Narra Pablo:
Se incorporó quitando mi mano de su hombro, primero miro hacia abajo, resoplo y volvió a tomar aire, levantó la cabeza y me miro fijamente, tardo unos segundos en hablar, arrugo la boca y se cruzo de piernas.
-¿Me vas a decir todos los días que me quieres?.- Preguntó Lula.
Ante su pregunta solté una pequeña sonrisa que no pude evitar.
-Todos y cada uno de mis días.
Me acerqué poco a poco a ella hasta acabar dándole un beso suave, sin prisas, la echaba de menos y por lo que se ve ella a mi también, me separé un poco de ella, apoyé su frente con la mía.
-¿Lo intentamos?.- Le pedí cogiéndole de las manos.
-Por favor.- Dijo Lula depositando sus manos en mi nuca haciendo fuerza para que me acercara más a ella, me paré en seco ante sus labios.
-He estado esperando tanto tiempo este momento que parece que lo este soñando.- Dije rozando su boca, ella solo se limito a sonreír, me encanta tener su sonrisa tan cerca de la mía. No aguantemos más y nos fundimos en un beso frenético. No se como he podido sobrevivir tanto tiempo sin besarla.
-Esta amaneciendo...- Dijo Lula poniendo sus manos en mi cara.
Me levanté de las escaleras, una vez de pie le extendí las dos manos para ayudarla a que ella se levantara también, fuimos entrando a la casa, eran casi las 6 de la mañana.
-¿Sigues teniendo frío?.- Le pregunté.
-Un poco si, esta manta no abriga nada.- Dijo regalándome una de sus mejores sonrisas.
Le abrace por detrás, apoyando mi cabeza en su hombro, agarrando su cintura con suavidad.
-¿Mejor?.- Dije dándole un beso en la mejilla.
-Mejor.- Dijo Lula cogiendo mis manos que seguían en su cintura.
Abrimos la puerta despacio, todavía estos estaban durmiendo, entremos sigilosamente a la casa.
-Pablo, no hagas ruido.- Dijo Lula hablando bajito.
Me tropecé con la mesita que había en medio del salón.
-¡PABLO! Con cuidado.- Me riñó dándome un golpe en el brazo.
-Que no lo he visto, ¿desde cuando esta eso hay?- Dije mientras me tocaba la pierna.
-Shh no te rías.
-¡Pero si te estas riendo tú!
-¡Calla!
-Anda, ven.-Dije tirando de su brazo.
La cogí de la cintura y la coloqué sobre la mía, fuimos dando tumbos hasta llegar a la cocina donde la apoyé encima de la encimera donde pude besarla más tranquilamente, sus manos se colocaron en mi nuca y las mías las metí por debajo de su camiseta, no podía separar mis labios de los suyos, eran como imanes.
Después de estar tiempo enredados entre besos y caricias Lula se separó un poco de mi, se le cambio el rostro por completo.
-¿Qué pasa?
Lula puso dos dedos sellando mi boca.
-Shh calla.
Se veía un poco de claridad por debajo de una de las puertas, no nos dio tiempo a separarnos ni a bajar a Lula de la encimera, salio Ramón, no se dio cuenta de que nosotros estábamos en la cocina de aquella manera, esperemos un rato a que saliera del baño, se nos ocurrió matar el tiempo de la mejor manera que sabíamos hacerlo, ella me cogió de la nuca y retomemos lo que habíamos dejado a medias.