Presa tras un velo

3. 59 horas

2:00pm

Mientras la mañana transcurría, decidí tomar un receso de la escritura para pensar que podría haber hecho si mi vida hubiera continuado. Quizás hubiera tenido muchísimos hijos para cuidar y mimar (como mi bisabuela que tuvo 26, ¡un buen récord!)... O sino podría haber continuado con el negocio de mis padres junto al negocio de mi esposo (ex ahora), y me hubiera expandido por toda la nación, es más, ¡por todo Medio Oriente! Ya se que ahora mi tía Nancy (Nancy Ajram, sí, la cantante libanesa) seguirá con el negocio, yo sé que ella es muy inteligente y hará un trabajo maravilloso

Ella es Nancy Ajram, mi tía

Bueno, prosiguiendo con mi relato, decía que la desgracia caería sobre nuestra familia en un mismo momento, ese fatídico 22 de junio, ese día que toda persona quisiera que se borrara de la memoria, pero su vida no será la misma a partir de esa fecha...

Era temprano en la mañana, mi madre y yo salimos caminando felices y contentas a través de nuestra ciudad para ir a nuestra tienda principal, justo en el centro de Tayma. Era una tienda modernísima: con ascensores, escaleras eléctricas, aire acondicionado, amplio sistema de iluminación y con un gran sistema de seguridad (que para una ciudad que parece más pueblo, era algo impresionante, y sería envidiable hasta para una tienda de lujo en Riad o Dubái). Sin embargo, era una tienda accesible para todas las personas, desde las más humildes hasta la más poderosa élite capitalina. Íbamos con mi madre a hacer inventario, ya que justo había llegado un cargamento inmenso de ropa para mujer, enviado por mi padre desde Jordania gracias a uno de sus principales socios; quien además de eso le había presentado un contacto que trabajaba en joyería, el cual tenía la intención de crear una nueva sección en nuestra tienda, que nos potenciaría aún más como una de la empresas con más potencial de todo el territorio saudí. Aquel hombre se llamaba Jalil Abdallah (recuérdenlo).

Yo me sentía en el paraíso mientras revisaba cada vestido, cada velo...pensando cómo me vería cuando fuera mayor si vistiera esos hermosos trajes llenos de vivos colores (en realidad vivos colores para una musulmana siempre incluye negro), con detalles con hilos de oro; bordados con lana de Cachemira, que son ultra suaves; y precioso encajes con pequeñas piedras preciosas incrustadas. Ahhhh... ¡¡¡¡divinooo!!!!

Entre tantas cosas y anotaciones de inventario, yo ya ni siquiera sentía el calor sofocante que había en esa bodega, pero de repente comencé a sentir demasiado calor y en el mismo instante escuchamos un grito de hombre diciendo " Ayuda, Socorro... HAY FUEGO ". Mi madre y yo corrimos a ver que era... parecía que uno de los empleados estaba fumando, y el cigarrillo cayó por accidente en un fardo de retazos de lana, haciendo que se empezaran a quemar los demás paquetes cercanos. Los gritos afloraron y evacuamos a todos los visitantes que pudimos, por suerte eran pocos. Pero mi madre y yo nos quedamos intentando apagar el fuego, aunque no pudimos hacer mucho. Las llamas absorbían todo a su paso. Como último recurso, sacamos todo el cargamento posible con ayuda de los trabajadores que quedaban, pero fue muy tarde...

Nuestra tienda quedó hecha añicos, rescatamos al menos las prendas más caras (aunque las pérdidas económicas fueron invaluables); ¡¡¡pero gracias a Alá no hubo heridos!!!

Mi madre y yo quedamos impactadas al frente del edificio, convertido en cenizas, mientras ella llamaba a mi padre para avisarle los trágicos acontecimientos. Ella me dijo:

- Si Alá nos quita, es porque nos dará mucho más en el futuro. Sé que pasaste mucho y fuiste fuerte mi Doha, soportaste algo que yo no hubiera aguantado a tu edad. Ven aquí...

Me dio un abrazo que jamás olvidaré, hasta después de mi muerte, en la Eternidad...

Mientras eso, mi padre estaba viajando hasta aquí con ese joyero desconocido, con unas intenciones que nadie hubiera previsto. La desgracia aún no terminaba...