1. ¿QUIÉN CONTRA DIOS?

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-No tenías por qué venir -dijo el moreno, pateando un estante.

-Tenía -confirmó Paul, saltó el estante derribado.

-Es mi asunto. -Disparó en el ojo de un Caminante y arrojó su cuerpo a un lado.

-Tú eres mi asunto. -Giró en redondo esquivando el cadáver y metió su cuchillo en la cabeza otro caminante. No se detuvieron, siguieron atravesando el corredor entre los locales vacíos-. Si estamos los dos siempre es más fácil, ya sabes, tú más yo igual a perfecto -bromeó guiñándole un ojo.

-Suenas a quinceañera -se burló el moreno.

-Me haces sentir como quinceañera.

-Pinchazo.

Daryl gruñó, el calor del fuego que Rovia había comenzado en la tienda de artículos de belleza llenaba el corredor mientras continuaban su loca carrera hacia las escaleras que llevaban a la planta alta, ambos cargaban las mochilas atiborradas con los hurtos de los otros locales de la plaza, y la camioneta tenía la parte de la carga también llena de todo lo que cierto castaño había asegurado que necesitaban.

Daryl se frenó a los pies de las viejas escaleras eléctricas, tres Caminantes parecían pelear entre ellos discutiendo si subían o bajaban, el cazador cogió a uno por la espalda metiéndole otra bala en la cabeza al tiempo que su acompañante atrapaba a otro y metía el cuchillo por la sien, y ambos empujaron los cadáveres encima del tercero y pasaron sobre de éste comenzando a subir. Arriba, el moreno dobló por una esquina y se metió en el siguiente pasillo pegando la espalda a una columna de concreto y jaló a Paul hacia sí apretándolo contra su cuerpo.

En el siguiente portal cerca de la vieja tienda de helados yacían una decena de Caminantes.

-¿Es muy necesario lo que necesitamos de aquí?

-Es por lo que vinimos -le recordó Jesús.

La primera parada había sido al pequeño hospital Santa Catarina, conducía el castaño y decidió que ese sitio podía ser bueno para intentar encontrar lo que estaban buscando. No lo encontraron, pero Paul se llevó prácticamente todo lo que encontró en la zona de espera, principalmente juguetes didácticos de colores chillones y tapetes de fomi, peluches, cojines, libros ilustrados y cuadernillos para colorear además de colores. Dejaron limpia ese sector del antiguo hospital pediátrico. Luego manejó Rovia rumbo a la plaza comercial que recordaba de alguna de sus tantas excursiones anteriores, cogiendo la desviación 67 para evitar la Interestatal; fue entonces cuando se toparon con la Casa Cuna, en otra circunstancia la habrían evitado, no querían imaginar lo que fue de los bebés de allí, pero en ese momento a Paul le pareció adecuado para intentar dar con lo que necesitaban, así que bajaron. Tampoco hubo suerte, pero Jesús quiso llevarse una de las cunas, un corral, una andadera, cobijas, almohadas, libros sobre cómo preparar papillas adecuadas, una lámpara de sombras y todos los medicamentos pediátricos que encontraron útiles en los estantes de las bodegas. Pañales, pomadas, cremas, champú para bebés, toallas, una tina de color gris claro, jabón pediátrico, zacates de los suaves, un cepillo de serdas suaves, aceite, mamilas, chupones... Retomaron el camino, esta vez con el pelinegro en el volante para "no entretenerse de más". La 4 x 4 soportaba gran peso y la parte de carga iba prácticamente llena, con las cosas resguardadas por una lona que arrancaron de un cartel.

-Detén el carro -dijo de pronto Jesús en algún instante, cuando ya se distinguía el centro comercial adelante.

El moreno pensó en caminantes, enemigos, pero Jesús no preció alerta, sólo bajó de la camioneta y fue hacia uno de los vehículos olvidados a un costado de la carretera. En el volante, el pelinegro lo vio entrar al coche, matar al Caminante del lado del copiloto, pasar a la parte trasera, y volver afuera cinco minutos después llevando consigo un asiento para bebés, lo echó en la carga de atrás, lo amarro y regresó al auto como si nada, y el moreno se lo quedó mirando como para esperar que se explicara, pero Jesús no lo hizo, se limitó a mirar el camino y, cuando se dio cuenta que no avanzaban, se volvió hacia su marido y le dijo como si nada "El centro comercial está allá, anda, se nos hace tarde".

Dioses del Edén IIIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora