3 La carta de Isabelle

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Ambos dejaron el hospital, Drake conducía el Plymouth negro camino a la mansión, sentado atrás estaba James; el silencio cubría el ambiente, ninguno decía nada, a pesar de que todo estaba en silencio era uno de esos silencios incomodos. Cuando llegaron a casa la mansión estaba vacía, los chefs, los mayordomos, las damas de limpieza, todos se habían ido, hacía semanas que no les pagaban y decidieron renunciar sin decirle nada ni al señor Jixon ni a Drake los habían dejado solos. James decidió llegar a dormir, habían sido semanas difíciles y se sentía mal por las quimioterapias y lo único que quería era descansar; mientras subía las escaleras deprimido Drake le preguntó.

-¿desea comer algo señor?

Lo único que el muchacho escuchó fue la puerta de la habitación de su jefe azotándose con fuerza, sabía que quería estar solo un momento, sería mejor irse un rato y despejarse, tomó el Plymouth fury para salir a dar una vuelta, supuso que no le importaría al señor Jixon si se iba un par de horas. 

Se alejó de la mansión varios kilómetros para conducir entre las calles de la gran ciudad, conducía cerca de Brooklyn, ya era algo tarde y ver a los carritos ambulantes de hot dogs y pretzels hacían que su estómago hiciera ruidos, estaba hambriento, no había comido desde esa mañana, se encontraba distraído, sumergido en sus pensamientos, meditabundo y pensando en la situación de su jefe por quien sentía mucha pena; al estar pensando en todas esas cosas apenas notó una pelota de plástico color azul que se atravesó en su camino, logró frenar rápidamente, vio que tras la pelota venía un niño pequeño como de 7 años, tenía piel morena y usaba gafas, literalmente casi lo arrolla. El pequeño tomó su pelota y se quedó viendo fijamente el auto de Drake, este se baja y corre hacia el niño.

-lo siento mucho amiguito ¿estás bien? ¿Te hice daño?

En eso se escucha una voz femenina que grita.

-¡Georgie!

Cuando Drake levanta la mirada vea a la chica más hermosa que jamás había visto en su vida, rubia, delgada, de ojos verdes, no quería hacerse ilusiones pero parecía de su misma edad, creyó estar ante la visión de un ángel.

-Georgie sabes que no debes soltarme de la mano y menos correr así, ¿te encuentras bien?

El pequeño niño se limitaba a asentir con la cabeza y abrazar su pelota viendo a la chica con cara de cachorro regañado, sus ojos se veían aún más grandes debido a las gafas.

-lo siento mucho, fue mi culpa no lo vi; lo bueno es que frené a tiempo –dijo Drake sin poder desprender los ojos de la hermosa chica.

-no te preocupes, gracias a Dios no pasó nada, hola soy Emma, mucho gusto –la chica extendió una mano hacia Drake y sonríe amistosamente.

-mucho gusto me llamo Drake –el chico corresponde el saludo y señalando al niñito pregunta -¿es tu hermanito?

-no, es uno de los niños del orfanato en el que trabajo, se llama George pero todos le decimos Georgie, dile hola a Drake Georgie.

El niño pone la pelota bajo su brazo izquierdo y sonriendo le extiende la mano derecha a Drake.

-hola, mucho gusto –la voz de Georgie es tan adorable que Drake no repara en soltar una expresión de ternura <<aww>>.

-mucho gusto amiguito –corresponde Drake al saludo del niño.

Ambos se saludaban cuando de repente un vendedor de salchichas hace que Georgie deje de apretar la mano de Drake, al pequeño se le iluminan los ojos y dándole un tironcito al pantalón de la chica pregunta.

El señor Jimmy JixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora