09 caruso

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Durante besos fogosos no había fallo, pero después, el sátir empedernido se convence de no pasar por el hotel Bella Muerte durante dos días, más por su necia necesidad de converserse de que aquella atracción por el drogadicto que sirve de portero en el hotel es sólo una jugarreta mental, sin embargo, dos días después, en lunes, Gerard Way llega a la conclusión de que lleva demasiado tiempo sin decir la palabra "junkie", y se aparece, como fantasma, en el hotel.

Entra con paso lento, quitándose las gafas de sol que le adornan el rostro, ahí se percata de que ha ido solo, que no viene ninguna chica con él y eso es una mierda, porque Frank va a molestarle seguro. Mas, cuando sube la mirada, frunce el entrecejo al ver a un muchacho más joven que Frank en la recepción; extrañado, el pelirrojo voltea a ver su reloj, sólo sorprendiéndose más cuando ve que el reloj marca pasadas las diez.

―Disculpa...― el recepcionista sube la mirada enseguida.

―Sí, ¿en qué le puedo ayudar? ― Gerard sonríe levemente, pensando en lo que diría Frank: "¿Qué mierda quieres?".

― ¿Frank no entraba a las nueve?― el muchacho le ve con extrañeza primero, pero después empieza a distinguirlo, es un inquilino frecuente, que siempre se va alrededor de las diez de la mañana.

―Se supone, pero no ha llegado.

― ¿Por qué?― Allen bufa.

―Bueno, creo son amigos y... creo que sabes sobre el problema de Frank, pues... debe haber tenido una mala pasada, pocas veces llega después de su horario en vez de llegar antes, y pensaba esperarlo hasta las once, antes de decirle a mi jefe.

― ¿Quieres decir que tu jefe no sabe que Frank no ha llegado?

―Claro que sabe― aclara Allen ―Pero hay veces en que Frank llega tarde, además, si fuera una sobredosis ya le hubieran llamado del hospital― Gerard aprieta los labios, bajando la mirada a sus manos. No todas las sobredosis llegan al hospital. ―Además, estos días ha llegado tarde, creo que tiene otro bajón.

― ¿Sabes dónde vive?― El portero asiente, Gerard suspira de nuevo ―Dame la dirección y tu número, iré a ver, y si no puede venir te mando mensaje.

―Está bien. Vas a encontrar su casa rápido, luce como él...

*

Es poéticamente triste, piensa Way, se baja anonado, sintiéndose extrañado al ver a la casa escupir voces de ópera. Ve el timbre, pero no lo toca, porque la música está tan alta que Frank no lo notaría, entonces solo lleva su mano al picaporte, empujándolo hacia adentro, la puerta abre sin ningún esfuerzo, Gerard vuelve a suspirar, apretando su llavero entre los dedos, con nerviosismo. La sala es un desastre, hay basura por todos lados, hay un bong negro en la mesita de centro y varios muebles rotos, así como manchas de sangre, Gerard muerde sus labios con fuerza, los pensamientos acosan en torno a su hermano, y sus ojos amenazan con llenarse de lágrimas. A largas zancadas llega al estéreo que reposa sobre un mueble, baja el volumen de la música y voltea a ver a las escaleras, su corazón empieza a latir más fuerte.

Sube rápido, viendo más desastre cuando sus ojos llegan al segundo piso, ahí nota que hay tres puertas, abre una, es un baño, intenta abrir otra, tiene llave; aquí piensa en forzar la cerradura y entrar por Frank, pero en ese momento, su mirada se fija en la última puerta, la empuja y ésta cede, dejando ver a un muchacho, sin camisa, recostado en la cama, con un brazo colgando a un lado de la cama, con una jeringa entre los dedos y la respiración lenta, Gerard sólo muerde con más fuerza sus labios, por dentro, tratando de reprimir las enormes ganas de gritar. Suspira, sacando su celular y marcando al número de Allen.

hotel bella muerte |frerardDonde viven las historias. Descúbrelo ahora