4- Hombres

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El sol iluminaba todo el departamento, frustrada me levanté y cerré la cortina, hubiera querido dormir más.

Seguía sin haber nada de comer y moría de hambre. Recordé el café de ayer, lo poco que tomé no estaba mal.

Tome un baño para refrescarme en este día.

Me puse mi saco largo café que, según un niño que me vio un día me dijo que parecía detective, y mis jeans negros.

Después de dejar el edificio caminé hacia el café por las mismas calles que recorrí ayer con la diferencia de que a esta hora estaban menos transitadas. Llegue al pequeño lugar, pequeño pero acogedor, y el olor a café me recibió, e hizo que me diera mas hambre. Esta vez no había menos gente en el lugar, en una mesa al final había una pareja que conversaba, justo en el medio había otra mesa donde estaba un señor leyendo el periódico y atrás de él había una chica uniformada que observaba su celular. Me senté un poco alejada de esas mesas, a espaldas de la puerta de entrada y me decidí por ordenar un café de vainilla y un sándwich.

Mientras comía veía el noticiero en una una pequeña televisión que estaba colgada sobre las paredes beiges. Era raro no ver noticias sobre Marcos, pero recordé que estaba en otro país, no en Londres, donde era de los hombres más buscados y respondía a el nombre de John, ya que nadie conocía su verdadera identidad.

Empecé a pensar que haría para conocer a James, yo que no tenía la menor idea de como hacer amigos, pensé también en algún nombre nuevo para mi, no le iba a decir que mi nombre era Alisson ¿o sí?

Terminé mi café y mi pan y pedí la cuenta, la mesera de cabello rubio recogido en una coleta llegó a mi mesa.

-Disculpa, me dijeron que te diera esto.- Sin entender tome la hoja que me daba y la leí.

"Te dije que te debía una.

-El chico que te tiro el café."

-Pagó la cuenta.- Me dijo la chica y se retiró. Ni cuenta me di de que él hubiera estado en este mismo lugar ¿En serió? Me sentía muy distraída, y sin razón aparente alguna me molestó el hecho que pagaran lo mío, no es mi culpa que haya sido un tonto y que haya tirado mi café. Pero bueno, esto no se podía quedar así.

Salí del lugar y llegué a mi departamento, en realidad el puesto de café estaba muy cerca del edificio. Aburrida me quede viendo programas viejos de televisión, sin nada que hacer en esta vida, y Marcos, arruinando como siempre mi existencia, me mandó un nuevo mensaje.

De: Marcos.

Feliz sábado y prepárate para la fiesta. ¿Adivina quien ira? Hoy en la noche, luego te diré la información de donde y a que hora es. Ah, y ponte uno de lían vestidos de los que te mandé, no te pongas tu ropa anti-femenina.

De: Alisson.

Investiga con tus hombres un número para ordenar pizza.

Fue lo único que me dió ganas de escribir.

Ya era viernes en la noche y me alisté para ir a la "fiesta" pero en realidad solo iba a ir a un tipo de club nocturno, y lo peor era que no conocía a nadie, eso quería decir que iba a estar sola. Intenté buscar ropa en la bolsa que Marcos me había dado, pero como siempre, nada me agradaba.

Sin nada de ganas, tomé un vestido rojo y me lo puse. Corto y con delgados tirantes, no tan ajustado pero para mi gusto si. Para no sentirme tan incómoda me puse una chaqueta de mezclilla negra sobre el vestido y en los pies me decidí por unos pequeños botines negros que venían en la bolsa que me dió Marcos.

También en el bolso me di cuenta que había cosas de maquillaje, con un poco de curiosidad me pregunté ¿quien habría puesto todo esto ahí? y la imagen de la chica novia de Marcos que conocí cuando fui a su casa, escogiendo todo esto llegó a mi. Me maquillé un poco y me puse labial rojo, mi cabello lo deje suelto, lo único bueno de mi era mi cabello, se lo debía a mi madre, oscuro, y ni largo ni corto y un poco ondulado, no era algo que me emocionara tanto pero por lo menos era una cosa menos de la que preocuparme.

El taxi que pedí ya debía de estar abajo así que tomé mi cartera, mi celular y mis llaves y me vi por ultima vez en el espejo, esa chica no parecía yo, era como lo contrario a mi, pero de todas formas esa chica del espejo nunca se parecía a mi. Resignada bajé por el elevador; el recepcionista me saludo con un movimiento de cabeza y efectivamente, el taxi ya estaba ahí.

En el club no había nada fuera de lo común, chicas de vestidos cortos, hombres ebrios y gente bailando. "Es unas de esas discos a la que los jóvenes más les gusta ir, pues, muchos hombres ya algo viejos pero adinerados van y las chicas jóvenes van con la intención de enamorar a uno y tener a alguien quien las consienta y les compré todo lo que quieran, mientras que los pobres chicos jóvenes van con la intención de encontrar a una chica de su edad y darle todo su amor", me había dicho cuando llegamos el taxista que hablaba mucho para mi gusto.
Estando ya en el lugar caminé decidida directo hacia la barra.

-Un martini.- Le pedí al chico. Con la mirada busqué a James, pero con el lugar cerrado y obscuro y  tantas personas, no lo encontraría, ni siquiera lo conocía bien, este plan cada vez se me hacia más absurdo.

Me quedé en la barra por un tiempo, viendo y burlándome de la diferente gente que había. Ya había perdido la cuenta de cuantos martinis había bebido, pero aún seguía bien.

Dos chicos se acercaron a la barra y ordenaron algo que no escuché.

-Quiero dos botellas más- Dijo uno de los chicos con la voz de ebrio.

-¿Estas loco? Yo creo que ya es suficiente James.- Decía el chico que estaba junto a él, al escuchar eso mi vista se dirigió disimuladamente a los dos chicos, y si no me equivocaba el chico ebrio era James Buchanan.

-No me digas que hacer- Dijo James al tonto chico que trataba de ayudarlo.

Que rudo, pensé sarcásticamente. Le dieron dos botella de lo que al parecer era whisky y se fue, entonces se me ocurrió una increíble idea.

Le hice una seña al mesero para que me diera la cuenta. Pasaron un par de minutos y el chico me entregó la cuenta.

-Disculpe, me carga a mi cuenta también todo lo que pidió y todo lo que pida ese chico.- Dije apuntando a James que estaba de espaladas a unos cuantos centímetros atrás de mi.

-Señorita ¿esta segura? Ese chico ya lleva una larga lista.

-¿Y qué? No te afecta en nada, haz tu trabajo y ya.- Dije frustrada. Él chico solo se encogió de hombros.

-Esta bien, señorita. Sólo firme aquí.- Firme rápidamente y el mesero se alejó.

-Esperen...- Escuche una voz detrás de mi. -No puede ser ¿Alisson? ¿Alisson Hyde? Al escuchar mi apellido me di cuenta que esto no era común y por lo tanto no era algo bueno. Me giré y miles de pensamientos pasaron por mi mente.

-¿Josh?- Dije a lo bajo no muy segura de lo que mis ojos estaban viendo.

-¡Alisson! Wow, ¿eres tu? estas... diferente.

-Tu no sigues igual.- Dije fría como siempre. -¿Qué haces aquí?- No pensé dos veces la pregunta.

-Pues, sabes no es como sí Nueva York es una ciudad muy poco conocida, y este lugar uno de los menos visitados, entonces si me hubiera parecido muy raro el haberte encontrado. Pero sabes, no hay que divagar, ya estamos aquí.- Yo lo miraba sin comprender mucho, recordando el pasado, Josh unos de los pocos con los que hablaba en la secundaria, hasta que todo cambio y de un día para otro nos dejamos de hablar, como sí nunca nos hubiéramos conocido.

-Alisson, ¿si quieres?- Estaba tan pérdida en mis pensamientos que no sabía de que hablaba.

-¿Qué?

-Arriba, en la zona privada, ¿quieres?- Alzó la voz para hacerse escuchar ya que la música estaba muy fuerte. Sin pensarlo dos veces asentí, estaba perdida en mis pensamientos. -Ven sígueme.- Me levanté y el me ofreció su brazo, como estaba un poco aturdida lo tomé. Subimos a la "zona privada" y la música ya no se escuchaba tan fuerte, había unos cuantos hombres y mujeres riendo y bebiendo. Me senté a un lado de Josh en un sillón blanco y mi cabeza daba vueltas.

-¿Quieres un trago?

Atrapados.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora