CAPITULO DIESIOCHO

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  Cuando cayó la noche. El corazón de Karol comenzó a latir.

~Espero que estés lista para esta noche...

Las gruesas, sexys y masculinas palabras de Ruggero seguía andando por su cabeza.

No debería sentirse tan caliente tan solo por unas estúpidas palabras.

Podían significar cualquier cosa como; charlar, salir a algún lado, comer algo.

Una picara sonrisa se asomo en sus labios a tomar otro significado a la palabra comer, definitivamente dejaría que Ruggero le comiera...

Sacudió su cabeza y permaneció seria.

Estaba actuando como una adolescente con unas hormonas recién descubiertas, otra vez.

Se suponía que odiaba Ruggero, no tendría que estar fantaseando como solía hacerlo de adolescente.

Diana se despidió de ella amablemente y salió de la casa quedando sola en la cocina, y probablemente en toda la casa, exceptuando a Ruggero.

Recorrió la mirada por el lugar buscando algo que hacer mientras.

Nada, Se levanto y se dirigió hasta la biblioteca, había pasado la mayor parte del día en aquel lugar, leyendo algo, tocando el piano o simplemente observando el jardín.

No era mucho lo que podía hacer en la mañana y esperaba que el resto del mes no se aburriera tanto.

Se sentó en el piano y toco la hermosa madera, pintada de blanco.

Puso un dedo en una tecla y lo toco, luego hizo lo mismo con las demás teclas.

Tocándolas una por una...

Suspiro, sin saber qué hacer y se levanto encontrándose a Ruggero a menos de dos metros lejos de ella.

Sonrió tímida cuando el corto distancias.

-Hola –dijo ella. Su corazón estaba a punto de explotar. Intento calmarse pero le era imposible, Ruggero puso su mano en su cintura y la atrajo hacia él.

-Hola.

En menos de que pudiera volver a parpadear.

Ruggero ya había tomado su boca con la suya.

Karol Quedo de hielo ante su acción.

Había tenido el impulso de separarlo pero el beso profundo, caliente y salvaje hizo que todo sentido o pensamiento en su cabeza desapareciera, haciendo que soltara un gemido ahogado.

Pasó sus delgados brazos por el cuello de Ruggero y enterró su mano en el suave cabello de él.

Se separaron para tomar aire, Ruggero le sonrió.

-¿Estas lista? –el deseo en su mirada le decía que se refería. Pero ella prefería escucharlo de sus propios labios.

-¿Para qué? –pregunto en un tono inocente. Ruggero gruño.

-Para que tengas la mejor noche de tu vida. Te juro que gritaras tanto que tu garganta te dolerá.

Luego, volvió a atacar su boca con la misma pasión de antes.

Un Mes De Placer (Ruggerol)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora