¿Feliz año nuevo?

107 6 5
                                    


Observando el último fuego artificial desaparecer en el cielo mientras todos se encontraban celebrando. Regresó.

-Feliz año nuevo –susurró.

Cerré mis ojos. Sabía que vendría.

Voltee lentamente. – Creí que te habías ido

Mia bajo su mirada – Si... bueno – sonrió – aun no lo hago

-Pero te irás...

Encogió sus hombros de manera inocente para luego acomodar su cabello. Ya no lo traía tomado en un moño, estaba al natural, desordenado y hermosa. Seguía pareciendo un ángel.

- ¿Por qué aun no te vas? – metí las manos en los bolsillos de mi pantalón. Reprimiéndome las ganas de abrazarla. De susurrarle cada uno de mis pecados.

Mia sonrió mientras buscaba valor mirando hacia cualquier lado que no fuera yo.

-Yo...– volvió a mirarme – Yo no me lo he dicho a mi misma en voz alta. Bueno – sonríe vagamente- lo dije sólo una vez y me obligue a creer que no era así –mordió su labio nerviosa – Pasa que cuando tenía 10 años conocí a un chico dos años mayor y me pareció un idiota – mordí el interior de mis mejillas. Mis ojos brillaban por las lágrimas que se comenzaban a posar en ellos – y aquel mismo niño idiota se convirtió en mi mejor amigo – miró con ternura – y desde entonces nunca nos separamos... Conociendo cada rincón de cada uno, cada mirada y sonrisa... Entonces me enamore – apretó sus labios. Mi corazón se paralizó. Nunca creí escucharlo salir de sus labios- me enamoré de mi mejor amigo – encogió sus hombros - y realmente te odio por eso, porque no debió suceder, porque no podía enamorarme de ti –apreté mis ojos. ¿Por qué ahora? – odio sentirme segura en tus brazos, y que desee escuchar tu voz cada vez que me siento perdida, odio que me conozcas tan bien, que sepas qué es lo que me gusta y que no, odio saber que un día despierte y no te tendré a mi lado, odio que me envuelvas en tus brazos los días de invierno porque es lo único que deseo, que me mires fijamente y sonrías con aquellos hoyuelos que tanto odio – sonreí sintiendo como las lágrimas caían - odio tantas cosas de ti, Sambora... cómo me haces sentir y cómo no puedo evitar sonreír a tú lado... pero me odio aun más por estar aquí como una tonta diciéndote todas estas cosas. Se supone que la sin sentimientos era yo en la relación – ambos sonreímos. – se supone que esto no debía pasar. Que envejeceríamos juntos, que siempre serías mi mejor amigo y que estaría feliz el día que encontraras a una buena chica para estar a tu lado... Pero me traiciono... el maldito corazón me traiciono.

Quité las lágrimas de su mejilla. Apreté mis labios, necesitaba darme valor. – Está embarazada – dije finalmente, mientras intentaba que las lágrimas se detuvieran y dejaran de caer por mi rostro. – Me lo acaba de decir.

La boca de Mia se abrió, quiso decir algo pero sólo calló.

-Lo...lo siento –di un paso hacia ella. Ambos callamos. Mia aun no me miraba.

– Como un ángel –apoye mi frente con la suya. Me miró sin entender – Te ves tan hermosa como un ángel –quite una lágrima de su mejilla – y quizás nunca he visto uno pero puedo asegurar que se ven como tú...

Mia sonrió y llevó su mano a mi mejilla.

-Siempre seremos mejores amigos, Rick – sonrió - siempre estaré para ti – rocé mi nariz con la suya – aunque tú corazón pertenezca a ella – acaricio mi rostro quitando las lagrimas que caían.

Quise corregirla pero sólo apoye mi frente en la suya. Sabía que esta era la despedida, lo sentía, sentía como la única chica que de verdad he amado en toda mi vida se me iba por entremedio de los dedos. También sabía muy bien qué no haría nada hasta que yo terminara mi relación con Heather....

