Kacchan no quería ser un héroe.
Izuku molestaba a Kacchan.
Todoroki reía sin parar.
Kirishima tan solo buscaba soledad.
Sus problemas se entrelazaban más y más. La terrible adolescencia de cuatro chicos que no sabían cómo actuar ni tampoco cómo...
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–¡Mis adorados niños, ha llegado el día! –nuestro tutor, el profesor Aizawa-san, brillaba como siempre ante aquella declaración que hizo nada más llegar–, después de un mes agotador con la materia teórica... ¡empieza lo práctico! –chasqueó los dedos lleno de ánimos.
–Esto quiere decir que también debemos hacer un trabajo final, para demostrar que somos lo suficientemente competentes como para utilizar nuestros quirks –Kaminari Denki, el vicepresidente de la clase. Era el encargado de las tutorías, ya que el profesor Aizawa-san era propenso a desvariar. Si no fuera por el vicepresidente, las clases serían mucho más caóticas.
–¡Kaminari-kun tiene razón! –nos guiñó el ojo. Escuché un resoplido por parte de Kirishima-san –, pero no os estreséis, mis pequeñas perlitas de oro, será en grupo ¡así os ayudareis mutuamente!
¿En grupo?
Todo se vino abajo, e inmediatamente sin hacer mucho ruido, deslicé mi mano hasta mi mochila, preparado para coger las pastillas o el inhalador.
Necesitaba calmarme. Podía hacer esto. Seguramente dividiríamos las partes del trabajo y a mí me tocaría hacer la mía solo, sin ningún tipo de problema. Eso es lo que pasaba en mi antiguo colegio, y lo llevaba bien.
–¡Ahora haremos los grupos! –gritó haciendo un extraño gesto. Era curioso ver como todo el ruido de la clase lo generaba el maestro, ya que todos lo observaban callados y totalmente desinteresados–. El primer grupo será... ¡Yaoyorozu-chan, Jiro-chan e Iida-kun! –Jiro-san chasqueó la lengua molesta. Entendí su reacción, Iida-san solamente había venido a dos o tres clases. Era el chico gamberro, por así decirlo, de primero. Suspiré, esperando tener más suerte que ellas.
–El siguiente es Todoroki-kun, Uraraka-kun y Mineta-kun –comunicó impasible Kaminari-san. Ahora que tenía excusa para mirarlo mientras decía los grupos, me fijaba que era uno de los chicos más serios, con una mirada algo aterradora. Su cabello negro con el rayo amarillo en el flequillo me llamó la atención el primer día, pero me pilló observándole, y desde entonces mantengo las distancias aún más si es posible.
–¡Continuamos con Midoriya-kun, Tokoyami-kun y Ashido-chan! –al mencionarlo, agaché la cabeza. Solo el escuchar su nombre me repelía. Di las gracias por que no me tocara en el mismo grupo.
–Y... -Kaminari frunció el ceño–, Kirishima-kun, Bakugō-kun y yo –mis ojos se abrieron sorprendidos. Por pura coincidencia, en ese mismo momento Kirishima-san se giró y conectamos miradas. Rompí el contacto en seguida.
Estaba un poco... feliz.
En la hora del almuerzo, Kirishima-san en vez de salir como siempre hacía, se dirigió hacia mí.
–Eh, ven conmigo –aturdido, me levanté haciendo caso a su demanda. Fue hasta los pupitres de delante y nos paramos donde se sentaba Kaminari-san, que estaba tranquilo almorzando su bento.
