CAPITULO CUARENTA Y NUEVE

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  Eran las dos de la tarde, estaba cansada y era navidad.

Suspiro.

Otra navidad triste y sola.

Debía odiar a Ruggero por hacerla pasar por esto en lo que era uno de los días mas felices del año.

Se suponía que pasaría la Navidad con Facundo, ambos saliendo o pasando bien el día, no se suponía que estaría en este problema, estresandose y queriendo matar a la primera persona que se cruzara en su camino.

Hacia cuatro días había leído la nota que Ruggero le había dejado, hace cuatro días mantuvo su mente en dudo en ir a enfrentarlo o no.

Cerro los ojos con fuerzas cuando su cara comenzo a enrojecerse por furia.

Todavía sentía su sangre hervir -de mala manera- al recordar exactamente sus palabras.

"Estuve pensándolo bien y me dije que un trato es un trato dije que permanecerías un mes en mi cama y así sera, todo por tu padre, cher.
Piensalo bien, si amas a tu padre lo harás. Recuerda te faltan aún dos semanas en mi cama como mi esclava sexual
Ruggero"

Apretó sus puños automáticamente alrededor del volante hasta convertir sus nudillos en un color blanco.

No podía creerlo.

Como podria decirle eso? Aun había pasado cuatro días y no creía que lo hubiera hecho en realidad, y en el peor de todos los casos aun cuando Ella se encontraba molesta no sentía la necesidad o no podía odiarlo.

Eso no le gustaba.

Ahora ahí estaba ella, en Louisiana, en un coche que no lograba encender un día de Navidad para enfrentar al hombre que amaba que la quería como su esclava sexual. Vaya suerte la de ella. Suspiro e intento encender nuevamente el coche, cuando el motor hizo un sonido avisando que estaba encendido ella sonrió gloriosa.

-Vamos avanzando en este día un poco -se dijo a sí misma.

Logro salir del estacionamiento y puso en marcha el coche hasta la Casa de Ruggero.

-Mejor que tengas mucho hielo Pasquarelli, porque después que abras esa puerta tendrás que pasar una semana entera con moretones. -dijo ella en voz alta mientras avanzaba por las calles de Louisiana.

Cuando se detuvo en un semáforo, pudo observar en el otro extremo de la calle el primer restaurante Francés que el la había llevado.

Inconscientemente sus mejillas comenzaron a tornarse rosadas por los recuerdos que había tenido de ese día.

"Montre moi-ton jollie corps".

Recordaba el sonido ronco, masculino y sensual de su voz cuando le hablaba en Francés.

Por unos momentos no creyó ser capaz de golpearlo al verlo sino de besarlo hasta emborracharse de sus besos.

Sonrió tontamente y luego se obligo a sacar esa idea de su Cabeza.

El sonido de otro coche la sobresalto e hizo que pusiera en marcha el coche nuevamente hasta su destino.

Por su suerte, tenia memoria fotográfica y recordaba exactamente como llegar hasta el lugar sin problemas, paso por el bosque de pinos largo que en su primera vez y ese pequeño trayecto se le hizo casi infernal e infinito.

El corazón comenzo a latir al ver la mansión blanca, siguió marchando hasta entrar en su jardín verde y hermoso por primera vez después de su Ida.

Respiro dificultosamente y apoyo su cabeza en el volante, solo tenia que ir, tocar su puerta, enfrentarlo y luego volver con su cabeza en alto.

Ese era su plan.

Camino hasta la entrada y cuando estaba a punto de tocar el timbre, frunció el ceño al ver que la entrada estaba abierta.

-¿Qué demonios...? -murmuro y abrió con cuidado la puerta

Un Mes De Placer (Ruggerol)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora