Capítulo 5

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Las clases eran bastante divertidas, estaban llenas de dinámicas y aprendíamos demasiado, o tal vez era yo que me encantaba estar ahí.

Anthony y yo caminábamos por el pasillo cuando noté que una chica rubia muy bonita le sonreía coquetamente a mi amigo.

Cuando la chica pasó al lado de nosotros voltee a ver a Anthony y le sonreí.

—Esa chica estaba mirándote, deberías ir a hablarle, parece que le gustas— insinue empujándolo ligeramente con el hombro. Él soltó una carcajada y negó con la cabeza.

—No es mi tipo— hice una expresión de sorpresa al escucharlo.

—Es una chica bastante atractiva, ¿qué tipo de persona ideal tienes?— cuestione.

Noté su esfuerzo por contener una carcajada.

—¿Qué? ¿De qué te ríes? ¡Dime!— exigí riéndome confundida.

—Lizzy— me miró enternecido, como si fuera una niña pequeña que desconocía algo y había que explicarle —soy gay.

Espera ¡¿Qué?!

—Eso no me lo esperaba— debí haber hecho una cara muy graciosa, ya que Anthony no pudo contener más la carcajada y estalló en risas.

—Lo sé, normalmente tienen un estereotipo de gay bastante errado, aunque algunos sí cumplen a la perfección con ese estereotipo— respondió pensativo, hizo una mueca que me dió bastante risa —en fin, cuando un chico me guste serás la primera en saberlo.

Acepté entre risas y fuimos al salón para nuestra siguiente clase: canto.

Nos acomodamos en las sillas más cercanas al pizarrón y al escritorio del profesor, he de admitir que estaba temblando, mis dedos golpeaban insistentemente la paleta de la silla y sentía mi frente sudar, aunque no hubiera gota alguna.

—Tal vez podrías disimular un poco— me dijo con un gesto divertido.

—¿De qué hablas?— pregunté confundida.

—Ay por favor— rodó los ojos —eres la única que no se da cuenta de que te gusta el profesor Phantom —lo miré horrorizada —o tal vez sí te das cuenta y te estás haciendo la loca.

—Estás loco— negué rotundamente —no podría gustarme un maestro... está mal.

—¿A los ojos de quién?— dijo con dureza en el rostro. No supe responder eso, me quedé callada —Lizzy, ¿quién tiene el poder para decir qué está bien y qué está mal?

Sus palabras me dejaron pensando, ¿De verdad lo quería? ¿Estaba sintiendo algo por mi profesor? ¿Eso estaba bien? No lo sé, pero la sensación era agradable... y quería seguir sintiendola.

Noté que las facciones de Anthony se suavizaban y se acomodaba en su lugar, por lo que voltee mi rostro para ver esos ojos marrones, esos ojos que me miraban.

Él entró al salón a paso veloz y dió una mirada rápida al grupo entero. Dejó su mochila en el escritorio y nos saludó con educación.

Respondimos al unísono y enseguida se sentó enfrente del teclado que reposaba en el escritorio.

Comenzó a hacer acordes para ejercitar un poco los dedos... tenía manos de artista, sus venas sobresalían y sus dedos eran finos y delgados, parecidos a los míos, y a todos los que tocábamos el piano.

—Muy bien, ésta clase les va a gustar— dijo con una sonrisa —todos y cada uno de ustedes van a pasar al frente y van a cantar una canción, la que ustedes gusten, por favor no sientan pena— pidió — necesito conocer sus voces, si tienen técnica o no, los errores que tengan a la hora de cantar. No puedo trabajar con ustedes si no conozco su voz.

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