Dioses del Edén III

8. INBREEDING

Es abril, ya no sería condenarlos a nada si los corrían a todos de la Tumba del Diablo, correrlos como si la Tumba fuera suya, y tal vez lo era, considerando que eran ellos quienes habían limpiado y despejado la zona no para que acamparan un grupo de fanáticos que exigían a Hunter devuelta: había que correrlos, el ex sheriff lo tenía claro.

Daryl, Paul y su hijo habían regresado a Alejandría a mitad de una tarde, caminando y magullados, aunque no precisamente de mal humor ni a paso apresurado como si hubieran tenido o pudieran tener problemas.

El moreno se lo dijo a Rick, habían tenido un accidente en la carretera con la motocicleta y alrededor de medio centenar de Caminantes, algo alarmante dadas las consideraciones, pero él y su familia estaban bien, la única baja fue su motocicleta, pero ni siquiera eso pareció hacerlo sentir mal. Rick mandó a tres alejandrinos para ir a revisar el camino una vez más y limpiarlo de ser necesario, leyó y firmó el Tratado de Amistad con Hilltop, y les contó que Rosita había ido a El Reino para discutir un par de cosas con Eugene, y del asunto no se dijo nada más, sino hasta algunos pocos días después, en la clásica junta en la iglesia de cada domingo por la tarde, el Sheriff declaró que tenía pensado un trato con los Salvadores y Carroñeros a cambio de su apoyo para correr a la Hermandad; con Jadis iría Aaron con Chris, Francine, Mikey y Tobin.

-Con los Salvadores van Dwight, Anna, el chico nuevo Siddiq, Daryl y Paul -anunció Rick-. A los Carroñeros les ofrecemos un trato, pero a los Salvadores hay que convencerlos. Por cierto, he decidido que Siddiq sea parte de nosotros, luego de esto y según haga las cosas lo pondré como pupilo de Michonne.

Después de la junta no hubo quejas, no estaban hablando de una guerra contra monjes, tullidos y enfermos, sino de correrlos de un descampado donde Alejandría no los aceptaba, Hilltop no los quería y El Reino se negaría a tenerlos.

Como segundo al mando, Aaron fue el encargado de los preparativos de ambas marchas, en tanto que Rick seguía organizando la reparación de las granjas, los cultivos, los corrales, el refuerzo de los muros, y el Tratado de Amistad con Hilltop.

Aquella mañana, a mediados de abril, soleada y tibia, finalmente, llegó engalanada por el ajetreo que daba vida a una sociedad y hacía sentir a todos que éste Nuevo Mundo no era el fin. Más casas, más caminos, más trabajo, más familias, la vida estaba recobrando el sentido poco a poco, incluso en los malos ratos y tras tantas tragedias ocurridas.

Aaron había estado mirando gustoso el trabajo comunitario en la plaza, específicamente se detuvo a ver a Christopher sudando bajo el sol mientras ayudaba cargando costales de grano que subían en carretas para llevarlas desde el molino hasta las granjas donde los sembrarían, el hombre tenía la playera sudada y los pantalones vaqueros ajustados.

Daryl Dixon se detuvo en algún momento con el rubio para hablarle algo sobre el molino y la maquinaria interna para hacer la harina.

A la distancia, Aaron no podía saber exactamente de qué hablaban, pero siendo que hablaba con Chris, dedujo que se trataría de mover los pesados toneles o acomodar los sacos que quedaran. Daryl llevaba puesta una simple camiseta, dejando más piel expuesta de lo acostumbrado, dejando a la vista los bíceps bronceados que eran apenas menos musculosos que los de Chris, pero se veían más resistentes, como quien te dice que no puede cargar tanto peso, pero definitivamente puede soportar más tiempo cargando algo.

-¡Dios, caliente que quema!-bromeó Paul sentándose al lado de Aaron. Se había quitado sus ropas de invierno, una camisa holgada y blanca, pantalones sueltos del mismo color, el cabello en una media cola, se parecía mucho a los antiguos maestros de yoga de los que siempre estaba bromeando con Eric.

-Muy caliente -convino Aaroncon una risita disimulada.

-Espero que sólo hayas estado viendo al tuyo.