1- Marcos

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Cada paso que daba resonaba en el suelo, caminé con la cabeza en alto alrededor de la alberca y por el grande jardín hasta llegar a una sala de estar que estaba junto a la puerta de entrada de la casa, y en la mesa principal se encontraba Marcos, bebiendo y fumando con otros hombres, al ver mi presencia Marcos les ordenó a los hombres que se retirarán.

-Mi pequeña Ali-. Marcos se levantó de la mesa apagando su cigarrillo y abrió sus brazos para darme un abrazo. Se veía descuidado, con su barba negra y su cabello despeinado, también lo notaba un poco más delgado, pero sabía que por dentro seguía teniendo ese despiadado y horrible corazón. -¿Cómo estas?- Me preguntó y yo puse mis ojos en blanco enfadada.

-No me llames así, ¿qué quieres?- Él sonrió y bajó sus brazos sabiendo que esa sería mi reacción.

-Toma asiento, Alisson.- Me senté y él también lo hizo. -Te tengo un negocio- Dijo mientras se quitaba sus lentes oscuros.

-¿De qué se trata?- Dije suspirando y mirando hacia abajo sin mucho entusiasmo mientras jugaba con mis dedos, esto era común para mi.

-Cuanto apuro solecito, ¿no quieres un poco de tequila antes? ¿O un cigarro?, ¿es que no extrañas a tu padre? -Lo observe más que enfadada, él siempre hacía y decía todo para molestarme y lo lograba, estaba apunto de contestarle cuando la puerta de entrada se abrió lentamente revelando a una chica, era pequeña y delgada, iba descalza y llevaba puesto una camisa blanca de botones que le quedaba grande y le llegaba a mitad de los muslos, dejando ver sus largas y bronceadas piernas, bajo la camisa se podía ver que llevaba puesto un traje de baño. Sus ojos eran grandes y llevaba un poco mojado su cabello café que caía por sus hombros, lo más seguro es que acababa de salir de nadar un poco en la alberca.

-Ah cariño, ven, acércate.- La chica si acaso noto mi presencia y con la cabeza baja camino al lado de Marcos. El la tomo por la cintura  y casi levantándola la sentó sobre sus piernas.
-Mira, te presento a mi hija Alisson.- La chica pasó un mechón de su cabello detrás de su oreja y alzó un poco la cabeza, me pareció ver una ligera sonrisa pero desapareció casi al instante. Se notaba que era tímida y se veía tan joven, al momento sentí lastima por ella, otra más que se une al infierno de Marcos.
-¿No es bonita Alisson? A ver, ¿qué quiere mi princesa? ¿Dinero, joyas? Todo lo tiene.- Le tomó sin nada de cuidado de la mejilla y la besó, rápido desvíe mi mirada de esa escena, no era para nada de mi agrado.
-Vuelve adentro y espérame un poco más mi niña, ya voy.- La chica se levantó y regresó dentro cerrando la puerta tras ella. Dinero, pensé, por eso es que arruinan su vida.
-¿Cómo la ves? Podrías llamarla mamá.- Marcos río a carcajadas.

-Marcos.. Sí eso es todo creo que mejor me voy.

-Espera, no, no.- Tomó un trago de tequila. -Bueno, chica desesperada, primero que nada te tengo que decir que esto es muy diferente a lo que has hecho antes. No es un negocio de horas, tardarás.. algo de tiempo.- Sentía su mirada que nunca había sido de mi agrado sobre mi. Alcé la vista para enfrentarlo y bufé.

-No seas ridículo, sabes que ya no me asustas- Dije.

-Esto no es de miedo.- Contestó y fruncí el ceño.

-Dilo ya Marcos.- Dije enfadada. Él volvió a mostrar su cínica sonrisa, es tan desagradable.

-Bueno, desde hace tiempo tengo cuentas con un hombre, un idiota- Hizo una cara de disgusto. -No encontraba como hacer para que me pagara, hasta que hace poco descubrí a sus hijos, una niña como de 8 años y un chico de tu edad, o un año mayor o menor, no me importa la verdad, entonces se me ocurrió un plan.

-¿Un plan?..- Dije mientras me cruzaba de brazos y contenía mis ganas de poner los ojos en blanco.

-Él chico, ya sabes, hijo de padres ricos, vive solo en un departamento en Nueva York; el imbécil de su padre también vive en esa misma ciudad pero en una casa aparte con su esposa y su hija, como sea, el punto es que quiero que te vayas a vivir temporalmente a un departamento, cerca del chico para que lo conozcas.

-¿Quieres que me haga su amiga?- Dije con algo de disgusto, y Marcos sonrió complacido.

-No exactamente cariño.- Rascó levemente su barba.

-¿Entonces?

-Una relación más íntima, mujer, necesito que ganes su confianza que sea suficiente para llevarte a conocer a su familia, y eso es lo que necesito para que así tu me des información, después ya veré yo que hago.- Parecía que se divertía viendo como yo reaccionaba, debía de ser una broma, así que no puede evitar reír sarcásticamente.

-Estas loco si piensas que voy hacer eso.- Me levanté de la silla, y ya estaba decidida de irme de allí, porque tenía cosas más importantes que hacer, pero su voz con el tono que ya conocía y que me decía que no estaba haciendo lo correcto me detuvo.

-Tienes que hacerlo, Ali.

-Ya cállate.- Dije sin pensarlo. Odio que me diga Ali. Lo odio, ¡lo odio!

-No se le habla así a tu padre Alisson.

-Tu no eres mi padre ¡ya, deja eso!.- No lo pensé dos veces, estaba molesta, y me molestaba más saber que lo que decía él era verdad.

-Lamentablemente si. Pero ahora no quiero seguir hablando de estupideces, mañana mismo viajas a Nueva York.

-No.- Dije entre diente. Marcos se acercó a mi lentamente, y yo lo observé, no sabía cómo iba a reaccionar, con un movimiento rápido forzó con sus manos mi barbilla, lastimándome.

-No te quieras hacer la niña ruda conmigo, no te conviene, conozco tus puntos débiles más que nadie.- Susurro haciendo que me estremeciera. Me safé de el como pude, no por miedo a que me lastimara a mi, si no por miedo a que lastimara a ella. Él estiro su brazo mostrando en su palma de la mano un boleto de avión; lo pensé pero resentida lo tomé dejando todo mi orgullo ahí, me di media vuelta y me aleje de él sintiendo completamente inservible.

-Adiós, Ali.- Fue lo último que escuche.

Atrapados.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora