(Nota de la autora: no pongan la canción hasta que les indique).
Un año y medio había pasado ya, y las cosas habían cambiado en ese lapso.
Amber se cambió de escuela, o eso es lo que supe, no soportó estar cerca de mi, no sé si fue culpa, no he sabido nada de ella desde entonces. De corazón espero que esté bien, a pesar de lo que nos hizo.
Amy decidió ir a terapia para subir su autoestima, y lo estaba logrando, durante ese tiempo descubrió que era buena escribiendo, y ahora mismo se encontraba escribiendo un libro de misterio, me ha dado algunos capítulos para que los lea y es realmente buena, sé que cuando lo publique venderá muchas copias, es una Amy diferente a la que conocí, pero he de decir que me agrada su cambio.
Anthony conoció a un chico en el restaurante del señor Domínguez una noche que fue a escucharme cantar, su nombre era Jordan y era muy agradable, llevaban tres meses saliendo y veía a mi amigo bastante feliz, creo que al final él también había empezado a formar su propia historia de amor.
Mi madre volvió a insistirme que regresara a vivir con ella, pero de nuevo me negué, aunque procuro visitarla cada que puedo. Volvió a sacar las cosas de papá que tenía guardadas bajo llave, incluso se propuso aprender a tocar el piano, el proceso era lento, pero el avance ya podía verse, en su cumpleaños le regalé un teclado, por lo que sé, pasaba horas sentada practicando, también se metió a clases de francés, italiano y catalán, decía que se sentía bien aprendiendo cosas nuevas, que mi relación con Erick le había enseñado a no cerrarse a nuevas experiencias.
Podía notar desde hace un tiempo que se llevaba muy bien con el Señor Moon, después del juicio se hizo muy cercano a nosotras, le dolía no haberme podido ayudar, yo sé que a mi madre le gustaba y él no se quedaba atrás, sólo que no lo confesaban. No me molestaba, era un buen hombre.
Mariana siguió estudiando para poder entrar a una escuela de medicina, más específicamente en el área de veterinaria, deseaba ayudar a los animales.
Lucy, sin embargo, tomó otro camino, aunque con cierto parecido, pues se volvió una especie de activista, dispuesta a ayudar a personas sin hogar y sin recursos.
Eso sí, nuestras amistad se mantenía tan firme como siempre, y buscábamos hacernos de un tiempo libre para vernos.
En cuanto a mi, podría decirse que las cosas también cambiaron un poco, al principio no había querido celebrar mi cumpleaños número 18, al final los chicos me llevaron a un campo de gotcha, debo decir que me divertí como una niña, seguía yendo a la escuela de música, y mi trabajo en el restaurante ahora me dejaba más dinero, incluso había llegado a ampliar mi negocio, gracias a un hombre que había ido a cenar al restaurante y por el cual pude conseguir que de vez en cuando también me presentara en lugares un tanto más grandes, había la propuesta de empezar a presentarme en teatros, pero nada concretado aún. En cada presentación, antes de terminar, cantaba como última canción “A thousand years”, como un homenaje al amor de mi vida.
Me había prohibido ir a visitarlo a la cárcel, decía que no quería que lo viera de esa manera, pero hablábamos por teléfono casi cada semana.
Era duro, a veces me dormía sollozando, imaginando como era su vida en aquel lugar. Escuchaba el disco que me obsequió el día que volvimos de Playa del Carmen y me ponía a recordar todo lo que viví con él.
Cuando nos conocimos.
La primera vez que me escuchó tocar en el piano del salón de música.
Nuestro primer beso en Playa del Carmen.
Nuestro primer dueto.
La fiesta que organizó en mi cumpleaños.
Él como el Fantasma de la ópera y yo como Christine, cantando juntos en el auditorio de la escuela.
Bastante seguido sacaba mi celular y ponía el vídeo que Anthony grabó ese día, era revivir ese momento y volver a disfrutarlo. Lo único malo en todo esto, era que él no estaba conmigo viendo ese vídeo.
Mi celular sonó abruptamente, el nombre del señor Moon se vió parpadeando en la pantalla.
—¿Hola?
—¡Elizabeth! Qué bueno que te encuentro, habría ido a tu departamento, pero creí que te gustaría enterarte de inmediato.
—¿Sobre qué?— No escuché nada al otro lado de la línea por unos segundos —señor Moon, ¿de qué tengo que enterarme?
—Dejarán salir a Erick por buena conducta.
El teléfono casi se me resbala de los dedos, por un momento me olvidé de cómo respirar con normalidad, sentía que los ojos me ardían y eso era un claro indicio de una larga jornada de llanto ininterrumpido.
—¿Cuándo?— fue lo único que pude atinar a decir.
—Mañana en la mañana. Ahora mismo están haciendo el trámite de su salida.
Dejé escapar un pequeñísimo sollozo de emoción.
—Gracias por avisarme señor Moon.
Y colgué.
********
(Nota de la autora: ya pueden poner la canción.)Y aquí estaba yo, plantada desde muy temprano afuera del horroroso edificio grisáceo, con los dedos tamborileando en mis muslos, la respiración irregular y la sensación de que el corazón se me saldría del pecho en cualquier momento.
Las grandes puertas de acero se abrieron lentamente y me permitieron ver a quién salía tras de ellas.
Su cabello era unos centímetros más largo, había adelgazado. Sus ojos fueron directos hacia mí y una ancha sonrisa se dibujó en su rostro, corrió en mi dirección y yo le ahorré un poco de trabajo, me lancé a sus brazos como hacia año y medio no podía.
—Te extrañé tanto— susurró en mi oído.
—Yo a ti, no sabes cuánto— respondí entre pequeños sollozos, acarició mi mejilla, sus manos no habían perdido su suavidad.
Y después de año y medio, pude sentir de nuevo sus labios contra los míos.
La sensación era la misma que recordaba.
No había una pizca de duda en mi, lo amaba, amaba a mi profesor de canto como nadie amaría nunca.
******
—¿Qué opinas?— volteé a ver a Erick, que acomodaba un pequeño cuadro en la pared.—Luce fantástico.
Habíamos decidido por fin vivir juntos, después de todo, ya no era aquella chiquilla de 16 años atada por la ley, ahora tenía 19.
Compramos un departamento en una buena zona, estaba por graduarme de la escuela de música y la propuesta de cantar en teatros se hizo una realidad, sólo que ahora éramos Erick y yo, también comenzamos a hacer algunos proyectos de teatro musical, nos iba bastante bien, y no ganábamos los millones, pero no estaba mal.
Mamá comenzó a salir con el señor Moon, me agradaba, y los veía felices.
Las cosas parecían pintar un futuro prometedor para nosotros, y esta vez no había ley que nos impidiera amarnos como deseábamos, en todas las formas posibles...
Aquella noche mágica descubrí que cuando haces el amor, amando, puedes ver más allá de las estrellas.
Miré a Erick un buen rato, guardando cada detalle de su rostro en mi memoria, sonreí.
—¿Por qué me miras así?— preguntó al darse cuenta de que lo observaba.
—Porque te amo.
Él soltó una carcajada, me envolvió en sus brazos y me besó.
—Y yo a ti, preciosa.
Supongo que tienen razón aquellos que dicen que no decides de quién enamorarte, pues ¿quién hubiera imaginado que mi maestro terminaría convirtiéndose en el amor de mi vida?
Y todo comenzó con una simple canción, por hacer caso a... las notas del corazón.
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Las Notas Del Corazón
RomantizmAmor... el inconfundible, maravilloso, placentero y doloroso amor. Todos hemos amado alguna vez en la vida, y todos hemos tenido un amor prohibido. Yo sé que lo has sentido, sé que en algún momento has amado a alguien que ante los ojos de la socieda...