Pero me había enamorado... porque respondí su nombre cuando Jon preguntó al lado de quien quería despertar todas las mañanas, porque respondí su nombre cuando preguntó qué ojos debía mirar para sentirme en casa. Se marcharía y con ello también llevaría gran parte de mi corazón con ella.

Pero ¿qué iba a hacer? Seré papá, no podía dejar ahora a Heather...La amo... ¿entonces? Entonces ¿por qué no dije su nombre a las preguntas de Jon? ¿Por qué siento que mi corazón se hace pedazos en este instante?

– Eres un gran hombre, Sambora – levantó su vista – el mejor – sonrió separándose lentamente mientras su mano iba dejando un rastro cálido en mi mejilla.

Vi cómo se alejaba, como cada paso aumentaba la distancia entre nosotros.

-Pertenece a ti – la detuve halándola del brazo para que volteara hacía mi – Mi corazón pertenece a ti – repetí – porque son tus ojos con los que puedo jurarte que puedo volver a mi niñez, eres mi hogar, mi maldito refugio. Y no importa nada más si estás tú. Porque no hay otras manos que quisiera tomar cada vez que estoy perdido. Porque odie la primera vez que conociste a Jon y como bailo contigo, porque odio como mi corazón se acelera cada vez que te ve. Porque odio que seas un maldito huracán en mi vida, y yo con la maldita fascinación por los desastres – sonreímos – Porque odio que invadas mi mundo con tu magia y sonrisa. Pero estoy odiando aun más el sentir que ya es demasiado tarde para esto – finalice para juntar mis labios a los suyos.

Sus labios seguían sabiendo a aquella misma niña que bailando tomé su rostro para darle su primer beso, sus labios seguían sabiendo a aquella noche. A un toque de menta y miel difícil de ignorar. Algo pasó. Algo movió el mundo y lo paralizó. Algo prendió y nos congeló en un tiempo y espacio diferente al de los demás. Ya no importaban los fuegos artificiales, la música, ni la nieve que comenzaba a caer, ya nada importaba más que nosotros en aquel momento. El tiempo dejó de ser algo más que una idea. Sus labios me pertenecían. Los míos le pertenecían.

Nos separamos cuando el oxigeno hizo falta entre nosotros. Y de nuevo espacio entre nosotros, muy poco espacio, con los rostros casi pegados. Respirando uno el aliento del otro.

-Pero ya es demasiado tarde –cerró sus ojos – quizás si lo hubiéramos dicho el año pasado –sonreímos vagamente ante su broma. Rocé mi nariz con la suya. No quería alejarme - Serás un gran papá, Richard – susurro finalmente acariciando mi mejilla - Feliz año nuevo - dijo para voltear y marcharse.

Y de nuevo el espacio, un muy amplio espacio entre nosotros. Fue tarde, demasiado tarde para expresar nuestros sentimientos, demasiado tarde para decirnos te amo. Ojalá hubiera entendido antes que tropezarse con una casualidad tan linda sólo ocurre una vez en la vida. Ojalá hubiera comprendido antes que algún día terminaría extrañándola tanto que terminaría perdiéndome a mí mismo. Ojalá hubiera comprendido antes que lo que siempre estuve buscando estuvo frente a mis narices todos estos años. Ojalá hubiera corrido tras ella y la hubiera detenido... pero no. Sólo deje que se alejara, que se marchara y con ella mi corazón ¿Qué iba a hacer? Mi pequeña hija o hijo que viene en camino debía nacer con sus padres juntos y... amandose. 

¿Demasiado tarde para creer? ¿Demasiado tarde para intentarlo? Demasiado Tarde para confesar... para amar...

Y lo único que quedó fue el beso. Dulce y cálido y tembloroso. Suave, intenso y profundo.

Fin 

Demasiado TardeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora