7- Primera cita

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La noche llegó y yo ya estaba casi lista para ir a recepción a encontrarme con James. Me había decidido por un vestido color rosa pastel, ese vestido era mío pero casi nunca lo usaba, no era muy corto ni muy ajustado, parecía de una niña buena, a juego me puse unos zapatos rosas y de accesorio un lujoso collar que mi madre me regalo cuando cumplí 16 años, mi cabello lo deje natural y me puse un poco de maquillaje y rubor rosa, en un pequeña cartera color negro guardé mi celular, mis llaves y mis tarjetas de crédito.

Bajé por el elevador hasta llegar a la recepción, salí lentamente del elevador buscando a James con la mirada, no lo encontraba y estaba comenzando a pensar que esto había sido una broma hasta que me di cuenta de su presencia, hablando por celular de espaldas a mi, cerca de la puerta de salida, cuando giró se dio cuenta de mi presencia, así que colgó su celular y comenzó a caminar hacia mi; vestía un pantalón negro, una camisa color azul fuerte y un saco negro.

-¿Lista?- Me preguntó ya que había llegado hacia mi, colocando sus manos dentro de los bolsos de su pantalón.  Yo asentí con la cabeza. -Mi auto ya esta afuera, después de usted.- Estiró su brazo y caminé delante de él hacia la salida, lo primero que vi fue su auto, un corvette negro, James me abrió la puerta del copiloto y entré, él entro y encendió su auto.

El camino fue algo incómodo al inicio, no conversamos casi nada, lo único bueno fue que pude ver distintos lugares muy bonitos de la ciudad, como el famoso puente Brooklyn y fue cuando él chico comenzó a hablar un poco más y me platico sobre ese lugar, después de eso, en tan poco tiempo que ni me di cuenta, ya habíamos llegamos al restaurante, no puse mucha atención y entramos al restaurante donde la recepcionista nos atendió.

-¿Tiene alguna reservación?- Preguntó mirando más a él chico que a mi.

-Sí, a nombre de James Buchanan.- La chica reviso en una agenda y nos llevó hasta una mesa, obviamente era un restaurante muy lujoso, todas las chicas iban con vestidos y los hombres de camisa y saco; nos sentamos en una mesa que en el centro tenia una pequeña vela. Hasta entonces fue cuando observe frente de mi y quedé sorprendida, wow, la vista era increíble, podías ver el puente Brooklyn desde abajo, el lago y los grandes edificios de Nueva York llenos de luces. No pude evitar suspirar.

-¿Te gusta la vista?- Preguntó.

-Es increíble.- Dije sin pensarlo, aún observando cada detalle.

-Eso pensé la primera vez que vine aquí.- Sonrío. Bajé mi mirada y observe al chico que tenía frente a mi.

-Mmmh, ¿James?, ¿verdad? -Dije recordando que yo supuestamente no sabia su nombre y él no sabía el mío.

-Por Dios, discúlpame, no nos hemos presentado.- Estiró su mano. -James Buchanan.

-Elizabeth Wood- Dije el primer nombre que se me ocurrió y estreché su mano, alejé rápido mi mano porque tuve una extraña sensación, me maldecí mentalmente.

-Supongo que eres de Inglaterra, ¿verdad?

-¿Cómo sabes?- Fruncí mi ceño.

-Tu acento, se nota que eres de por allá.

-Claro- Lo olvidaba. -Sí, soy de Liverpool, para ser exactos. -Todo era mentira, en realidad yo no había nacido ahí. -¿Y tu?

-Yo soy de aquí.- Me dijo con una gran sonrisa. -Y... ¿qué hace una chica inglesa en Nueva York?- Rápidamente creé una historia falsa.

-Vine de vacaciones a visitar a una tía, el departamento lo estoy rentando por un tiempo.

-¿Es la primera vez que vienes aquí?

-Si.- Comencé a jugar con mis dedos.

-Bueno, puedo darte un recorrido a la ciudad cuando gustes.

-Gracias.- Fingí una sonrisa. -Lo tendré en cuenta.

-Sabes, cuando me di cuenta que vivías en el mismo edificio que yo me alegré porque pensaba que por fin tendría una vecina joven.

-¿No tienes amigos ahí?- Pregunté intentando seguir con el tema de conversación.

-No. La mayoría son ricos hombres empresarios.

-¿Y tu?- Dije de la nada.

-¿Qué?

-¿Qué eres? -Volví a preguntar.

-Pues.- Sonrío con ironía. -Trabajo en una empresa donde venden acciones ¿Y tu?- Dijo entrelazando sus dedos.

-Pues trabajaba también en una empresa, pero más bien como de una editorial.- Me reí un poco en mi interior, si supieras que soy una chica que mata a hombres como tu...

-Que bien, señorita Elizabeth.

-Y.. ¿ya sabes qué vas a ordenar?, tu que ya has estado aquí ¿qué me recomiendas?- Pregunté cambiando de tema y viendo el menú.

-Ya ordené, espero que no te moleste.

-No importa, pero ¿qué ordenaste?- Dije con curiosidad.

-Ya verás.

~

Después de haber terminado de cenar James manejó de regreso a los departamentos, comenzó a llover, algo normal en Nueva York y cuando salimos del restaurante James me puso su saco negro para que no me mojara, que lindó, reí ante mi pensamiento sarcástico. Cuando menos lo pensé ya estábamos entrando de vuelta al elevador.

-¿Cuál es tu piso?- Preguntó James.

-Es el primero, ¿y el tuyo?- Tengo que sacarle mucha información, pensé.

-Es el último piso.- Dijo mientras presionaba el primer botón.

-¿No se supone que el último es el mejor departamento?

-No lo sé.- Sonrió como aceptando y se encogió de hombros. Comenzamos a subir en silencio y las puertas del elevador se abrieron, salí primero yo del elevador y me sorprendí cuando sentí que James salió también. Me detuve frente a la puerta de mi departamento y James me acompaño hasta afuera si, como un completo tonto, cuando abrí la puerta me giré para despedirme de James.

-Sólo me aseguro de que llegue bien.- Me dijo James. Sonreí.

-¿Quieres pasar?- Esperaba con ansias que dijera que no.

-No te preocupes, Elizabeth, ya es tarde.

-Gracias por todo James, me la pase muy bien, en serio.-

-No será la última vez.- Dijo. Lo pensé muchas veces, no lo quería hacer pero tenía que terminar esto lo antes posible. Me acerque a él y le di un "tierno" beso en su suave mejilla, y vaya que si era suave.

-Buenas noches James.

-Buenas noches Elizabeth.- Cerré la puerta, y subí casi corriendo las escaleras de mi departamento y lo primero que hice fue tirarme en la cama, pase un par de veces mis manos por mi rostro repasando todo lo sucedido, no pude evitarlo y fui cerca de la ventana, la abrí y encendí un cigarrillo, comencé a relajarme, perdí la cuenta de cuantos fumé. Me sentía muy abrumada, por todo.
Después de unos minutos me levanté a el baño con mi pijama en mis manos, me observé en el espejo y vi que llevaba puesto el saco negro de James, me lo quité y no pude evitar olerlo, tenía que admitir que su perfume me agrado, supongo que esto sería una excusa para volver a verlo. Me cambié, cepillé mis dientes, me hice una coleta alta y caí en la cama, cansada, no físicamente, si no mentalmente.

Atrapados.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora