se sentía tranquila y algo segura, pues Kevin al fin tendría una amiga, o eso pensaba, al llegar a la puerta de su hijo, escucho pujidos, y azotes. Temía a lo peor, así que abrió la puerta y encontró a su hijo desnudó, encima de la tal Aurora, igual de expuesta que el, su hijo notó su presenció y le miró como si se le pidiera que se largara pero a la vez que viera. Aún así seguía embistiendo fuertemente a Aurora, casi moviendo la cama de forma brusca, se fue de la habitación ya que no podía seguir viendo tal cosa.

Mientras tanto, aún seguían en lo suyo, Eva bajo a donde estaba su marido, en la sala.

—¿Que pasó ahí arriba?—pregunto, Franklin, su esposo.

—Nada—respondió sería—. Es hora de comer.

Pasó tiempo, una hora, ya todos habían comido, Eva, a través del cristal que da hacia el patio, podía observar como su hijo convivía con Aurora.  Viendo como ella recogía las flechas que Kevin disparaba y daban a la diana, en un momento, Aurora la vio y la saludó con una pequeña sonrisa labial y moviendo la mano en forma de un saludo, Eva de la misma manera pero algo seria y preocupada. Aurora fue hacia Kevin y le tendió las flechas, Este la apartó de en frente y empezó a disparar flechas a la diana nuevamente.

—Vamos, Eva. Son solo chicos, experimentando—comentó su esposo. Antes de apartarse del cristal, vio cómo su hijo lo miraba de una forma muy seria, pero algo siniestra..

Se apartó rápidamente,y se dirigió al sofá junto a su marido.

🏹🏹🏹

Kevin

— ¡Eres un imbecil!

—¿Hasta ahora lo notas?—pregunte sarcásticamente.

—¿Por qué dejaste que viera como me follabas, bastardo?—pregunta aún con la voz elevada.

—Creí que te había gustado—comenta. Aurora se tranquiliza y rie.

—Si, bueno estuvo bastante bien—entro en conciencia de nuevo—. ¡pero ese no es el punto!

— Tonta.
— Bastardo.
— Imbecil.
— Tarado.

Su expresión de enojo, cambió completamente cuando pronuncie la siguiente palabra. Me acerqué a ella, a su rostro, sus brazos cruzados se soltaron, y no pudo contener la rabia.

Battona.

Ella se fue rápido de la casa, saliendo por el patio, ella de verdad odiaba esa palabra. Ahora que me odia a mi, puede dejarme tranquilo, después de mucho tiempo, al fin.

A no ser que sea tan estupida para volver.

🏹🏹🏹

Aurora (presente)

— ¡Despierta, Aurora!

Estaba metida en mis pensamientos. Quisiera que estar con él ahora mismo, pero tuvo que arruinarlo por sus bolas.

Llegamos a la casa en taxi, mi hermano abrió la puerta y entro, estaba algo oscuro, encendió la luz donde se encontraba mi abuela, viendo la televisión.

— Abuela, ya volví. ¿Que hiciste mientras no estaba?—pregunto mi hermano.

— Nada bueno, Julián, solo hice lo que pude—respondió mi abuela. La cocina estaba hecha un desastre. A mi abuela le cuesta trabajo recordar las cosas y hacerlas igual.

— Abuela, me llamó David.

— ah si bueno, ¿Quien tiene hambre?—pregunto mi abuela, trato de pararse de la silla y yo me fui a mi habitación.

Entre, todo estaba opaco, pero acogedor, tal como lo deje, un con sábanas limpias, me pregunto quien fue si nadie estaba aquí, y mi abuela no sabe usar la lavadora, o hizo un esfuerzo.

Había varías fotos de Kevin en la pared de mi habitación, hablé con una de ellas.

—¿Sabes que acabó de perder a nuestro hijo, verdad?—pregunte mientras miraba la foto—. Y a ti te importo una mierda—obviamente seguía sin respuesta— Eres un gran hijo de perra—mi enojo se fue—. Te amo.

Bese la foto con dulzura, no estoy loca, solo no estoy de acuerdo con estar cuerda.

Juego de palabras. Debo admitir que estoy sumamente obsesionada con el, y no lo he notado hasta hoy, he escrito cartas, historias, he incluso visto a su madre en ese trabajo de agencias, cerca de la prision donde se encuentra Kevin.

De verdad quería a este bebé, pero mi sangre no era compatible con la de Kevin.

Siempre me ha odiado, nunca tuvo compasión por mi, tampoco se sintió atraído de la forma que quería. Es un tipo diferente, demasiado, aun así no puedo evitar recordar todo lo que vivimos, hay veces que quisiera repetirlos que me hago autoplacer, para llenar el vacío que dejo.

Pero tuvo que hacer esa estupidez, sin motivo alguno.

Me pregunto que estará haciendo en este momento.

Voy a mi cajón de ropa para sacar todas las fotos que tengo de Kevin, las puse sobre mi cama, había fotos en las que su mano estorbaba, me golpeaba con la mano para que lo dejara en paz, en otras fotos estaba quieto, y solo me observaba, como si fuera algo importante para el. Como si me quisiera de verdad.

Soy como tú. (Kevin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora