Anthony llevaba varios minutos sentado en el borde de la cama, esperando la explicación que no sabía darle.
—¿Y bien? Te escucho.
Suspiré cansada y hablé:
—De acuerdo, somos pareja ¿Vale? ¡Pero no puedes decírselo a nadie! Absolutamente a nadie.
—Ya sé que no puedo decirlo, ni pienso hacerlo— me interrumpió
—¿Hace cuanto que salen?Apreté los labios.
—El día del concurso, él vino a mi habitación en la noche y me confesó lo que sentía, me dijo...
—¿Lo que sentía? ¿O sea que siempre tuve razón?— asentí con la cabeza, su rostro dejó la seriedad y esbozó una sonrisa brillante —¡Lo sabía! Esa forma de mirarte no era normal— lo miré mal —de acuerdo, continúa.
Le conté todo, desde esa noche en la piscina, cómo había llegado a mi habitación, las cosas que me había dicho y cómo habíamos estado escondiendonos estos días.
—¿Quién más no fue a la fiesta?— pregunté temerosa. Él alzó los hombros despreocupado.
—Solo Amy y yo, pero ella estaba conmigo, no vió nada, te lo aseguro— solté el aire ya más tranquila —escucha, no me molesta que estés con él, sabes quise esto desde siempre, pero debes ser muy cuidadosa, ahora te vi yo, que sabes que no diré nada, pero pudo haber sido cualquier otra persona y no sé si alguien más pudiera guardar el secreto, esto lo afectaría más a él porque es un delito, así que tengan cuidado ¿Ok?
Lo escuché con atención todo lo que pude, un pánico se apoderó de mí cuando dijo que era delito amarnos, no podría soportar que lo llevaran a ese horrible lugar por mi culpa...
Asentí. Anthony me dió un beso en la mejilla como despedida y regresó a su habitación, no sin antes quedarse parado en la puerta, voltear su rostro y decirme feliz:
—Me alegra que él te quiera como tú lo haces, el amor no tiene reglas, y su amor no debería ser impedido por una estúpida ley que dice que no pueden amarse porque su edad es diferente.
Le sonreí de vuelta y él cerró la puerta tras de sí.
*******
El día en que volviéramos a casa había llegado, nos encontrábamos en el aeropuerto que nos había recibido hace unos días en este paraíso, el sentimiento que yo dejaba en este lugar era grande, en Playa del Carmen se quedaba una parte de mi alma, pues en este lugar yo había sido portadora del más grande amor, en este lugar se quedaba mi secreto.Erick estaba apartado de mi arreglando todo para el vuelo, de vez en cuando pasaba para preguntar si todo iba bien, yo sólo le respondía con un:
—Todo bien, profesor, gracias.
Lo mismo hacía con todos los alumnos, podía verse muy obvio si sólo me preguntaba a mí.
Pasaron tal vez treinta minutos cuando por fin nos indicaron que teníamos que empezar a abordar, de nueva cuenta, me senté con Anthony y con Amy, pedí el asiento del lado del pasillo, durante el viaje me quedé dormida, despertaba por ratos y volvía a dormitar.
Llegamos a casa, eran como las 5 o 6 de la tarde, al día siguiente nos integrariamos de nuevo a las clases, así que el señor Richards nos dió la indicación de ir a casa a descansar.
Me despedí de los chicos, cuando estuve sola esperé afuera del aeropuerto para pedir un taxi, Erick insistió en llevarme pero me negué, le había comentado lo sucedido con Anthony y que debíamos ser más cuidadosos.
—Todos creerán que sólo es un acto de cordialidad de un maestro a una alumna, vamos princesa, deja que te lleve— dijo en voz muy baja para que nadie lo escuchara más que yo.
Suspiré.
—Esta bien, tú ganas— él se mostró emocionado aunque no lo externó tanto.
Me indicó dónde estaba su coche, yo me subí primero en el asiento del copiloto, él me siguió, encendió el auto y arrancó.
—¿Disfrutaste el viaje?— preguntó para generar conversación.
—El mejor de mi vida— respondí mirando hacia el frente.
Lo miré y me derritió el corazón verlo sonreír por lo que dije.
—El mío igual.
El resto del camino fue silencioso, sin embargo, él encendió el estero y puso un disco. En cuanto sonó la primer canción lo miré irónica.
La canción era “A thousand years”.
—¿Enserio?
—Es para ti— contestó —es un regalo, lo grabé unos días antes de irnos a Playa del Carmen, tiene canciones que han sido especial para nosotros, y que son especiales para ti. También algunas otras que creo que podrían gustarte.
Mis ojos se nublaron.
—¡Gracias!— no podía arrojarme a abrazarlo, sería imprudente de mi parte hacerlo mientras él iba manejando, pero tomé su mano y la apreté, él se llevó ambas manos a sus labios y besó el dorso de la mía... Este hombre me matará de amor.
—Ojalá te guste preciosa.
Todo el camino estuve cantando las canciones del disco, al llegar a mi departamento estacionó el auto, sacó el disco, lo guardó en su estuche y me lo entregó. Tomé el disco y le agradecí con un beso.
Entramos a mi departamento y dejamos las maletas en el piso.
—¿Quieres quedarte a cenar? Puedo preparar sushi— le ofrecí.
Él enarcó una ceja.
—¿Sabes preparar sushi?
Me encogí de hombros.
—Sólo necesitamos ir a comprar las cosas, hay un supermercado aquí cerca.
—Pues vamos entonces. Pase usted señorita.
Me abrió la puerta del departamento haciendo una reverencia, fuimos rumbo al supermercado, compramos lo necesario y regresamos para empezar a cocinar.
Me dirigí directo a la cocina, saqué los ingredientes y comencé la preparación, Erick se ofreció a ayudarme.
—¿Cocinas?— pregunté sorprendida.
Él sonrió.
—Vivo sólo, preciosa.
Entre los dos acabamos muy rápido la cena, de tomar hicimos una jarra de agua de frutas.
—Delicioso— lo escuché murmurar.
La cena transcurrió entre risas y pláticas amenas, me sentía relajada cuando estaba con él.
Cuando terminamos me ayudó a recoger y lavar los trastes, fue un lindo detalle de su parte.
Pasadas las 9 de la noche él tuvo que irse, me dió un beso en los labios y otro en la frente antes de abrir la puerta y volver a su casa.
Fui a mi habitación, estaba agotada por el viaje.
Me coloqué mi pijama de dormir y me metí entre las cobijas, dispuesta a descansar para el día de mañana.
Aquí les dejo el video de la receta para el sushi.
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Las Notas Del Corazón
RomanceAmor... el inconfundible, maravilloso, placentero y doloroso amor. Todos hemos amado alguna vez en la vida, y todos hemos tenido un amor prohibido. Yo sé que lo has sentido, sé que en algún momento has amado a alguien que ante los ojos de la socieda...