Capítulo 40: Esperaré por ti

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A medida que iba conduciendo mi ira iba apaciguándose dándome espacio para pensar y trazar un plan racional que funcionase. No había nada como tener una venganza en frío. Greg no se iba a esperar para nada un asalto en el propio sitio donde dormía.

El móvil vibró en el asiento de copiloto. Ver la cara de Jason en la pantalla me hizo disminuir la velocidad del coche. Quería contestarle … Sin embargo sabía que si respondía dejaría de lado lo que iba a hacer y no era el momento de ser débil. Iba a cambiar. Me lo había prometido a mí misma.

Con toda mi voluntad puesta en ello, rechacé la llamada y apagué el móvil siendo consciente quizás de que estaba negándome a mí misma mi última oportunidad para hablar con él.

Justin debía haber advertido a su hijo sobre como había salido de la mansión … Todos sabíamos que Jason era el único capaz de tranquilizarme y hacerme cambiar de opinión. No iba a dejarme influenciar. Estaba decidida a poner mis propios límites.

Llegué a la calle que daba a la parte trasera de mi casa. Me metí por el callejón que Jason había usado tanto para colarse por mi ventana. Intenté apartar ese recuerdo mientras avanzaba en dirección a donde estaba la escalerilla que teníamos allí oculta entre los arbustos. La coloqué suavemente sobre la pared y empecé a subir con la esperanza de que el dormitorio estuviera tal y como lo había dejado. La ventana cedió fácilmente a abrirse y yo me colé. Di gracias a que hubiera anochecido de una vez en mi camino hacia la casa.

Por los armarios de mi cuarto rebusqué y cogí lo que necesitaba, unos viejos guantes que no me había llevado porque estaban viejos y ya no me gustaban. Iban a ser útiles por última vez.

Me moví rápidamente y con sigilo hacia el pasillo para echar mano al mueble que había con un cajón. Al abrirlo encontré lo que necesitaba. Una pistola. Miré cuidadosamente si estaba cargada. Había visto hacer aquello a Greg cientos de veces antes de salir al trabajo. Sabía como se manejaba y cómo se cogía para apuntar. El mismo hijo de p*ta me había apuntado con un arma una vez para asustarme cuando era más pequeña, y obviamente lo consiguió. Lo único que no sabía era lo que era disparar, la sensación que se tendría al soltar un cañonazo y el efecto de retroceso por la fuerza con la que podía impulsar aquella cosa. Todo aquello dejaría de ser desconocido ese mismo día.

Me asomé al cuarto donde solía dormir Greg. Como esperaba, él estaba allí preparándose para salir. Antes de aparcar en la parte trasera había comprobado que el coche de policía estuviera aparcado en su lugar. Bajé las escaleras con lentitud para que mis pasos no sonaran contra el suelo. Comprobé la puerta trasera de la cocina y la dejé abierta para preparar mi huida. No era tan idiota como para enfrentarme a Greg y quedarme allí un rato a reírme. Todo iba a ser bien rápido. Se me daba bien correr y el coche estaba listo para ser arrancado en el momento en que estuviera en su interior.

Con un cuchillo corté el cable de la línea telefónica. En el mueble de la entrada estaba el móvil de Greg, él siempre tenía la costumbre de dejarlo ahí para cuando saliera del trabajo. Lo metí en el escote de mi sujetador para que pasara desapercibido y después cerré la puerta principal con la llave para dificultar la salida. Vi el manojo de llaves y con un encogimiento de hombros me las metí en el bolsillo. Me había quedado con las llaves de la casa y del coche de policía, difícilmente podría Greg salir a pedir ayuda …

De regreso a la cocina cogí una hoja de donde solía apuntar la lista de la compra e hice una nota. “Nadie está jugando. Esto va por McCann. No te conviene acusarme”. Lo pegué con una imán en el vacío frigorífico y di un suspiro. Todo estaba preparado.

Fui a colocarme en una pose teatral apoyada contra la pared al lado de la puerta abierta y esperé pacientemente acariciando el arma en mi mano.

Los pasos de un hombre pesado bajando escaleras me alertaron. Me tensé alzando la cabeza para mirar la puerta que daba al pasillo. Greg llegó a la planta baja y arrastró sus pasos hacia la cocina. Se detuvo en cuanto me vio de pie. Alcé el arma extendiendo los brazos hacia delante y apunté a sus piernas. Cuando dio un paso hacia mí apreté el gatillo. Una, dos, tres … cuatro veces. Alcancé a ver que le había dado tres veces en la pierna derecha, dos en su rodilla y otro en el tobillo. El otro disparo había fallado. Dejé la pistola sobre la mesa viendo su sangre manar empezando a empapar sus pantalones.

Over My Shoulders (Después de la secuela "Behind My Steps")Donde viven las historias. Descúbrelo ahora