Final

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Aurora

He tenido trabajos mediocres con horribles pagos, la mitad del dinero se lo daba a mi hermano, mi abuela acaba de fallecer, y el dinero para darle un digno funeral era escaso.

Fue en casa, me quede de pie ante el ataúd de madera con mi abuela dentro de ella, usando sus mejores ropas. La familia estaba llegando, y digo familia en forma de la genética, no nos apoyaron en nada para un funeral, pero tienen el descaro de juzgarla.

Ni siquiera mi mamá, quien debería estar más preocupada, ni una llamada, ni nada. Cuando le dije que la abuela había muerto, le dije por una llamada, y ella me colgó. Sin decir nada. Mi hermano y yo nos encargamos.

Escuchaba por parte de mis tíos el tema de la herencia, que harían con su parte. Es horrible, ni siquiera tienen la vergüenza de hablarlo en otra parte.

— Querida, no me has saludado aun—habla la tía Eunice. No le hice caso, seguí limpiando la mesa que ensuciaron con café. Ni siquiera los niños harían tal desastre—. ¿No me escuchaste, niña?

— No tengo la intención—Respondí de mala gana.

— ¡Que maleducada eres!—se queja, en voz alta llamando la atención de todos—¿Que se espera de ti? Fuiste complice de un asesino.

— Preferiría ser amiga de un asesino que llamarme sobrina de ustedes—señale a los cuatro hijos de mi abuela—. ¡ustedes no tienen ni el derecho a llamarse sus hijos!—apunte al ataud donde se encontraba mi abuela—, Mi hermano y yo nos partimos el alma tratando de darle un funeral decente, un funeral en el que ustedes no ayudaron en nada.

— ¡¿Quien rayos te crees tú?!—dijo el único varón de los hijos de acercó a mi bruscamente y jalo de mi brazo. Acercó su cara a la mía, tratando de darme miedo. Me da más risa.

— Soy la amiga de un asesino, ¿Que te da la seguridad de que no sea uno también?—dije en voz baja, este me soltó, y camino hacia su esposa e hijos, se fue de la casa y los otros hicieron lo mismo. La casa fue vaciándose. Solo eran los hijos y los otros nietos de mi abuela.
Nietos que jamás llamaron, algunos eran bebés, no los culpo, pero es más que obvio que nunca escucharon de mi abuela.
Solo quedamos mi hermano y yo. Sentados junto al ataúd. Sin decir una palabra alguna.

— Me gusto lo que hiciste—comenta David, mi hermano nunca ha estado de acuerdo en las cosas que hago.

— ¿En serio?—pregunte con sorpresa.

— La verdad si, la abuela hubiera dicho lo mismo. Ellos nunca le dieron las gracias o se preocuparon por ella. Solo la vieron como la mujer que los alimentaba y les pagaba todo. Y al abuelo, solo como un loco de la guerra.

— Extraño al abuelo Richard— comente, en voz baja. Fui al ataúd, y me recargue en ella. Ella y mi abuelo eran los únicos que tenían el derecho de llamarlos familia.

Mi abuelo era un veterano de guerra, participó en la Segunda Guerra Mundial. Y mi abuela trabajaba como mecánico en el ejército.

Me quede dormida recargada en el ataúd, no quería separarme. Era muy cálido para hacerlo.

Al día siguiente la sepultamos junto a su difunto marido, mi abuelo. Tendríamos que ahorrar más ya que la lápida era algo costosa.

Soy como tú. (Kevin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora