Epílogo.

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Tres meses después...

Las linternas alumbran la ciudad, como luciérnagas desfilando. Corro por las calles repletas de personas, en dirección contraria a la de la multitud. Cuando las personas me reconocen, me señalan y sonríen. Algunos gritan un agradecimiento, en el poco tiempo que tenemos de contacto, y otros más comienzan a lanzar vítores y me reciben con un "¡Bienvenido devuelta, ninja verde!".

En circunstancias normales, podría detenerme y responder adecuadamente a sus saludos, pero hoy sólo puedo murmurar un "gracias" y continuar corriendo. Por el Primer Maestro, nunca había llegado tan tarde a nada... seguramente Rune no dejará de echármelo en cara... y Kai ya debe estar con sus jetas, llegada ésta hora...

Cuanto más me alejo del centro, los adornos de dragón dejan de hacerse tan presentes, la gente con linternas y máscaras más escasa y todo el espíritu de festividad deja de estar tan concentrado. La celebración principal se encuentra en el centro, entorno a la estatua de Dracko, justo al lado de la reconstruida estatua del ninja de titanio. En las afueras, pareciera que los habitantes no están en casa. Algunos han dejado las luces prendidas, pero aún así parece haber cierto aire de abandono. Vamos, se llevaron hasta a sus mascotas. Y éso lo entiendo completamente, éste es un día de celebración familiar. El Día de los Difuntos es una tradición para festejarse en comunidad.

Hoy le damos un último adiós a nuestros seres amados. Además... ésta será la primera vez que lo celebro...

En el Instituto Oscuro solía alejarme e ir al techo para ver los colores brillantes en la ciudad. Y después, al conocer a los chicos, cada uno prefería irse y celebrar solo. Kai y Nya, Cole... Mei, Zane, Jay y yo nos quedábamos en el Navío, ya que no habíamos perdido a nadie.

Éste año... es diferente.

No sólo se trata de festejar por Dracko y mi padre, las guerras siempre dejan un vacío en la gente. Aunque el suceso haya sido trágico y reciente, la idea de celebrar el Día de los Difuntos en grande, parece estar funcionando. El espíritu realmente parece haber revivido, como lo haría un Fénix de las cenizas. Las tradiciones deverás están animando a la gente. Incluso hay personas de otras partes de Ninjago visitando la ciudad. Tengo entendido que Seliel y su padre fueron invitados en persona por el alcalde, a celebrar en la mismísima casa presidencial. Nosotros también fuimos invitados, pero rechacé la invitación. Quería hacer de éste... un día especial.

Después de un rato corriendo, al fin veo que aparece el letrero de "Usted está dejando Ciudad Ninjago". Sostengo con delicadeza la linterna, abrazándola contra mi pecho, pero teniendo cuidado de no romperla. Junto mis manos como puedo e invoco a mi dragón elemental.

-¿Cuánto tiempo sin vernos, eh amigo?

El dragón no responde, simplemente me devuelve la mirada como un muñeco. Me gusta hablarle, aunque él sea sólo una extensión de mi mente. Cualquier gesto que haga no es porque tenga mente propia, sino porque... de un modo u otro yo lo estoy haciendo reaccionar. A veces, en especial desde ahora, éso me hace sentir que juego con un muñeco que no puede darme una respuesta diferente a la que yo le doy, o que no puede hablar más que tomando mi voz prestada. Puede que algunas veces suene aguda, u otras más que suene grave, pero al final de cuentas, sigue siendo mi voz la que habla. Por éso evito hacerlo.

Esbozo una sonrisa triste. La linterna apagada, contra mi sudadera preferida, representa la nostalgia que siento. Mi dragón no es dorado, es verde. Tiene escamas, sí, y también alas... pero creo que ningún dragón en el mundo es igual a otro, no importa si lo mueves como un títere y le haces actuar como crees que actuaría.

Sacudo la cabeza y me siento en su lomo. Mi dragón agita las alas, primero lento y, después, aumenta la velocidad. Surcamos el cielo pintado por colores anaranjados y rosas. Parece una pintura de acuarela, donde un color al tocar otro crea una combinación de miles de tonos más.

Ninjago 3: Bajo Amenaza (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora