La bruja estaba hambrienta, llevaba dos siglos sin probar bocado, encerrada en ese mugroso pantano, ajándose y marchitandose, pudriendose poco a poco sin poder salir de esa carcel.
Salió de su choza y sujetándose las faldas con las manos corrió por él sendero del pantano recolectando setas y hierbajos para sus pócimas y hechizos, iba con prisa, necesitaba algunos ingredientes para su plan.
La mañana se escapaba rápidamente entre las ramas de los árboles del pantano, la cesta de Gróa estaba repleta de ingredientes, la mujer volvió a su cabaña y se puso a trabajar.
Encendió el fuego debajo de su enorme y oxidado caldero, hacia años que no perdía el tiempo con pócimas y hechizos, que la dejaban aún más débil. Pero esa vez era diferente, si su plan funcionaba comería carne y recargaría energías, los poderes que la abandonaron por la edad volverían a ella y cuando volviese a ser tan poderosa como siempre lo había sido rompería el hechizo que la ataba a ese sitio. Debía poner toda su atención en el maloliente brebaje que estaba preparando, agregó a la poción los ingredientes que precisaba: hojas de zarzamora, púas de rosa, plumas de cuervo, polvo de jaspe rojo, tierra de tumba, pétalos de acónito y belladona...entre otros. Se movía tan rápido como podía en la tambaleante casucha, cogía de los estantes y alacenas frascos y botes con variopintos objetos, desde partes anatómicas humanas a cortezas de distintos árboles.
La casucha se llenó de los mefíticos vapores de la pócima y de la chimenea salía el denso humo que despedía el burbujeante caldero, del humo salían negras alimañas y criaturas de pequeño tamaño, con alas, cuernos, parecían esqueletos de pájaros prehistóricos o escuálidos dragoncillos. La bruja se acercó a por el último ingrediente, era toda una reliquia para ella, se agachó y abrió el cajón de una alacena de madera podrida, de el saco una bolsita de terciopelo que destacaba en la austeridad de la choza, parecía estar atada con cordeles de oro puro y en su interior se guardaba, nada más y nada menos que la un trozo de la soga que ahorco a la primera bruja de la familia de Gróa. La hechicera la miró con sus apagados ojos, había hecho lo correcto convirtiéndose en bruja, lo que era ahora era lo que le correspondía, ¿ese era su destino?: la horca o inmortalidad en ese malsano lugar donde jamás se veía la luz del sol. Vender su alma, era lo que había hecho años atrás, no estaba segura de si lo habría parado sabiendo lo que estaba pasando. Pero al recordar el sabor de la carne, el placer de vengarse y sembrar el terror. Un hormigueo recorrió su espina dorsal, quizás era sentimientos de añoranza y felicidad, o quizás eran algunos gusanos moriferos encargándose de su maltrecho cuerpo... Su plan maléfico era sencillo, elaborar una pócima que despertara infinidad de infernales criaturas que disfrazadas de seres feericos atraerían a algún niño o adolescente y podría, ¡por fin! hacerse justicia...
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Akelarre
FantasyUna pérfida y malvada bruja, exiliada por su maldad traza un plan malévolo para resurgir de las sombras y volver a sembrar el caos en el Reino de la Fantasía.