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[Mia]

Baje por las escaleras mientras Richie y Heather esperaban abajo. Me encontré con una tímida sonrisa de mi amigo y una amplia y feliz sonrisa de Heather.

-Entonces ¿nos vamos? – pregunte balanceándome sobre mis talones como lo haría una pequeña.

[...]

-¡ Mia! – dijo alegre Dorothea al verme.

Sonreí ampliamente, realmente me gustaba verla. No sabía por qué no la había venido a ver durante estos días.

-¿Está todo bien? – preguntó cuando la he soltado.

-Si... claro... - respondí vagamente. Sabía que me conocía bien, y agradecí que, a pesar de su mirada inquisidora, no preguntara más.

-Sabía que aceptarías venir a pasar la noche conmigo – llegaba Jon por la espalda de Dorothea para luego saludarme.

Reí saludándolo.

-Pero pacemos a la mesa – señaló – eran los únicos que faltaban

-Eso es culpa de Mia – hablo Richie – la puntualidad nunca ha sido lo de ella. – se burló.

Reí levantando mi dedo del al medio en su dirección.

La cena transcurrió con normalidad, los chicos se encargaron de las bromas y las risas, realmente necesitaba algo así, necesitaba risas, relajo.

-Okey, okey – levantó sus manos David – hagamos una pregunta seria – puso su mejor cara de seriedad. Reí ante aquello - ¿cómo uno se da cuenta que está enamorado? – preguntó. Levante mi vista del plato. – Y dado que el único amor eterno, hasta el momento – los vio divertido – es Jon y Dorothea, cuéntenos

-¿Cómo te diste cuenta que era amor? – hable dirigiéndome a Dorothea. Y me sorprendí a mi misma ante aquella pregunta.

Dorothea miró a Jon sonriendo.

-Fue un periodo en el que había una completa confusión en mi cabeza y corazón – habló – entonces forcé a mi cabeza a guardar silencio – miró a Jon quien tomó su mano y la miró con amor. Nunca nadie negaría que aquellos dos se amaban más que nada en el universo. – Y fue como si mi corazón comenzara a hablar por mi – ambos sonrieron – y comenzó a responder las preguntas; ¿Alguna vez has llorado en el hombro de un hombre?

Busque, sin querer, los ojos de Richie.

-Duele, Sambora – volteo llorando –y no sé qué hacer para que se detenga– lo abrazo llorando.

-Pero hubo más – sonrió – sabes que las lágrimas de un hombre son un tema muy difícil. Entonces mi corazón preguntó: ¿Ha llorado algún hombre en tus brazos?

-Shhh... -acarició su cabello mientras su amigo se desmoronaba sobre ella dejando escapar todo lo que había guardado – ya pasará – susurro conteniendo sus propias lagrimas mientras él, por primera vez dejaba ver su debilidad ante ella.

Tomé un largo sorbo de mi vino.

-Mi corazón dijo: piensa en los momentos más solitarios, más indefensos, más difíciles de tu vida ¿Quién estaba contigo cuando volteaste la cabeza?

Nuestras miradas se encuentran, la que corro rápidamente. Aprieto mis puños. No podía ser cierto.

-¿Quién te ayudo a levantarte cuando te caías?

-¡Estoy cansada!- gritó con furia – Cansada de todo esto – se dejó caer en el piso de su departamento mientras las lágrimas caían sin freno alguno. – necesito a papá-susurro llorando.

-¿ Mia? Preciosa – corrió preocupado hacia su amiga levantándola – ven aquí, cariño – la abrazó.

- Fuera de tu familia ¿a quién tienes miedo de perder en esta vida?

-no quiero perderte, sabes-

-ni yo a ti, princesa-

Nuestras miradas se vuelven a encontrar, aprieto mis labios y busco concentrarme en mi copa de vino.

-¿de quién apartas tus ojos y manos contra tu voluntad? Cuando tus ojos evitan sus ojos... Tus manos tiemblan... quieren tocar sus manos contra tu voluntad

-¿Y si estoy perdiendo el rumbo? – hablaba mientras ambos iban en el automóvil. – quiero hacer miles de cosas pero luego todo se presenta con dificultad. Entonces quiero volver a ser el Richie que tú conoces, que yo conozco. El que podía hacer lo que quisiera sin importar nada. Escribir canciones, reír... – hablaba de manera rápida y desesperada.

Levantó su mano para tomar su rostro y obligarlo a que la mirara para que con un beso poder hacerlo callar y decirle que entonces perderían los rumbos juntos pero su mano sólo quedó a medio camino.

-Perdemos el rumbo juntos entonces –sonrió tamborileando sus dedos.

No podía estar ocurriendo, es mi mejor amigo... mi amigo...

-La unidad de las almas también es importante. El cuerpo, el toque es importante. Cómo late tu corazón cuando lo tocas.

-¡Por Dios, Sambora! ¡Me haré pipi! – se quejó retorciéndose bajo su cuerpo ante las cosquillas.

-Dilo –

-Sigues igual de guapo que siempre

Su boca permaneció levemente abierta mientras su pecho subía y bajaba rápidamente. El corazón de ella latía tan fuerte que en cualquier momento se le saldría del pecho. Mientras que él rozaba lentamente sus labios.

-No...no puedo – me levante de la mesa tomando mis cosas para salir de ahí.

-Mia – corrió halándome del brazo.

-¡No! – Zafé mi brazo de su agarre – no lo hagas

-¿Qué haces? ¿A dónde vas?

-Sólo... sólo déjame – voltee yéndome.

Era un estúpida. ¿En serio, Mia? ¿En serio te has enamorado de tú mejor amigo?

[...]

Miraba por enésima vez mi celular, Jon, Dorothea, David y Tico habían llamado múltiples veces al igual que Richie.

-¡Dios! ¡Por fin, Mia! – habló Jon a través de teléfono. -¿Dónde estás? ¿Estás bien?

Lo interrumpí – estoy bien, Jon – respondí – pero necesito que me dejes dormir en el estudio hoy

Jon suspiró – está bien pediré que dejen abierto pero Mia ...

-No le digas a Richie por favor – Jon volvió a suspirar – siento arruinar la cena – corté.

Pedí un nuevo trago al barman. Necesitaba borrar de alguna manera todos aquellos pensamientos que se estaban formando.

Debía irme, debía volver a casa. Era el único pensamiento lógico entre todos los incoherentes que me rondaban. Debía volver a casa.

-Me gustas – dijo borracho mientras se balanceaba

Sonreí– creo que ambos estamos muy borrachos, Rick – respondí para luego en un impulso rosar lentamente sus labios con las yemas de mis dedos.

-Odio que me digas Rick – se quejo pero su sonrisa decía absolutamente lo contrario.

Mi corazón se aceleró cuando me apego de la cintura a él. Subí mis manos a su cuello, quizás podría confesarle todo pero sus labios atraparon los míos antes.

Cerré mis ojos ante aquel recuerdo, aún podía sentir la calidez de su boca con la mía. Pasé la mano por mi boca lentamente, aun quemaban como en aquel beso.

-Me gusta – confesé en voz alta-me gusta mi mejor amigo-repetí con mi voz temblorosa.

Por primera vez lo confesaba en voz alta pero el dolor no era menor por decirlo.

- Mia... -  

Demasiado TardeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora