Narra Pablo:
Tenía sus ojos puestos en los míos. La piel se me erizaba. ¡Tensión! ¡Nervios! Muchos sentimientos a la vez.
-¡Chacha!
¿Chacha? Su voz de niño angelical partió el incómodo momento. Miraba al pequeño y volvía a mirar a Lula
-¿Os estáis peleando?.- Preguntó el niño al ver a Lula todavía en mi cadera.
-Bájame Pablo.- Susurró en mi oído.
No tardé ni un segundo.
-¡Hola tío! ¿qué haces aquí?.- Saludo de aquella manera tan peculiar al pequeño.
-¡Hija! En cuanto ha escuchado el timbre ha echado a correr el sinvergüenza, estábamos en el jardín y yo no puedo correr detrás de él.
-No pasa nada mama.
La mujer todavía no se había dado cuenta de mi presencia, pero el niño no me quitaba ojo.
-Te tienes que quedar un tiempo con Andrés, se lo íbamos a dejar a José, pero con la mudanza no tiene espacio en su casa.
-Vale, vale, no hace falta que me des tantas explicaciones.
Yo seguía inmóvil, petrificado, paralizado, firme, parado, tieso, quieto, congelado y un sin fin de sinónimos más.
-¿Tú quién eres?.- Me señaló el enano de pelo oscuro.
-Es Pablo, Andrés.- Lula me cogió de la mano para acércame al niño.
-No muerde.- Susurro muy flojito.
-¡Hola Andrés!.- Me agaché para estar a su altura. Quise ser simpático, caerle bien, por lo menos.
-Hola.- Contestó risueño el niño.
-Bueno y ella es mi madre, Pepa.
-Hola Pepa.- Me acerqué a ella dándole dos besos.
-Hola Pablo, he escuchado tu música, tienes mucho talento.
-Gracias, se hace lo que se puede.- Mi sonrisa tonta salio a la luz, no me acostumbro a que me alaguen por mi trabajo.
-Bueno, yo me tengo que ir, me esta esperando tu padre, mañana se va a Miami ha grabar su nuevo disco, yo me pasaré de vez en cuando para ver que tal esta Andrés ¿vale?.- Lula asintió con la cabeza.
-Encantada Pablo.- Se despidió Pepa.
-Igualmente.
Lula acompañó a su madre a la puerta mientras yo me quedaba con el pequeño. Solo sabia mirarme, no hablaba. Él estaba en un rincón y yo en otro. ¿Y que le digo yo ahora? El niño me analizaba, paseaba su pequeña mirada por mi cuerpo, sus ojos me miraban extrañado e inquietantes.
-¡Ya estoy aquí!- Sentir de nuevo a Lula era un alivio.
Nunca había estado con un niño que no fuera de mi familia y estaba un poco incómodo.
-Andrés ¿sabes una cosa?.- El niño negó con una amplia sonrisa.
-Pablo es del Málaga.
-Yo soy del Madrid.- Contestó muy rápido el niño.
-Ayer perdisteis contra el Madrid.- Esbozo una sonrisa de sandia. La misma que la de su hermana.
-Ya.- Soltó una risotada. Como su hermana, lo que yo os diga.
-Además...- Volvió hablar Lula. Andrés abrió los ojos todo lo que podía.
-Es del Barça.- Abrió la boca. El niño volvió a clavar sus diminutos ojos en mi. Si le caía mal al niño, ahora con más motivo. Como un huracán entraron los perros en el salón y Andrés echó a correr detrás de ellos.